Cómo trabajar para un idiota. John Hoover

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Cómo trabajar para un idiota - John Hoover


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El hecho de que la relación con tu jefe sea más o menos efectiva depende de ti. ¿Serás el típico empleado «mono de feria»? ¿O el simio se dará cuenta del mal comportamiento de su jefe y se lo pensará dos veces?

      En los próximos capítulos, iremos al grano y examinaremos el tema del idiota a fondo y los distintos papeles que jugamos en él. Si consigues ver paralelismos con tu propia experiencia, te darás cuenta de que es mucho más sencillo tratar con tu i-jefe en la oficina. No estoy sugiriendo el tipo de reflexión que conduce al arrepentimiento, pero cambiar tu forma de pensar y conducta no ocurre de forma natural ni sin esfuerzos por tu parte. Echar un vistazo a tu pasado sólo servirá para predecir tu futuro, a menos que decidas tomar otro camino. Bienvenido al viaje.

EJERCICIO PARA EL PASO UNO

      Piensa en lo que más te molesta de la relación con tu jefe o con tus compañeros de trabajo. Elabora una lista con tres columnas. Titula la primera: «Cosas que no puedo cambiar»; la segunda: «Cosas que sí puedo cambiar», y la tercera: «Actividades en las que invertiré esfuerzos». El ejercicio te ayudará a organizar tus ideas y a centrar tus esfuerzos en actividades en las que puedas destacar. Esta tarea te servirá para liberarte de la tiranía y las opresión de aquellas cosas que no puedes controlar. De este modo, te verás desafiado a tomar responsabilidad de todas aquellas cosas que sí puedes controlar.

      Del mismo modo que uno jamás no comunica, la gente no hace nada sin motivo. Si te has estrujado el cerebro al acabar el ejercicio y te preguntas por qué te preocupas tantísimo por controlar cosas que están más allá de tu control y evitas asumir un dominio activo sobre las cosas que sí puedes controlar, tengo una pregunta aún más sorprendente para ti. En el largometraje El último show, Jearlyn Steel cantaba ¿Por qué trabajamos tanto para conseguir lo que no queremos?. Si consigues responder a esta pregunta, por favor, envíame un mensaje.

      Existe una razón que explica por qué algunos de nosotros nos comportamos así. Las soluciones que dependen de cambiar procesos de pensamiento seguramente no ayudarán mucho, puesto que para empezar fue el pensamiento ilógico el que nos metió en este lío. Tan sólo un comportamiento totalmente nuevo efectuará el cambio que tú y yo queremos. Haz el ejercicio: no intentes darle muchas vueltas. Invertir esfuerzos en actividades que sí puedes controlar producirá resultados positivos: diviértete.

      2. ¿El verdadero idiota puede levantarse, por favor?

      Si piensas que eres más listo y tienes más talento, recursos e ingenio que tu jefe, y estás molesto con él por todo lo anterior, ¿quién es el auténtico idiota aquí? Si verdaderamente eres más inteligente y tienes más talento y recursos que tu superior, aquí tienes la oportunidad de demostrarlo, aunque sólo sea para tu propia tranquilidad. Cuando digo demostrarlo me refiero al fino y elegante arte de controlar cada milímetro de tu bienestar físico, emocional y espiritual a pesar de trabajar para un idiota.

      No todos los jefes son idiotas, ni viceversa. Algunos jefes se encuentran bastante por encima de la idiotez, e incluso los jefes idiotas tienen sus virtudes. La mayoría de los jefes tienen alguna habilidad. Aquí, hasta el más tonto hace relojes: ya conoces el refrán. El jefe idiota no es, por norma general, bueno; sin embargo, cuando aprendas algo más de los demás tipos de jefe, agradecerás tener a uno que es simplemente idiota. Ha llegado el momento de ajustar tu radar para empezar a distinguir las señales que emiten todos los jefes. No son iguales, y, por lo tanto, no podemos enfrentarnos a ellos del mismo modo.

      Es un error, quizá uno fatídico, asumir que tu jefe es idiota si en realidad no lo es. Enseguida te darás cuenta de que utilizar técnicas de modificación de idiotas sobre un no-idiota es tan efectivo como emplear un aerosol nasal para eliminar una piedra del riñón. Según el tipo de jefe para el que trabajes, el uso de un enfoque equivocado puede conducir al desesperado estado de desear tener una piedra en el riñón. He organizado el mundo de los jefes en diez categorías muy generales:

      • Buenos jefes

      • Jefes endiosados

      • Jefes maquiavélicos

      • Jefes sádicos

      • Jefes masoquistas

      • Jefes paranoicos

      • Jefes reacios

      • Jefes ineptos

      • Jefes colegas

      • Jefes idiotas

EJERCICIO

      Puesto que vamos a examinar cada tipo de jefe, clasifica a todos los jefes para los cuales hayas trabajado, incluyendo al actual, en la categoría apropiada. Haz una lista con todos sus nombres y escribe una nota al lado de cada uno con la categoría o categorías que los representan. Sería una buena idea que esperaras a acabar de leer este capítulo para entender mejor a cada tipo de jefe. Un vistazo al capítulo 3 te aportará una visión más amplia, pues verás una matriz de 10 ✕ 10 de todos los tipos de jefe.

      Cuando ya hayas elaborado una lista con todos tus jefes anteriores y actuales, y el tipo donde se incluyen, verás que tu historia laboral muestra un patrón un tanto preocupante. Tras haber sido un jefe idiota y un trabajador idiota, he descubierto que existen patrones que se repiten a lo largo de la vida personal, lo cual puede significar que:

      a) Sentimos cierta atracción hacia un tipo específico de jefe que satisface el deseo subliminal de autocastigo.

      b) Existe un tipo de jefe que predomina en el sector donde trabajamos.

      c) Nosotros somos los idiotas.

      d) Todas las respuestas anteriores.

      Como coach ejecutivo, te recuerdo que hay un denominador común en cada experiencia laboral y con cada uno de los jefes a los que has prestado tus servicios: tú. Haz los cálculos necesarios; tú eres la constante en todos los trabajos. Hay quien ha conseguido llevarse bien con los distintos tipos de jefes que he enumerado en este libro, o en cualquier otro. Hay quien ha acabado como el rosario de la aurora con todos los jefes que ha tenido, incluso con aquellos que clasificaríamos con la etiqueta de buenos. Da igual en qué extremo del espectro te sitúes, la pregunta sobre la quiero que reflexiones es la siguiente: ¿con qué tipo de jefe te has llevado mejor? ¿Con cuál has mantenido una peor relación y te has peleado constantemente? Y, lo más importante, ¿cuál ha sido tu papel tanto en las buenas como en las malas experiencias? Estudiar los tipos de jefe que he comentado antes te ayudará a trazar el mejor camino hacia las aguas plácidas de la gestión de jefes. Cuando completes el primer ejercicio del capítulo 1, ten en cuenta el tipo de jefe que tienes delante. ¿El cambio de tipo de jefe alteraría el ejercicio? ¿Hasta qué punto? Quizá no puedas cambiar a la persona, pero sí puedes modificar la naturaleza de la relación. El poder está en tus manos, en el caso de que tengas el valor de utilizarlo.

BUENOS JEFES

      Por muy increíble que parezca, existen buenos jefes ahí fuera. Quiero empezar con este tipo porque encontrarlos es tan raro como dar con un miembro de la generación X o un hippy (o a ambos) en un concierto de Wayne Newton. No es imposible, por supuesto, pero no es una apuesta segura. Dicho esto, si ves que un compañero de trabajo se echa hacia atrás en su cubículo con los ojos cerrados y con una sonrisa bobalicona en su rostro, lo más probable es que esté rememorando los buenos tiempos, cuando trabajaba para un buen jefe. Todos los que han estado bajo las órdenes de uno suelen ponerse nostálgicos. Aquellos que jamás han disfrutado de ese placer sólo pueden dejar volar su imaginación. A lo largo de los capítulos de este libro, verás que acostumbro a nombrar a los buenos jefes al final; únicamente hay una explicación para ello, y es que aquellos con una personalidad desastrosa suelen ser más numerosos. Poco después de la primera edición de este libro, en el número de junio de la revista CPA Journal se publicaban los resultados de una encuesta donde se identificaban las cinco razones principales por las que la gente dejaba su trabajo. En el mismo estudio también se enumeraban las cinco razones principales por las que la gente opta por conservar su trabajo:

      • Tener un buen sueldo

      • Llevarse bien con los compañeros de trabajo

      • Gozar de seguridad laboral y construir una igualdad/jerarquía

      • Disfrutar


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