Apuntes biograficos de escritores, oradores y hombres de estado de la Republica Argentina. Juan María Gutiérrez
Читать онлайн книгу.ese pais, sino de todas las poblaciones de América á quienes considero en un caso absolutamente idéntico.”
En la diplomacia como en la guerra, el pueblo argentino no fué jamás egoista. Su sangre y su pensamiento concurrieron jenerosamente á la obra de la independencia, emprendida casi á un mismo tiempo por toda la América de orijen español. El carácter del Sr. Rivadavia se prestaba naturalmente á la idea jeneralizadora que fué como la base de la doctrina política del gobierno creado por la revolucion de Mayo.
Estos antecedentes auténticos dan gran peso á las siguientes palabras que transcribimos del libro titulado Rosas y sus opositores, cuyo autor se hallaba bien informado por relaciones que habia oído de la boca misma de testigos y contemporáneos del Sr. Rivadavia. Tuvo la valentia (dice el autor de aquel libro refiriéndose al diputado argentino) tuvo la valentia de decir rostro á rostro á Fernando VII que la independencia americana era ya una necesidad. El ministro Soler que entró con él en una discucion sobre este punto, salió de ella convencido, y la córte de Madrid alarmada del proselitismo que hacia el americano Rivadavia, ordenó que saliese de los dominios españoles.
Era pues, con mucha verdad que decia á su amigo Chiclana desde Paris en carta confidencial fechada á 14 de octubre de 1816..... «Yo he trabajado cuanto podía y acaso mas de lo que debia: no puedo referirle aun cuanto he hecho, cuanto me he espuesto y los lances que he tenido por conseguir la libertad y bien posible de nuestra compasible patria.....»
A dar crédito á los escritos sueltos que en justificacion propia han dado en 1820 algunos altos funcionarios, debieran obrar en nuestros archivos los documentos suficientes para probar que, si por un abuso de facultades hubo quien en nombre de las Provincias Unidas negociase con la córte de España por conducto del conde de Cabarrus, el establecimiento del infante D. Francisco de Paula en el Gobierno de este pais, no faltó tampoco quien en representacion de los intereses verdaderos de la revolucion se opusiese, en el teatro mismo de aquellas desacordadas negociaciones, á la realizacion de un plan que contrariaba el deseo manifiesto de estos pueblos. La gratitud que este servicio debe despertar en nosotros, recae de justicia sobre la memoria del Sr. Rivadavia, quien descubrió y deshizo, segun toda probabilidad, aquellos errores hijos tal vez de la debilidad del espíritu mas que de la falta de probidad patriótica.
El Jeneral D. Manuel Belgrano partió de Londres para el Rio del Plata el 15 de noviembre de 1815, y desde entonces; los graves negocios de la mision de que hacia parte, quedaron al cuidado esclusivo del Sr. Rivadavia.
La situacion personal de este era embarazosa, no solo por el recargo de quehaceres y responsabilidad, sino tambien por la escasez de medios pecuniarios para atender á los gastos ocasionados por repetidos viajes, por una estensa correspondencia (llevada por él solo, pues no tenia ni secretario ni escribiente) «estando para nada menos aparejado que para pendalista,» como el mismo lo aseguraba á un amigo, y por la necesidad de sostener el decoro de la posicion que ocupaba. Todo el caudal de que había podido disponer desde la separacion de su amigo el Jeneral Belgrano hasta principios de febrero de 1818, estuvo reducido á trescientas sesenta libras esterlinas, que distribuidas en veinte y siete meses que median entre ambas fechas, corresponden á sesenta pesos mensuales. El crédito pecuniario de nuestros supremos Directores no debia ser muy grande entonces en las plazas estrangeras, pues nos consta por documentos fidedignos que la casa de los señores Hallet de Lóndres, no honraron la libranza de diez mil fuertes que á favor del diputado habia librado el Jeneral D. Ignacio Alvarez, encargado provisoriamente del ejecutivo nacional.
A mediados de octubre recibió en Paris el Sr. Rivadavia la noticia semi-oficial de la declaracion de la independencia proclamada por el congreso. «Rindo á V. E., decia al Director con este motivo, las mas sinceras felicitaciones y le protesto los mas vivos votos por su felicidad y acierto.» El dia 12 de Diciembre siguiente, llegó á sus manos un oficio del gobierno de las Provincias-Unidas; comunicándole en forma aquella misma noticia acompañada de «copias certificadas de la declaracion de la Independencia» y advertiéndole del riesgo que corria su persona si aun se hallase en la córte de Madrid, y de la necesidad de retirarse de ella.
Con motivo de esta comunicacion tuvo oportunidad el Sr. Rivadavia de manifestar nuevamente el patriotismo de sus sentimientos, espresándose asi en contestacion. «Me lisongeo de haber anticipado mis felicitaciones por tan plausible é importante suceso. Las repito con una plenitud de gozo que me hace en parte olvidar que esta sancion aunque tan justa y necesaria, no debe mirarse en la actualidad por todos los que tenemos el honor de pertenecer á ese pais, sino como nueva obligacion que nos impone el sacrificio de nuestras pasiones, la dedicacion de nuestros talentos y la concentracion de nuestras fuerzas, para realizarla con la celeridad que exije la situacion urgente de esos pueblos.»
A fines de Diciembre de 1816 fué instruido el Sr. Rivadavia de que en la isla Antigua habia sido capturada por la corbeta Branes de S. M. B., una fragata de guerra con pabellon argentino comandada por el coronel D. Guillermo Brown. La captura tenia por pretesto la falta de los papeles que el derecho de las naciones requiere para ejercitar el corso, y la noticia de este suceso llegaba al conocimiento del Diputado con colores poco favorables á la probidad tantas veces acreditada del que fué despues nuestro glorioso almirante. En este acontecimiento de suma trascendencía en aquella época, procedió el Sr. Rivadavia con actividad y acierto. Su primer paso fué autorizar á los Sres. Hallet hermanos y compañia de Londres, para que procedieran judicialmente á reclamar el buque de guerra y las presas de su convoy, en nombre y representacion del gobierno de las Provincias Unidas.
Apenas el coronel Brown se vió envuelto en aquellas dificultades se dirigió á los Diputados de Buenos Aires en Europa, dándoles cuenta de las circunstancias en que se hallaba. Y como fuese el Sr. Rivadavia el único representante del gobierno de las Provincias Unidas del Rio de la Plata que á la sazon se hallase allí, se creyó en el deber y con el derecho de contestarle asegurándole que desde luego se hubiera dirijido al Lord Vizconde Castlereaght en los términos exijidos por los intereses y derechos de su gobierno, si no hubiese visto con placer que el coronel Brown le aseguraba de que dentro de pocos dias seria declarada libre la fragata de su mando: que en tal concepto creia mas prudente reservar todo paso oficial hasta recibir noticias auténticas y pormenores del suceso.
El Sr. Rivadavia no perdió esta ocasion para levantar el espíritu del prisionero comunicándole la reciente declaracion de la independencia y los sucesos prósperos de los corsarios de Buenos Aires sobre las costas españolas del Oceano y el Mediterráneo. Y como el bravo coronel pidiese en su comunicacion reglas acertadas para dirijir su conducta, no quedó corto el Sr. Rivadavia en satisfacer aquel deseo, haciéndolo con tanto peso que seria una usurpacion á su fama el no consignar aqui aquellas reglas, ya que la casualidad las ha traido á nuestro conocimiento. “Como V. S. tiene la bondad, le decia con fecha 3 de Enero de 1817, de pedir consejos amistosos, yo opino que el interés del Estado, de V. S. y su honor mismo exigen con urgente preferencia que asi que se halle V. S. en disposicion, retorne con toda brevedad á Buenos Aires, participándome en todo caso su determinacion y cuanto sea digno de una noticia oficial.”
Un subalterno de aquella espedicion se había dirigido tambien á los Diputados, y segun parece, con espíritu poco favorable al gefe á quien estaba subordinado. Al contestarle el Sr. Rivadavia en la misma fecha que lo hacia al coronel Brown, lo hace con palabras que tampoco deben condenarse al olvido. Si las que hemos copiado honran la prevision del diplomático, las siguientes demuestran el culto que prestaba el ciudadano, en toda ocasion, al principio de autoridad que mas tarde se esforzó en radicar en su patria. “Creo tan de mi deber como del interés de Vd., escribia al mencionado oficial, el prevenirle á nombre de nuestro gobierno que por ningun motivo se separe V; ni consiguientemente su tropa de la espedicion, hasta que esta regrese á Buenos Aires, ó que otros resultados que imposibiliten este caso le faculten á Vd. á hacerlo; y aun entonces no lo deberá ejecutar sin órden espresa de su gefe. El contesto de su oficio me obliga á recordarle que un oficial de verdadero mérito, cuantos mas conocimientos posea, aun sobre sus gefes, tantos mayores deberes le ligan á la observancia de la disciplina. Yo me lisongeo de que Vd. conocerá bien la importancia de este principio, y toda la trascendencia de cualquiera infraccion de él. Asi espero, que, tan celoso de los intereses de su patria como exacto en el cumplimiento de sus obligaciones, sabrá