Una Vez Tomado . Блейк Пирс

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Una Vez Tomado  - Блейк Пирс


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con una escalera desplegable adentro. ¿Se atrevía a subir allí para echar un vistazo?

      En ese momento Riley escuchó las sirenas de la policía y dio un suspiro de alivio. Entró en cuenta que la agencia había llamado a la policía local, porque la sede de la UAC quedaba a más de media hora de distancia.

      Fue a su habitación y se colocó su bata de baño y unos zapatos y luego volvió a la habitación de April.

      “Ven conmigo”, dijo. “Quédate cerca”.

      Aun sosteniendo su arma, Riley envolvió su brazo izquierdo alrededor de los hombros de April. La pobre niña estaba temblando de miedo. Riley condujo a April a la puerta y la abrió justo cuando varios oficiales de policía uniformados llegaron corriendo por la acera.

      El oficial masculino a cargo entró en la casa, su arma desenvainada.

      “¿Cuál es el problema?”, preguntó.

      “Alguien estuvo en la casa”, dijo Riley. “Todavía podría estar aquí”.

      El oficial miró la pistola en su mano incómodamente.

      “Soy agente del FBI”, dijo Riley. “Pronto llegarán los agentes de la UAC. Ya registré toda la casa, excepto el ático. Hay una puerta en el techo sobre la sala”.

      El oficial gritó, “Bowers, Wright, vengan aquí y revisen el ático. Los demás revisen las afueras y el frente de la casa”.

      Bowers y Wright se dirigieron hacia el pasillo y bajaron la escalera. Ambos sacaron sus armas. Uno esperó en la parte inferior de la escalera mientras el otro subió y alumbró su linterna dentro del ático. El hombre desapareció en el ático en pocos momentos.

      Una voz gritó pronto, “No hay nadie aquí”.

      Riley quería sentirse aliviada. Pero la verdad era que ella deseaba que Peterson estuviera allí. Así podrían arrestarlo en este mismo momento o, mejor aún, dispararle. Estaba casi segura de que no iban a encontrarlo ni en el patio trasero, ni en el delantero.

      “¿Tienes un sótano?”, preguntó el oficial a cargo.

      “No, sólo un semisótano”, dijo Riley.

      “Benson, Pratt, verifiquen debajo de la casa”, dijo el oficial.

      April no soltaba a su madre por nada en el mundo.

      “¿Qué pasa, Mamá?”, preguntó.

      Riley vaciló. Por años había evitado decirle a April gran parte de la cruda verdad de su trabajo. Pero recientemente había entrado en cuenta que había sido demasiado protectora. Por eso le había contado a April sobre su traumático cautiverio en manos de Peterson—o al menos todo lo que había creído que podía soportar. También le había contado sobre sus dudas de que el hombre estuviera realmente muerto.

      Pero, ¿qué le diría a April ahora? No estaba segura.

      Antes de que Riley pudiera decidirse, April dijo, “Es Peterson, ¿verdad?”.

      Riley abrazó a su hija afectuosamente. Asintió con la cabeza, tratando de esconder el escalofrío que recorrió todo su cuerpo.

      “Está vivo”.

      Capítulo 2

      La casa de Riley estaba llena de personas que llevaban uniformes o que tenían la insignia del FBI una hora más tarde. Agentes federales fuertemente armados y un equipo de evidencias trabajaban con la policía.

      “Coloca las piedritas que están sobre la cama en una bolsita”, dijo Craig Huang. “Necesitarán ser examinadas para ver si tienen huellas o ADN”.

      A Riley no le gustó ver que Huang estaba a cargo. Él era muy joven, y su experiencia previa trabajando con él no había sido la mejor. Pero ahora veía que estaba dando órdenes sólidas y que estaba organizando la escena eficazmente. Huang estaba mejorando en su trabajo.

      El equipo de evidencias ya estaba revisando cada pulgada de la casa y buscando huellas digitales. Otros agentes habían desaparecido en la oscuridad detrás de la casa, tratando de encontrar huellas vehiculares o algún indicio de un sendero por el bosque. Ahora que las cosas parecían estar desarrollándose con normalidad, Huang llevó a Riley a la cocina. Se sentaron en la mesa. April se unió a ellos, aún muy conmovida.

      “¿Qué piensas?”, le preguntó Huang a Riley. “¿Existe alguna posibilidad de que lo encontremos?”.

      Riley suspiró con desaliento.

      “No, me temo que se fue hace mucho. Lo más probable es que estuvo aquí temprano, antes de que mi hija y yo llegáramos a casa”.

      En ese momento una agente entró por la parte trasera de la casa. Tenía cabello oscuro, ojos oscuros y una tez morena, e incluso parecía ser más joven que Huang.

      “Agente Huang, encontré algo”, dijo la mujer. “Rasguños en la cerradura de la puerta trasera. Parece que alguien la forzó”.

      “Buen trabajo, Vargas”, dijo Huang. “Ahora sabemos cómo entró. ¿Podrías quedarte con Riley y su hija por un ratito?”.

      La cara de la joven se iluminó de alegría.

      “Me encantaría”, dijo.

      Se sentó en la mesa, y Huang salió de la cocina para reunirse con los demás.

      “Agente Paige, soy la Agente María de la Luz Vargas Ramírez”. Luego sonrió. “Lo sé, es tremendo trabalenguas. Es una costumbre mexicana. Todos me llaman Lucy Vargas”.

      “Me alegra que estés aquí, Agente Vargas”, dijo Riley.

      “Llámame Lucy”.

      La joven se quedó callada por un momento, contemplando a Riley. Finalmente dijo, “Agente Paige, espero no parecer impertinente con esto pero... es un verdadero honor conocerte. He estado siguiendo tu trabajo desde que entré en formación. Tus registros son increíbles”.

      “Gracias”, dijo Riley.

      Lucy sonrió con admiración. “Digo, la forma en que concluiste el caso Peterson— toda la historia me asombra”.

      Riley negó con la cabeza.

      “Desearía que las cosas fueran así de simples”, dijo. “No está muerto. Él fue el intruso”.

      Lucy la miró fijamente, estupefacta.

      “Pero todo el mundo dice—”, Lucy comenzó.

      Riley la interrumpió.

      “Alguien más pensaba que estaba vivo. Marie, la mujer que rescaté. Estaba segura que todavía la estaba acechando. Ella...”.

      Riley hizo una pausa, recordando dolorosamente la imagen del cuerpo de Marie en su propio dormitorio.

      “Ella se suicidó”, dijo Riley.

      Lucy se veía horrorizada y sorprendida. “Lo siento”, dijo.

      En ese momento, Riley oyó una voz familiar llamar su nombre.

      “¿Riley? ¿Estás bien?”.

      Ella se volvió y vio a un Bill Jeffreys ansioso parado en el arco de la cocina. El UAC debió haberlo alertado sobre la situación y había venido a su casa por su cuenta.

      “Estoy bien, Bill”, dijo. “April también está bien. “Siéntate”.

      Bill se sentó en la mesa con Riley, April y Lucy. Lucy lo miró fijamente, aparentemente asombrada por estar conociendo al ex compañero de Riley, otra leyenda del FBI.

      Huang entró de nuevo a la cocina.

      “Nadie está adentro de la casa, ni en los alrededores”, le dijo a Riley. “Mis agentes han recopilado toda la evidencia que pudieron encontrar. Dicen que no tienen mucho. Corresponde a los técnicos de laboratorio


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