Parterías de Latinoamérica. Georgina Sánchez Ramírez

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Parterías de Latinoamérica - Georgina Sánchez Ramírez


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nuestros propios cuerpos femeninos y sus procesos, de mover el engrane a favor de visibilizar los conocimientos y saberes de las mujeres, que desde épocas ancestrales y a pesar de las diferentes tempestades por los que han tenido que navegar, continúan ejerciendo el arte de partear en América Latina. El referente eran los trabajos que en otros continentes sí se han hecho respecto a la mirada sobre la partería entre países, y fueron Hilary Marland y Anne Marie Rafferty, nuestras musas inspiradoras.

      Sabíamos que ya habían pasado exactamente 20 años desde que Marland y Rafferty editaron el libro Midwives, Society and Childbirth: Debates and Controversies in the Modern Period (“Parteras, Sociedad y Nacimiento: Debates y Controversias en el Periodo Moderno”, 1997) y a partir de diversas reflexiones en conjunto comenzamos a preguntarnos: ¿Cómo es que en nuestros países no parece existir una colección de artículos que narren científicamente sobre la partería en Latinoamérica? Ya sabemos qué pasó con la partería en Europa y los Estados Unidos, y al vivir en México, también tenemos algunas piezas del rompecabezas de nuestro territorio, pero ¿qué ha pasado con la partería en América Latina? ¿Existe una línea de investigación sobre la partería en este continente? Y si existe, ¿cómo es su estado del arte, quiénes son sus protagonistas y dónde están esas investigaciones?

      Fue entonces cuando nació la idea de editar un libro compilatorio y polifónico sobre la partería en América Latina, convencidas de la necesidad de juntar en una red tantas mariposas al aire, porque como investigadoras contemporáneas de partería en México que habían buscado hilos para entender la evolución y frustraciones de esta profesión histórica en América Latina, nos dimos cuenta de que a pesar del desarrollo y extensión de la investigación académica sobre la partería en los países europeos y anglosajones, no existía ningún libro –según nuestro conocimiento actual– que compilara lo que se sabe sobre la partería en este continente y sus avances académicos. Así que decidimos intentar por nosotras mismas. Lanzamos una convocatoria en noviembre de 2017, esperando encontrar luces desde diferentes autorías sobre el tema, y como si de encontrar hadas en un bosque se tratara, surgió este libro: Parterías de Latinoamérica: Diferentes territorios , mismas batallas, como resultado de nuestra búsqueda intensa. Lo consideramos un paso pionero en la compilación de resultados de investigación científica dedicada a explorar y entender qué pasa con la partería en nuestros países actualmente y en su sendero histórico, a veces similar y a veces distinto a las historias anglosajonas y europeas.

      Las autoras que colaboran en esta obra nos han descrito su trabajo como un camino en soledad, y que por lo mismo, nos ha invadido un sentimiento de alegría al encontrarnos y fortalecer en el continente esta línea de investigación, porque ante el arrinconamiento en que se ha visto la práctica de la partería y su correspondiente estudio, surge la suma de un nosotras desde una mirada latinoamericanista que a su vez dibuja particularidades según el contexto en que se describe la acción. Desde nuestra mirada hacia el futuro, profesamos que esta compilación será el umbral que de paso a una línea de investigación sobre partería consolidada en América Latina, por otros y otras colegas interesadas en el tema, con el optimismo que nos da trabajar temas relacionados con el comienzo de la vida humana.

      En este sentido, hemos querido retomar el libro “Parteras, Sociedad y Nacimiento: Debates y Controversias en el Periodo Moderno”, como un referente y como un objeto de homenaje para esta obra. En 1997, el debate sobre la partería en los países anglosajones y europeos llevaba ya décadas. Según Brigitte Jordan (1993, 1973 primera edición, véase también Laako 2017), –quien es considerada como “la partera” de estudios sobre la partería en los Estados Unidos– comenta que antes de la aparición de su obra Birth in Four Cultures: A Crosscultural Investigation of Childbirth in Yucatan, Holland, Sweden and the United States, ni el parto ni la partería habían sido estudiados en las Ciencias Sociales.

      La mayoría de fuentes y estudios que se encontraban sobre el tema eran de médicos o de algunos antropólogos enfocados más en los rituales, que en el significado social, incluso político, del parto, de la parturienta y del rol de quienes asistían en ese evento, considerado como “una crisis” universal en todas partes del mundo, sin embargo, con significados y reglas muy diferentes según el contexto. Es así que Jordan (1993) diseñó su estudio comparativo sobre el parto y construyó su concepto de conocimiento autoritario, semejante a las teorías de su contemporáneo más famoso, Michel Foucault. En otras palabras, con conocimiento autoritario y autorizado, Jordan (1993) se refería a las prácticas culturales con que se llevan a cabo los partos y que son culturalmente construidos y se forman como conocimientos “superiores” en las sociedades. De ahí se explican, en muchas maneras, el rol y la historia de las parteras y su posición frente al sistema biomédico moderno.

      Así, Jordan argumenta que los partos y la partería deberían formar parte del estudio en las Ciencias Sociales como prácticas socialmente construidas, y nosotras agregaríamos que también tendrían que ser reestudiadas desde la medicina de la nueva era, para poder recuperar los saberes y prácticas que como resultado de la racionalización y legitimación de los conocimientos médicos –y su correspondiente asociación con la tecnomedicina que ha convertido el embarazo y el parto en procesos altamente medicalizados y enajenantes, aún en mujeres sanas– han investido a la Ciencia Médica moderna con el saber autorizado por antonomasia, degradando al resto de los conocimientos como si de algo con nula o poca valoración se tratara; en especial los saberes de las mujeres sanadoras y parteras, desde el medievo y hasta nuestros días (véase Gómez-García, 2017; Blázquez, 2008; Ehrenreich y English, 2006 y Michelet, 1987, entre otros).

      A partir del trabajo mencionado de Jordan (Op Cit), los estudios sobre la partería se han expandido considerablemente, y hoy se encuentran muchas investigaciones comparativas alrededor del mundo que ocasionalmente incluyen estudios sobre la partería en países de América Latina; sin embargo, predominan los países anglosajones (por ejemplo, Davis-Floyd y Sargent 1997, Abreu et al 2006; Ehrenreich y English 2006; Federici 2010; Davis-Floyd 2001 y su número especial, Craven 2010; Staples, 2008; Carrillo 1999, 1998 y 2002; Sánchez, 2015, 2016, entre otros). Esta literatura académica ha logrado, entre otras cosas, darles su lugar histórico a las parteras, explicar el proceso de expansión biomédica que desplazó el lugar de la partera, incluyendo la emergencia de la profesión de enfermería como competencia, el rol de la partería como profesión antigua de las mujeres, la campaña de desprecio hacia las parteras y la emergencia de la partería profesional, como también el posicionamiento complejo de las parteras tradicionales e indígenas alrededor del mundo. Así, ahora la investigación ha logrado ubicar los partos dentro del análisis de las Ciencias Sociales en cuestiones relacionadas con las estructuras de poder y la medicalización de la sociedad, y la invisibilización de las mujeres-madres como protagonistas principales del parto.

      En este estado del arte de la investigación académica sobre la partería, nos ha resaltado la obra de Marland y Rafferty (1997) como primer libro que examina con gran cuidado las vidas y el trabajo de las parteras en los siglos IX y XX en Suecia, Dinamarca, Italia, Inglaterra, España, Holanda, y los Estados Unidos como estudios interdisciplinarios desde la historia, la sociología, la medicina y otras ramas de las Ciencias Sociales. En los capítulos del libro mencionado, nos exponen un panorama más complejo e interesante sobre el rol y la evolución del trabajo de las parteras cuestionando las suposiciones más convencionales.

      Dicha obra devela además que las batallas de las parteras eran un reflejo o incluso una metáfora de las luchas y los debates más amplios sobre la raza, sobre la clase social, y sobre el género que han energizado la historia de la medicina durante los últimos años. En estos debates, fueron la profesionalización de la atención al embarazo y nacimiento, el desarrollo y uso de la tecnología para la obstetricia y la institucionalización del parto, los mayores enemigos de las parteras en los siglos IX y XX en Europa, ya que significaron su paulatino desplazamiento y desaparición, similar a lo que ha ocurrido en América Latina, según se puede constatar en nuestro propio libro.

      Por otra parte, Marland y Rafferty dan cuenta de que es precisamente la organización internacional de las parteras durante el periodo de entreguerras en Europa lo que benefició de manera fundamental la sobrevivencia de la partería, aunque esta organización profesional implicó frecuentemente la necesidad de


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