Explotación, colonialismo y lucha por la democracia en América Latina. Pablo González Casanova

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Explotación, colonialismo y lucha por la democracia en América Latina - Pablo González Casanova


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las características esenciales que tiene —sobre las cuales no han hecho énfasis ni la antropología ni la política revolucionaria—, sino porque no se reduce a un problema de los indígenas; es un problema de la estructura nacional, constituye la esencia de la estructura del país y, por lo tanto, no sólo sirve para explicar y analizar la conducta y situación de los indígenas, sino la de los mexicanos en general, y con mucha mayor precisión y probabilidad objetiva que el simple análisis de la estructura de clases o de la estratificación social del país.

      SOCIEDAD PLURAL Y COLONIALISMO INTERNO

      Evidentemente la ideología del liberalismo, que considera a todos los indígenas como iguales ante el derecho, constituye un avance muy grande frente a las ideas racistas prevalecientes en la Colonia. De la misma forma, la ideología de la Revolución constituye un avance no menos importante frente a las ideas darwinistas y racistas del porfirismo. Hoy el problema indígena es abordado como un problema cultural. Ningún investigador o dirigente nacional de México piensa —por fortuna— que sea un problema racial, innato. La movilidad social y política del país ha llevado a hombres de raza indígena a los más altos cargos y les ha permitido alcanzar el estatus social más elevado en la sociedad mexicana. Este fenómeno se ha dado desde la Independencia y, particularmente, desde la Revolución. Incluso la historiografía nacional y el culto de los héroes han colocado entre sus más altos símbolos a Cuauhtémoc, el líder de la resistencia contra los españoles, y a Juárez, el presidente indio, el constructor del México moderno.

      El mismo fenómeno ha sido registrado por los antropólogos a escalas nacionales y locales: los individuos de raza indígena que tienen cultura nacional pueden alcanzar el mismo estatus que los mestizos o los blancos, desde el punto de vista económico, político y de las relaciones personales y familiares. Un hombre de raza indígena con cultura nacional no resiente la menor discriminación por su raza: puede resentirla por su estatus económico, por su papel ocupacional o político; nada más. Los hechos anteriores han llevado a la antropología mexicana a afirmar que el problema indígena es un problema cultural. Esta afirmación representa un avance ideológico frente al racismo predominante de la ciencia social porfiriana. Desde el punto de vista científico, se trata de una afirmación que corresponde a la realidad; sin embargo no la explica en todas sus características esenciales.

      El problema indígena es esencialmente un problema de colonialismo interno. Las comunidades indígenas son nuestras colonias internas; son una colonia en el interior de los límites nacionales; pero este hecho no ha aparecido con suficiente profundidad ante la conciencia nacional. Las resistencias han sido múltiples y son muy poderosas. Acostumbrados a pensar en el colonialismo como un fenómeno internacional, no hemos pensado en nuestro propio colonialismo. Acostumbrados a pensar en México como antigua colonia o como semicolonia de potencias extranjeras, y en los mexicanos en general como colonizados por los extranjeros, nuestra conciencia de ser a la vez colonizadores y colonizados no se ha desarrollado. A este hecho ha contribuido la lucha nacional por la independencia —lucha antigua y actual—, que ha convertido a los luchadores contra el coloniaje en héroes nacionales. A oscurecer el fenómeno también ha contribuido, de forma muy importante, el hecho universal de que el coloniaje interno, como el internacional, presenta sus características más agudas en las regiones típicamente coloniales, lejos de las metrópolis, y que mientras en éstas se vive sin prejuicios colonialistas, sin luchas colonialistas, e incluso con formas democráticas e igualitarias de vida, en las colonias ocurre lo contrario: el prejuicio, la discriminación, la explotación de tipo colonial, las formas dictatoriales, el alineamiento de una población dominante con una raza y una cultura, y de otra población —dominada— con raza y cultura distintas. Esto es lo que también ocurre en México: en las áreas de choque, en las regiones en que conviven los indígenas y los “ladinos” se dan el prejuicio, la discriminación, la explotación de tipo colonial, las formas dictatoriales y el alineamiento racial-cultural de las poblaciones dominantes y dominadas. La diferencia más notable que hay con el colonialismo internacional, desde el punto de vista social, es que algunos miembros de las comunidades indígenas pueden escapar física y culturalmente de las colonias internas, irse a las ciudades y ocupar una posición, o tener una movilidad semejante a la de los demás miembros de las clases bajas sin antecedentes indígenas culturales; pero éste es un proceso que se reduce a pocos individuos y que no acaba con el colonialismo interno. El colonialismo interno existe dondequiera que haya comunidades indígenas, y de su existencia puede uno darse cuenta hurgando en los trabajos de los antropólogos mexicanos y viendo cómo en todos y cada uno de ellos se habla de fenómenos que —analizados en forma sistemática— corresponden exactamente a la definición histórica del colonialismo: éstos afectan a los amuzgos, los coras, cuicatecos, chatinos, chinantecos, choles, huastecos, huaves, huicholes, mayas, mayos, mazahuas, mazatecos, nahuas, mixes, mixtecos, otomíes, popolocas, tarahumaras, tarascos, tepehuanos, tlapanecos, tojolabales, totonacas, tzeltales, tzotziles, yaquis y zapotecos, es decir, a una población de varios millones de mexicanos, muchas veces mayor que la que corresponde a las colonias que conserva España.

      Tabla 8. Población monolingüe, idiomas y dialectos (1960)

Idioma o dialectoCantidad
TOTAL1’104,955
Amuzgo11,066
Cora3,731
Cuicateco2,553
Chatino10,231
Chinanteco23,066
Chol32,815
Huasteco18,724
Huave2,972
Huichol3,932
Maya81,013
Mayo1,837
Mazahua15,759
Mazateco73,416
Náhuatl297,285
Mixe34,587
Mixteco106,545
Otomí57,721
Popoloca3,053
Tarahumara10,478
Tarasco12,432
Tepehuano1,766
Tlapaneco23,997
Tojolabal3,779
Totonaca63,794
Tzeltal55,951
Tzotzil57,235
Yaqui545
Zapoteco78,763
Zoque7,683
Otros8,226

      Tabla 9. Población monolingüe por entidades federativas (1960)

EntidadCantidad
Aguascalientes3
Baja California29
Campeche8,396
Coahuila12
Colima2
Chiapas115,844
Chihuahua10,973
Distrito Federal65
Durango1,511
Guanajuato298
Guerrero98,999
Hidalgo101,751
Jalisco2,150
México35,662
Michoacán12,432
Morelos710
Nayarit5,324
Nuevo León11
Oaxaca297,319
Puebla132,621
Querétaro4,437
Quintana Roo6,148
San Luis Potosí41,087
Sinaloa682
Sonora1,825
Tabasco2,059
Tamaulipas11
Tlaxcala2,240
Veracruz115,940
Yucatán66,403
Zacatecas3

      Las formas que presenta el colonialismo interno son las siguientes:

      1. Lo que los antropólogos llaman el “centro rector” o “metrópoli” (San Cristóbal, Tlaxiaco, Huauchinango, Sochiapan, Mitla, Ojitlán, Zacapoaxtla) ejerce un monopolio sobre el comercio y el crédito indígena, con “relaciones de intercambio” desfavorables para las comunidades indígenas, que se traducen en una descapitalización permanente de éstas a los más bajos niveles. Coincide el monopolio comercial con el aislamiento de la comunidad indígena respecto de cualquier otro centro o mercado; con el monocultivo, la deformación y la dependencia de la economía indígena.

      2. Existe una explotación conjunta de la población indígena por las distintas clases sociales de la población ladina. La explotación es combinada, como en todas las colonias de la historia moderna —mezcla de feudalismo, capitalismo, esclavismo,


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