Historia de las ideas contemporáneas. Mariano Fazio Fernandez
Читать онлайн книгу.religión revelada —especialmente del catolicismo— y en la construcción teórica del deísmo, es decir una religión sin misterios, a la medida de la razón, para la que es suficiente afirmar la existencia de Dios, la inmortalidad del alma y la vida futura como todo contenido de la religión. La actitud ilustrada respecto a la religión se pondrá de manifiesto en Alemania con el proceso de racionalización de los dogmas, y en Inglaterra y Francia con la defensa de la tolerancia, que en este periodo tendrá frecuentemente como base el indiferentismo religioso.
Junto al rechazo de la religión revelada se encuentra el deseo de un cambio social. La monarquía absoluta, la transmisión hereditaria del poder, la desigualdad social apoyada en las circunstancias del nacimiento, el pacto colonial de las distintas metrópolis aparecen a los ilustrados como cosas inexplicables desde un punto de vista racional. Así, la Ilustración, inspirándose en la teoría política de Locke —de quien nos ocuparemos más adelante—, presentará un programa político liberal y democrático, que en Francia se identificará con el programa revolucionario.
Lamentablemente, la alianza entre el Trono y el Altar, característico del Ancien Régime, no ayudó a entender la diferencia entre las circunstancias históricas concretas y el contenido divino de la Iglesia Católica. Los ataques contra el orden social establecido —ataques en buena medida necesarios y justos en defensa de la dignidad de la persona humana— se dirigieron contra la Iglesia misma. De este modo, a causa de los malentendidos de una parte y de otra, la filosofía política y social del siglo XVIII lleva el sello del anticatolicismo, aunque hay excepciones importantes.
Dos ámbitos básicos del saber humano, la moral y el derecho, sufrirán cambios radicales en este periodo. La moral ilustrada es una moral laicista, es decir una moral que no mantiene ninguna relación con la trascendencia, y que presenta importantes ingredientes utilitaristas. Al mismo tiempo, el derecho natural, que la segunda escolástica de la Escuela de Salamanca presentaba unido al destino trascendente del hombre, será secularizado. El nuevo derecho natural tenderá hacia la afirmación de la autonomía absoluta de lo temporal. Surgen así sistemas racionalistas del derecho, que se basan en una visión fuertemente voluntarista del derecho positivo.
La Ilustración fue un movimiento cultural de élite. La burguesía será el grupo social en donde se desarrollarán con más vigor los nuevos principios. Pasado un cierto tiempo, las categorías propias del pensamiento ilustrado se extenderán por toda Europa y América, configurando una forma de pensar popular.
La fe en el progreso pone en relación a la Ilustración con el positivismo; la concepción de la moral y de la política la ligan con el liberalismo y el utilitarismo; la visión universal de la historia y la afirmación de la racionalidad en su devenir acercan las actitudes ilustradas a Hegel y, en cierto sentido, a Marx. Sin embargo, la mayor toma de conciencia de algunos aspectos de la dignidad de la persona humana ponen de manifiesto el humus cristiano que sirve de base a la Modernidad, si bien muchas veces tal humus se encuentra escondido bajo una fuerte secularización entendida como autonomía total y absoluta de lo temporal respecto a la instancia trascendente.
3. La Ilustración inglesa
En Inglaterra la Ilustración se centró fundamentalmente en los ámbitos de la religión y de la moral. Esto no significa que no haya otros intereses, sobre todo en lo que se refiere a la ciencia empírica. Es más, la figura intelectual de mayor relieve en las islas británicas de este periodo, que influirá de modo decisivo en el desarrollo de la filosofía europea, y en particular en el sistema de Kant, no es un filósofo sino un científico: sir Isaac Newton (1642-1727).
a) La física de Newton
Newton completa la visión del mundo que ofrecen Galileo, Copérnico y Kepler, y es el padre de la física moderna. Entre sus obras más famosas hay que citar la Philosophia naturalis principa mathematica (1687, 1713, 1726), y la Óptica (1704). Newton rechaza la doctrina aristotélica de la distinción entre las leyes de los cuerpos terrestres y celestes, y demuestra su falsedad. Después, aplica con gran éxito en los distintos campos de investigación su método científico, el cual supone que todo los fenómenos del movimiento de la naturaleza pueden ser deducidos matemáticamente de los principios de la mecánica. Sin embargo, Newton no concuerda con Galileo en la afirmación de la estructura matemática de la realidad. La matemática es un instrumento metodológico, pero el método científico se basa en la experiencia: hay que descubrir las leyes de la mecánica de la naturaleza en forma inductiva, partiendo de la experiencia. Después se procederá al paso propiamente deductivo.
La ciencia newtoniana es una ciencia fenoménica: «Todo lo que no procede de los fenómenos debe ser definido como hipótesis, y las hipótesis, tanto las metafísicas como las físicas, ya sea de cualidades ocultas o mecánicas, no encuentran lugar en la filosofía experimental; en ellas las proposiciones son inferidas de los fenómenos y generalizadas mediante la inducción. De este modo se descubrió la impenetrabilidad, la movilidad, el ímpetu de los cuerpos y, como consecuencia, las leyes del movimiento y de la gravedad»7.
Aunque Newton rechaza el uso de hipótesis, hay en su sistema físico dos conceptos que funcionan como tales. Nos referimos al tiempo y al espacio absolutos, de los cuales da una interpretación teológica. Estas auténticas hipótesis especulativas forman el ámbito en donde se mueven las cosas. El mundo newtoniano sigue siendo un mundo mecanicista. Al mismo tiempo es un mundo donde Dios interviene no sólo con la creación y la conservación, sino también activamente, corrigiendo eventuales imperfecciones en los movimientos.
b) El deísmo inglés
La temática religiosa es un campo privilegiado de la especulación inglesa de corte ilustrado. Con la palabra deísmo nos referimos a este movimiento de pensamiento religioso, el cual, no obstante una cierta uniformidad, presenta diversas actitudes teóricas.
El predecesor de los deístas del siglo XVIII es Lord Herbert de Cherbury (1583-1648). Entre sus obras se pueden citar el Tractatus de Veritate (1624), De causis errorum (1645) y De religione gentilium (1645, 1663). Cherbury considera que el hombre posee nociones comunes, que son a priori, universales, ciertas. Son impresas por Dios en el hombre, y éste las conoce a través de un instinto natural. El conocimiento sensible no sería posible sin recurrir a estos conceptos. Algunas de estas nociones comunes están en la base de la así llamada religión natural. Para Cherbury, las cinco verdades fundamentales, que son o deben ser admitidas por todas la religiones, son: la existencia de un ser supremo; la obligación por parte de los hombres de adorar a dicho ser; la vida moral es la parte más importante del culto religioso; los vicios y los pecados deben ser expiados con el arrepentimiento; finalmente, la existencia de otra vida donde se premiará o se castigará la conducta humana. Lord Herbert de Cherbury desea llegar a una pax religiosa —hay que tener presente las circunstancias históricas de las guerras de religión en Europa— y por esto, si bien no rechaza la posibilidad y la utilidad de la revelación, considera que la razón es el último juez del dato revelado.
John Locke escribió en 1695 su obra La razonabilidad del cristianismo, en la cual se evidenciaba una fuerte tendencia hacia la racionalización de los dogmas. Muchos intelectuales ingleses siguieron las huellas de Locke. Pero, si queremos hablar de deísmo en sentido riguroso, es necesario subrayar una radicalización de esta tendencia. En este sentido, escribe Copleston: «Los deístas eran racionalistas que creían en Dios... El deísmo del siglo XVIII significaba la desupernaturalización de la religión y la negativa de aceptar cualquier proposición religiosa basada en el principio de autoridad. Para los deístas era la razón sola la que había de juzgar sobre la verdad, tanto en materia religiosa como en cualquier otra»8.
Los autores más importantes de este movimiento son John Toland (1670-1722), ligado a los orígenes de la masonería, con su obra El cristianismo sin misterios (1696), y Matthew