¿Ha enterrado la ciencia a Dios?. John C. Lennox

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¿Ha enterrado la ciencia a Dios? - John C. Lennox


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de cambio al enfrentarse a pruebas sólidas.

      La cuestión central de este libro es, en esencia, de cosmovisión: ¿qué cosmovisión es más congruente con la ciencia: el teísmo o el ateísmo? ¿La ciencia ha enterrado verdaderamente a Dios o no? Veamos a dónde conduce la evidencia.

      [1] El experimento del gato de Schrödinger, o paradoja de Schrödinger, es un experimento imaginario concebido en 1935 por el físico austríaco Erwin Schrödinger cuyos elementos son un gato, un matraz con veneno y un dispositivo con una partícula radiactiva dentro de una caja sellada. Si el dispositivo detecta radiación rompe el frasco, liberando el veneno que mata al gato. Según la interpretación de Copenhague, después de un tiempo, el gato está a la vez vivo y muerto.

      [2] “The Limitless Power of Science” en Nature’s Imagination – The Frontiers of Scientific Vision, Ed. John Cornwell, Oxford, Oxford University Press, 1995 p. 125.

      [3] Dialogues Concerning the Two Chief Systems of the World, Traducido por S. Drake, Berkeley, 1953.

      [4] Radio 4 News, 10 de diciembre de 2004.

      1.

      LA GUERRA DE LAS COSMOVISIONES

      «La ciencia y la religión son irreconciliables».

      PETER ATKINS

      «Todos mis estudios… han confirmado mi fe».

      SIR GHILLEAN PRANCE, F(ellow)R(oyal)S(ociety)

      «La próxima vez que alguien te diga que algo es cierto, pregúntale: “¿Qué tipo de pruebas lo justifican?”. Y si no recibes una buena respuesta, espero que te lo pienses muy bien antes de creerle».

      RICHARD DAWKINS FRS

      ¿EL ÚLTIMO CLAVO EN EL ATAÚD DE DIOS?

      Existe la impresión popular generalizada de que cada nuevo avance científico es otro clavo en el ataúd de Dios, impresión alentada por algunos científicos influyentes.

      Estas opiniones son el extremo de un amplio espectro de posturas, y sería un error pensar que constituyen el término medio. Muchos ateos se mantienen lejos de tal militancia, además de sentir repulsa por las connotaciones represivas y totalitarias de tales puntos de vista. Sin embargo, como siempre, son los puntos de vista extremos los que reciben más atención pública y más exposición por parte de los medios, y llegan a muchas personas en quienes acaban influyendo. Por eso no se los puede ignorar. Hay que tomarlos en serio.

      Pero Dawkins no es el único en mantener esa noción errónea de que la fe en Dios no se basa en ningún tipo de evidencia. La experiencia muestra que es una postura relativamente común entre los miembros de la comunidad científica, aunque se formule de modo ligeramente distinto. Se nos dice frecuentemente que la fe en Dios “pertenece al ámbito privado, mientras que el compromiso científico pertenece al dominio público”, y que “la fe en Dios es un tipo diferente de fe de la que actúa en la ciencia”; en resumen, es “fe ciega”. Tendremos ocasión de analizar este tema más en detalle en el Capítulo 4, en la sección sobre la inteligibilidad racional del universo.


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