La Mitomanía. Juan Moisés De La Serna

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La Mitomanía - Juan Moisés De La Serna


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que el término “mitomanía” tiene también otro significado y se refiere a una tendencia a admirar exageradamente a una persona o cosa, pero aquí nos centraremos en el aspecto patológico de su significado.

      Desde el ámbito clínico se ha tratado como un tipo especial de adicción, denominado adicción comportamental o conductual, donde se sienten síntomas similares a la adicción a sustancias, como el alcohol o el tabaco, pero en este caso, se trata de una adicción a un comportamiento determinado, el de mentir.

      A diferencia de otras adicciones como en la cleptomanía, en donde se produce un robo compulsivo sin buscar el enriquecimiento personal; en la mitomanía puede existir o no intención de engañar o estafar, aunque el verdadero fin es deformar la realidad para contar una historia personal más llamativa.

      Al principio esas narraciones logran su efecto, cautivando a quien le escucha, obteniendo atención, respeto y hasta admiración, que es lo que en definitiva mantiene esta conducta, además del miedo a ser descubierto.

      A pesar de que el mitómano hace todo lo posible por no ser desenmascarado, cuando esto sucede y se comprueba la naturaleza falsa de sus historias, el mitómano obtiene el efecto contrario al deseado, es decir, sus conocidos y amistades tienden a rechazarlo y a aislarle, al sentirse engañados.

      Los familiares que ya conocen su tendencia a mentir dejan de tenerle en cuenta a la hora de tomar decisiones y no le prestan demasiada atención sobre aquello que relata.

      A cualquiera de nosotros se puede acercar un desconocido y contar aspectos de su vida que pueden parecernos llamativos o curiosos, pero cuando te encuentras con la misma persona en varias ocasiones, y en cada una de ellas cuanta una historia diferente. Es fácil empezar a sospechar de la veracidad de lo que cuenta.

      Pero cuando en las historias nos incluye a nosotros, con anécdotas que supuestamente hemos vivido juntos, ahí sí que no hay duda, está mintiendo y además descaradamente, en algo que es comprobable que nunca vivimos.

      Este es el proceso por el que suelen pasar los más allegados, amigos y conocidos, que, en pocas veces de encontrarse con el mitómano, son capaces de comprender la problemática de este, siendo la consecuencia más directa, la inmediata pérdida de credibilidad de todo lo que diga, convirtiéndose en una persona de la que no hay que fiarse.

      El círculo vicioso de la mentira

      Las mentiras por falsificación u omisión pueden surgir de forma espontánea como una manera de evitar un castigo o para excusar una falta de puntualidad o de cumplimiento de alguna tarea encomendada. Llegar tarde a una cita o no tener preparado el trabajo solicitado el día anterior pueden ser situaciones propicias para que surja la mentira.

      Los beneficios inmediatos que provocan estas mentiras pueden ser el detonante de un refuerzo para repetir dichas conductas; al observarse que cuanto más se repite menos tareas debe cumplir.

      Existe una línea muy fina, entre un comportamiento buscando el beneficio inmediato y la conducta adictiva, ya que la segunda se adquiere por la repetición, pero sobre todo por la sensación de impunidad que deja a quién miente.

      El adicto, aunque quiera, no puede dejar de mentir, pues se ha convertido en una parte de su forma de comportarse y relacionarse con los demás, llegándose a sentir indefenso si no adorna la verdad con mentiras que la hagan más interesante.

      Como cualquier adicción, todos estamos expuestos a que pueda surgir la ocasión, la diferencia dependerá de la formación de valores de la persona de saber que aquello que hace no es correcto y sobre todo de ponerle freno para que no vaya a más.

      La situación que puede originar un comportamiento mitómano suele estar relacionada con el estrés, cuando la persona se encuentre en un momento comprometido y piense en recurrir a la mentira como una salida fácil a dicha tensión; precisamente esa liberación que va a sentir cuando salva la situación con la mentira va a ser el motivo para que se vuelva a repetir en otras ocasiones.

      No existe un patrón sobre donde será la primera vez, ni cómo se mantendrá, pero si es cierto que si la persona se encuentra en un ambiente donde dicha conducta es normal, aceptada o justificada será más fácil que se repita, por ejemplo, en el grupo de amigos, donde puede hasta que sea tomado como una gracia las continuas mentiras de uno de sus miembros.

      Aunque los familiares y amigos son los que más expuestos están a estas mentiras, también son los que antes se dan cuenta de las mismas, precisamente por la convivencia con el mitómano, ya que conocen de su vida y sobre todo ven la inconsistencia de sus mentiras a lo largo del tiempo. Es por ello que las mayores “víctimas” son aquellas que se encuentra esporádicamente, sin que vuelva a ver una relación con ella

      Cuando el beneficio buscado es únicamente el de provocar admiración en el otro, no tiene mayores consecuencias, pero si sobre esa base se fundamenta una relación, cuando la persona se dé cuenta de las mentiras va a tender a abandonar al mitómano, pues se habrá roto la confianza que se supone debe regir en toda relación.

      Si una vez detectadas por los familiares y amigos las mentiras no son cortadas a tiempo, pueden reforzar al mitómano a seguir con esa actuación, al no encontrar freno a su conducta adictiva. La forma de proceder pues sería enfrentar al mitómano a la verdad, y exponerle las consecuencias de ello, especialmente sobre sus relaciones personales.

      La mentira en la infancia

      Hay que tener en cuenta que la mitomanía requiere de cierto grado de desarrollo por parte de la persona, principalmente en lo que se ha venido denominando como Teoría de la Mente.

      Esta teoría da cuenta de cómo, cada uno de nosotros somos capaces de saber que las otras personas tienen sus propias formas de pensar, diferentes a las nuestras.

      Esto que parece una obviedad, no es tal en los niños, que requieren de cierto nivel de desarrollo para entender que lo que él piensa es distinto de lo que piensan otros.

      La Teoría de la Mente, da cuenta de un fenómeno que se creía exclusivo de la raza humana en comparación con otras especies animales, por el cual una persona es capaz de entender que la otra tiene sus propios gustos y formas de pensar, lo que le ayuda a predecir su comportamiento; siendo el engaño la forma más fácil de evidenciar esta teoría.

      Si soy capaz de engañar al otro, es que sé lo que va a pensar esa persona y yo me anticipo para beneficiarme de ello.

      Un comportamiento que se creía exclusivo de los humanos, hasta que se comprobó cómo también lo exhibían primates superiores, más próximos evolutivamente a nosotros.

      La característica principal es que uno, llega a saber, entender y comprender que es un individuo diferente del otro, con una forma de pensar y, sentir y actuar propia. Y que los otros, son individuos como el, pero con sus propios pensamientos sentimientos y formas de actuar. Esto que parece muy simple permite una consecuencia, que se produzca la mentira.

      Si yo puedo anticipar el pensamiento del otro, o su forma de actuar, puedo tratar de manipularlo para conseguir un beneficio al respecto.

      Simplificándolo mucho, si yo sé cómo piensas tú, y quiero algo de ti, puedo hacerte creer una falsedad para conseguirlo.

      Por ejemplo, al atribuirme algún hecho realizado por otro, pero que quiero que el que está delante, crea que lo he hecho yo.

      Tal y como se ha enunciado, esta capacidad de mentir a otros, y de conseguir de los demás lo que uno quiere, se ha visto tanto en primates como en otras especies animales, como forma de engañar a sus semejantes o a otras especies.

      Actualmente desde la zoología y la biología en general, existen multitud de ejemplos de "engaños" dentro del reino animal, algo que no está aceptado por todos, que el engaño sea suficiente para determinar que existe Teoría


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