Aprendiendo con Freud. Lou-Andreas Salomé

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Aprendiendo con Freud - Lou-Andreas Salomé


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«fundamentos somáticos de las neurosis» según Adler. Naturalmente que existen, pero es algo de lo que ignoramos todo. Ocurre lo siguiente: cuando accedemos a la más íntima de nuestras experiencias es muy poco lo que sabemos sobre sus equivalentes corporales; y a la inversa, allí donde se nos muestran fácilmente procesos corporales fracasa el acompañamiento psíquico de los mismos. La razón de ello debe ser entendida, en mi opinión, filosóficamente (y constituye la razón por la cual el célebre «paralelismo»39 no puede llevarse a cabo). Ocurre que entendemos por «corporal» simplemente aquello a lo que no podemos acceder psíquicamente, aquello que no sentimos, sin más, como idéntico a nuestro ser, y que, en consecuencia, situamos a distancia, es decir, diferenciamos de lo psíquico. «No poder explicar psíquicamente», o «tener que explicar corporalmente», esto es, situar como «material», es una y la misma cosa. En consecuencia: el que los procesos corporales deban permanecer oscuros para nosotros, como equivalentes de los psíquicos, es algo del todo comprensible; no nos queda otra solución que investigar cada campo con su método, yendo tan lejos como nos sea posible, pues metodológicamente hablando, todo queda dentro de cada uno de los terrenos. Nunca ni en ninguna parte debe establecerse una relación causa-efecto entre ambos, y su unidad no puede ser captada más que por la mirada de un dios; y no resulta evidente «espinocísticamente» más que para el filósofo, jamás para el empirista.

      En aquellos puntos en que más se aproximan entre sí ambos métodos y ambos mundos, allí donde dejamos de interpretar «psíquicamente» o donde tenemos que empezar a hacerlo «corporalmente», hablamos, con mala conciencia, inseguridad y doble sentido, de procesos cerebrales, del sistema nervioso o del estado de las glándulas endocrinas; y si se manifiesta un trastorno, una enfermedad, se nos hace presente precisamente por ese nombramiento de «cuerpo» y «espíritu» que nos hace sentir corporalmente los padecimientos psíquicos y que nos lleva a soportar espiritualmente lo corporal. También puede ocurrir que una enfermedad de apariencia psicógena pueda parecer tratable medicamente, o que una «condicionada» físicamente, pueda ceder gracias a una influencia psíquica. (Ocurre que los internistas quieren determinar hallazgos tóxicos en la sangre en el asma bronquial. Y al revés: cauterizaciones nasales contra la masturbación, etcétera).

      ¿No es acaso destacable también que nos parezcan como las menos claramente diferenciadas precisamente aquellas partes de nuestro cuerpo que consideramos como las más estrechamente ligadas a las manifestaciones de orden psíquico, como ocurre con el cerebro y la médula espinal (materia nerviosa)? Masa pastosa protegida por la cápsula ósea que la encierra, o en un fino y pequeño cordón sin peculiaridades discernibles por nuestros ojos. Al otro lado, el mundo maravilloso y sin fin de lo exterior, de una fisis «de espíritu deportista», de la que nunca dejan de aprender todos nuestros sentidos y pensamientos. (Una objeción más contra esos señores ocultistas, que «materializando» lo físico, no ofrecen, precisamente por ello nada psíquico, pero tampoco la más mínima materia).

      No podemos hacer accesible nada a nuestro entendimiento si no lo hemos previamente casi «personificado», y a la inversa, si no plasmamos lo psíquico en imágenes del mundo exterior; transformar lo anorgánico en símbolos psíquicos e ilustrar lo espiritual en sus actos por medio de procesos de sustancias básicas asimismo inaccesibles.

      EL CURSO DE TAUSK

       El sexo y yo

       (martes, 26 de noviembre de 1912)

      En la discusión, el estudiante de ojos verdes ha estado de nuevo muy incisivo. Observa adecuadamente que el olvido por represión es considerado todavía como un proceso puramente mecánico, mientras que a «las representaciones sustitutorias» parece precederlas una intención.

      Aunque Tausk tiene una curiosa mala cara, enarbola muy bien su bandera como director del curso. Algunas de sus expresiones a lo largo de la discusión me han parecido exactamente freudianas en exceso; por otra parte nunca se le podrá echar en cara lo contrario.

      Según la mayor parte de las obras de Freud, el hombre civilizado aparece en el fondo como un triste salvaje ya domado y su sublimación, ayudada por el salvajismo reprimido, adopta un carácter esencialmente negativo; la pulsión y la civilización contrastan del mismo modo a como lo hacen el mundo interior y el exterior. En Freud, parece relacionarse todo aquello con el concepto de narcisismo, que debe comprender simultáneamente y de manera indiferenciada, la pulsión sexual y la pulsión del yo; pero en última instancia, de tal modo que todo aquello que se hace activo en el yo se presente especialmente como hostil a la sexualidad; en consecuencia, el fin de cualquier cultura aparece como un debilitamiento continuo de lo pulsional, ¡como una estremecedora transfiguración! En realidad, la salud significa siempre un equilibrio entre ambas, y la neurosis, un trastorno entre las mismas; ello significa que el yo, desembocando en el mundo civilizado, debe hallar en él aquellas formas inmediatas que le permitan descargar toda su fuerza pulsional. Pues la cultura no se limita a estar frente a él, sino que expresa también su ulterior desarrollo, propio e individual (análogamente a lo que sucede en el desarrollo corporal, en que la represión de las zonas erógenas,40 si bien viene provocada por una prohibición exterior, redunda en provecho de lo genital al concentrar las estimulaciones placenteras de dichas zonas). Aquello que constituye el narcisismo y que nos acompaña secretamente a lo largo de toda nuestra vida, debe ser siempre, la creatividad, es decir aquella finalidad a la vez natural y espiritual de toda manifestación humana: la unión de la sexualidad y del yo.

      COLOQUIO VESPERTINO

       Narcisismo. Cuestiones de método

       (miércoles, 27 de noviembre de 1912)

      Conferencia de Tausk sobre las inhibiciones artísticas.41 De los dos análisis expuestos por él (de un escritor y de un pintor) he retenido en mi memoria un par de observaciones, que me dan la impresión de que había muchas cosas de interés en lo que dijo; sin embargo, no habiendo tomado notas, no he conseguido retener la mayor parte de ellas.

      Sobre el narcisismo («allí donde concordamos con nuestros deseos»): toda renovación de la vida, tanto después de una neurosis como por la actividad creativa, procede siempre de allí; si bien las neurosis son frecuentes en los artistas (¿quizá por ello?), su intensidad es inferior a las de los no creadores. Finalmente, la relación entre narcisismo y erotismo anal42 (al contemplar una obra nuestra, algo objetivado como si fuéramos nosotros mismos). A partir de aquí, al complejo de padre, etcétera.

      Las réplicas de Freud fueron más severas que de costumbre y eso que no hay otra persona que pronuncie sus conferencias con tanta veneración en la mirada como él. De todos, parece que Tausk es quien más incondicionalmente depende de Freud, y también quien más busca destacar del resto. Quizás ello se adecue a un conflicto personal por ambas partes.

      Las réplicas de Freud hicieron destacar:

      1 que las dificultades de una materia de concepción tan reciente son demasiado grandes para poder ser tratadas en una simple conferencia; el número de ideas originales y su interés merece ser reconocido, pero todavía hay que profundizar en ellas con investigaciones más detalladas;

      2 que las continuas injurias dirigidas contra el conjunto del movimiento, lanzadas por parte de la ciencia oficiosa, tiene como consecuencia que no deba osarse avanzar con excesiva rapidez por nuevos territorios sin haber dejado suficientemente protegida la retaguardia; es esencial aportar reiteradamente confirmación de lo ya descubierto. (Esto último es lo que ha llevado a Freud a abandonar la prosecusión solitaria de sus investigaciones obligándole a fundar una escuela y a formar discípulos; un segundo motivo para el conflicto con mentalidades independientes o temperamentales);

      3 la oscuridad reinante en lo referente a los procesos de sublimación y sus definiciones;43 ¿no será la sublimación «parcial» de que habla Tausk una limitada capacidad de sublimación? Quizá radique precisamente en ello la condición del éxito artístico (Freud se ha mostrado aquí de modo sorprendentemente adogmático con respecto a su propia terminología, de la que se libera plenamente en sus investigaciones);

      4 en el estadio narcisista, toda terapia parece haber alcanzado sus límites y no puede, en el fondo, más que


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