Drácula. Брэм Стокер

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Drácula - Брэм Стокер


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mis manos al timón, y junto con ellas ataré eso a lo cual esto —¡él! no se atreve a tocar; y entonces, venga buen viento o mal viento, salvaré mi alma y mi honor de capitán. Me estoy debilitando, y la noche se acerca. Si puede verme otra vez a la cara pudiera ser que no tuviese tiempo de actuar… Si naufragamos, tal vez se encuentre esta botella, y aquellos que me encuentren comprenderán; si no… Bien, entonces todos los hombre sabrán que he sido fiel a mi juramento. Dios y la Virgen Santísima y los santos ayuden a una pobre alma ignorante que trata de cumplir con su deber…

      Por supuesto, el veredicto fue de absolución. No hay evidencia que aducir; y si fue el hombre mismo quien cometió los asesinatos, o no fue él, es algo que nadie puede atestiguar. El pueblo aquí sostiene casi universalmente que el capitán es simplemente un héroe, y se le va a enterrar con todos los honores. Ya está arreglado que su cuerpo debe ser llevado con un tren de botes por un trecho a lo largo del Esk, y luego será traído de regreso hasta el muelle de Tate Hill y subido por la escalinata hasta la abadía; pues se ha dispuesto que sea enterrado en el cementerio de la iglesia, sobre el acantilado. Los propietarios de más de cien barcazas ya han dado sus nombres, señalando que desean seguir el cortejo fúnebre del capitán.

      No se han encontrado rastros del inmenso perro; por esto hay mucha tristeza, ya que, con la opinión pública en su presente estado, el animal hubiera sido, creo yo, adoptado por el pueblo. Mañana será el funeral, y así terminará este nuevo “misterio del mar”.

       Del diario de Mina Murray

      8 de agosto. Lucy pasó toda la noche muy intranquila, y yo tampoco pude dormir. La tormenta fue terrible, y mientras retumbaba fuertemente entre los tiestos de la chimenea, me hizo temblar. Al llegar una fuerte ráfaga de viento, parecía el disparo de un cañón distante. Cosa bastante rara, Lucy no se despertó; pero se levantó dos veces y se vistió. Por fortuna, en cada ocasión me desperté a tiempo y me las arreglé para desvestirla sin despertarla, metiéndola otra vez en cama. Es cosa muy rara este su sonambulismo, pues tan pronto como su voluntad es frustrada de cualquier manera física, su intención, si es que la tiene, desaparece, y se entrega casi exactamente a la rutina de su vida.

      Temprano esta mañana nos levantamos las dos y bajamos hasta el puerto para ver si había sucedido algo durante la noche. Había muy poca gente en los alrededores, y aunque el sol estaba brillando y el aire estaba claro y fresco, las grandes olas amenazantes, que parecían más oscuras de lo que eran debido a que la espuma las coronaba con penachos de nieve, se abrían paso a través de la estrecha boca del puerto, como un hombre que camina a codazos entre una multitud. Sin razón aparente me sentí contenta de que Jonathan no hubiera estado en el mar, sino en tierra. Pero, ¡oh!, ¿está en tierra o en mar? ¿Dónde está él, y cómo? Me estoy poniendo verdaderamente ansiosa por su paradero. ¡Si sólo supiera lo que debo hacer, y si pudiera hacer algo!

      10 de agosto. Los funerales del pobre capitán, hoy, fueron de lo más conmovedor. Todos los botes del puerto parecían estar ahí, y el féretro fue llevado en hombros por capitanes todo el camino, desde el muelle de Tate Hill hasta el cementerio de la iglesia. Lucy vino conmigo, y nos fuimos muy temprano a nuestro viejo asiento, mientras el cortejo de botes remontó el río hasta el viaducto y luego descendió nuevamente. Tuvimos una vista magnífica, y vimos la procesión casi durante todo el viaje. Al pobre hombre lo pusieron a descansar cerca de nuestro asiento, de tal manera que nosotras nos paramos y, cuando llegó la hora, pudimos verlo todo. La pobre Lucy parecía estar muy nerviosa. Estuvo todo el tiempo inquieta y alterada, y no puedo sino pensar que sus sueños de la noche le están afectando. Hay algo muy extraño: no quiere admitirme a mí que hay alguna causa para su desasosiego; o si hay alguna causa, ella misma no la comprende. Hay un motivo adicional en el hecho de que el pobre anciano, el señor Swales, fue encontrado muerto esta mañana en nuestro asiento, con la nuca quebrada. Evidentemente, como dijo el médico, cayó de espaldas sobre el asiento, presa de miedo, pues en su rostro había una mirada de temor y horror, que los hombres decían los hacía temblar. ¡Pobre querido anciano! ¡Quizá ha visto a la muerte con sus ojos moribundos! Lucy es tan dulce y siente las influencias más agudamente que otra gente.

      Ahora mismo está muy excitada por un pequeño detalle al que yo no le presté mucha atención, aunque yo misma quiero mucho a los animales. Uno de los hombres que siempre subía aquí para mirar los botes era seguido por su perro. El perro siempre estaba con él. Los dos son muy tranquilos, y yo nunca vi al hombre enojado, ni escuché que el perro ladrara. Durante el servicio el perro no quiso acercarse a su dueño, que estaba sobre el asiento con nosotras, sino que se mantuvo a unos cuantos metros de distancia y ladrando y aullando. Su dueño le habló primero suavemente, luego en tono más áspero, y finalmente muy enojado; pero el animal no quiso acercarse ni cesó de hacer ruido. Estaba poseído como por una especie de rabia, con sus ojos brillándole salvajemente, y todos los pelos erizados como la cola de un gato cuando se está preparando para la pelea. Finalmente, también el hombre se enojó, y saltando del asiento le dio puntapiés al perro, y luego, tomándolo por el pescuezo, lo arrastró y lo tiró sobre la lápida en la cual está montado el asiento. En el momento en que tocó la lápida la pobre criatura recobró su actitud pacífica, pero comenzó a temblar desesperadamente. No trató de irse, sino que se enroscó, temblando y agachándose, y se encontraba en tal estado de terror que yo traté de calmarlo, aunque sin efecto, Lucy también sintió compasión, pero no intentó tocar al perro sino que sólo lo miró con lástima. Temo mucho que tenga una naturaleza demasiado sensible como para que pueda andar por el mundo sin problemas. Estoy segura de que esta misma noche soñará con todo lo que ha sucedido. Toda la acumulación de hechos extraños (el barco piloteado hasta el puerto por un hombre muerto; su actitud, atado al timón con un crucifijo y rosarios; el emotivo funeral; el perro, unas veces furioso y otras aterrorizado) le dará abundante material para sus sueños.

      Creo que para ella lo mejor sería retirarse a su cama, cansada físicamente, por lo que la llevaré a dar una larga caminata por los acantilados de la bahía de Robin Hood, y luego de regreso. No creo que después le queden muchas inclinaciones para caminar dormida.

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