El tiempo en un hilo. Maruja Moragas Freixa

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El tiempo en un hilo - Maruja Moragas Freixa


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Empresa en el MBA y trabajó como profesora en el Departamento de Dirección de Personas en las Organizaciones. Fue para mí una colaboradora infatiga­ble en el International Center for Work and Family (ICWF). Participó en numerosas conferencias y congresos y ejerció también como coach en programas para directivos. Juntas escribimos el libro Dueños de nuestro destino, así como diversos artículos de opinión en numerosos medios de comunicación. Además, impulsó el Women’s Lobby del IESE desde 1998.

      Una tarde de diciembre me sugirió dar un paseo por el barrio gótico y recorrer las callejuelas que rodean la catedral de Barcelona: quería verlas engalanadas con las luces y motivos navideños. Fue un regalo encontrarnos con dos músicos con un violín y un piano eléctrico, en sendos recovecos de nuestro itinerario. «¿Crees de verdad que escribir mi vida va a ser útil para alguien?», me preguntó una vez más, mientras escuchábamos aquellas piezas del barroco. Yo sabía que sí.

      El lector encontrará en estas páginas una vida semejante a la suya, con las mismas ilusiones, retos, alegrías y dificultades, cinceladas por el amor. Un amor vivido hasta sus últimas consecuencias y desde lo más profundo de uno mismo. Con sus reflexiones desde la adversidad, y con una pluma vigorosa y directa, Maruja pretende compartir un modo diferente de recorrer el camino.

      Hace más de siglo y medio, Kierkegaard decía que «engañarse respecto al amor es la pérdida más espantosa, es una pérdida eterna, para la que no existe compensación ni en el tiempo ni en la eternidad: la privación más horrorosa, que no puede resarcirse, ni en esta vida... ¡ni en la futura!». El título El tiempo en un hilo, lo escogió tras descartar La luz del amor. Maruja había impartido clases sobre cómo gestionar el tiempo, y hablábamos de él con frecuencia. Supo aprovechar el tiempo, y trabar desde el presente ese hilo fino y frágil que nos une con la eternidad —«la puerta de al lado», como le gustaba decir en palabras de san Agustín—.

      Fue un lujo tenerla como amiga, y sigue siéndolo ahora. Quizá más.

      «El tiempo a la carrera» es uno de los apartados que incluyó en el capítulo XI. Su título denota una lucha contrarreloj contra un tiempo que comenzaba a faltar. Aunque algunas ideas aparecen repetidas, hemos querido mantener la agilidad y espontaneidad de su redacción. Solo hemos revisado las citas y hemos introducido alguna pequeña precisión.

      NURIA CHINCHILLA

      Profesora del IESE Business School

      Universidad de Navarra

      Septiembre de 2013

      DEDICATORIA

      La finalidad del libro se ha ido transformando a medida que han ido pasando las semanas y los meses. En los momentos duros de enfermedad, como los que atravieso ahora, pienso que es el mejor legado que puedo dejar a mis hijos. Todos formamos parte de la rueda de la vida, y una generación aprende para dejar sus experiencias a la siguiente. Ahí va, pues, parte de mi contribución al crecimiento de mis hijos y futuros nietos. En especial a mi nieta mayor, que ha aparecido como una flor de verano en medio de este tiempo de enfermedad.

      Este libro es también para mi familia extensa y mis amigos. Se lo debo. Tengo la dicha de formar parte de una gran familia, que ha respondido como pocas ante la enfermedad de uno de los miembros del clan. Y tengo también un montón de amigas incondicionales, cuya amistad jamás podría pagar aunque viviera mil años. A todas ellas dedico estas líneas llena de agradecimiento por la inmensa compañía y el apoyo que me han dado. Todos forman parte de mi historia: son mi historia.

      También dedico el libro a cualquier otro lector que pueda verse reflejado en estas páginas. Seguramente, y sin saberlo, comparto con él un modo de vivir y de entender la vida, a veces muy distinto del que está en boga. No hay caminos únicos para andar por ella, todos tenemos el nuestro. Sin embargo, la experiencia me ha mostrado que no todos valen lo mismo, ni se obtienen los mismos resultados si escogemos uno u otro: hay rutas mejores que otras. Para afrontar la mayor crisis personal que ha salido a mi encuentro, decidí optar por un camino alternativo, distinto a las costumbres sociales que hoy en día se suelen seguir. Por suerte, cuando necesitaba recursos abría mi mochila y ahí estaban: alguien los puso en algún momento de mi vida.

      Por eso este libro también puede ayudar a que padres y madres sean conscientes de los tipos de recursos que sus hijos necesitarán para llevar vidas estables. Lo que les den o dejen de dar influirá en su futuro, porque repercutirá en sus vidas y en su felicidad. Me apena ver a gente joven con sus mochilas escuálidas. Tenemos la responsabilidad de ayudar y formar a nuestros hijos. Bien es cierto que ellos tienen su libertad personal y que pueden tirar su vida al pozo. Pero eso es harina de otro costal: es, literalmente, su problema. Nuestro drama sería dejar de contribuir a su formación y a que tengan recursos con los que afrontar la vida.

      AGRADECIMIENTOS

      A todos aquellos que me han ayudado a ser quien soy en las distintas etapas de mi vida.

      INTRODUCCIÓN

      Este es un libro que no pensaba haber escrito jamás: se ha colado entre mis planes. Aparece como resultado de sufrir una gran crisis de salud, que decido aprovechar para explicar cómo voy tratando de solucionarla. Sin embargo, me topo con un primer obstáculo: debo hacer referencia a otra gran crisis anterior, que padecí hace casi dieciséis años. La denomino «la madre de todas las crisis» por su gran complejidad, su virulencia y el enorme esfuerzo que representó superarla. El ingenio se me agudizó de tal forma que tu­ve que poner a trabajar mil y un recursos que desconocía, para aprender de cuantos retos y oportunidades se me pusieron por delante. Fue la única forma de no sucumbir en ellos y encontrar una salida. Sin esa primera experiencia, la que me ocupa ahora habría sido terriblemente más complicada de gestionar.

      Empecé a escribir estas memorias animada por varias amigas. Me sugirieron hacerlo porque estiman que ahora dispongo de formación y experiencia para aportar algo que puede ayudar a otras personas. Acepté el reto entre divertida y escéptica, con cierta ambivalencia. Por un lado, porque aunque el cáncer que padezco tiene mal pronóstico, pensé que era una aventura nueva y que a lo mejor podía salir algo bueno de ahí. Por otra parte, yo no sabía la forma ni la dirección que iba a tomar este libro, pero es cierto que cada vez encuentro un mayor sentido a lo que hago. El libro va creciendo conmigo a medida que la enfermedad avanza: supero unas crisis y aparecen otras.

      Escribir este libro es un reto para mí. Aunque el hecho de ser profesora especialista en temas de relaciones interpersonales en la empresa, en mujer y liderazgo, y competencias directivas facilita mi trabajo. También el disponer de formación antropológica y de una curiosidad y ganas de aprender de todo y de cualquier persona.

      Debo decir que hay otros acicates que me empujan a situarme ante el ordenador en mi cama de enferma. En primer lugar, este libro representa luchar contra el tiempo y tener que correr. Sé que no voy a poder destinar el tiempo que me gustaría dedicar a su escritura porque, simplemente, no sé si dispongo de él. Pero, gracias a Dios, en este momento tengo todavía la cabeza clara y no puedo perder ni un solo minuto de los que me es posible escribir. De hecho, he tenido que dejar de hacerlo durante semanas, porque me encontraba muy mal: no podía ni pensar, y menos escribir. Me han hecho sesiones de radio y quimioterapia que me han dejado fuera de combate, y he estado ingresada un par de semanas con una neumonía doble.

      Pero, en esta lucha contra el tiempo, me animé. Pensé que lo acabaría si era algo que Dios pensaba que valía la pena hacer, ya que Él conocía los tiempos y el porqué de las cosas. Así que decidí poner esta preocupación en sus manos y olvidarme de ella. En este momento estoy ingresada en la clínica y el cuerpo me permite apresurarme, por lo menos, unos días más. Tengo que correr yo más que la enfermedad.

      En la vida hay momentos de la verdad, en los que uno saca de dentro lo que realmente cree, piensa y valora. Este es uno de ellos. Lejos de mi intención pretender dar lecciones a nadie. Solo quiero compartir las experiencias vividas a lo largo de los años, a veces en medio de una dureza inusitada, que al final han resultado cruciales para sobrevivir y enderezar, hasta extremos nunca pensados, un entorno personal que parecía perdido


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