La crisis del patriarcado. César Hazaki

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La crisis del patriarcado - César Hazaki


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cada familia se proveía a sí misma, no perdía de vista que su pertenencia al linaje establecía la colaboración entre sus integrantes. Todas las crónicas dan cuenta de una cultura altamente competitiva y guerrera, es decir que vivían bajo los ideales viriles propios de la dominación masculina.

      El mito

      En la cultura selk´nam un miedo permanente de los varones era la posibilidad de que las mujeres tomaran el poder. Lo consideraban un peligro inminente, este miedo los hacía estar convencidos de que debían sostener a toda costa la alianza entre hombres -la que siempre era reforzada en la vida conyugal y familiar, el ejemplo mencionado más arriba del reparto de lo conseguido en la caza lo demuestra- por eso los varones se obligaban a mantener el secreto de cómo habían logrado dominarlas. La fisura de esta alianza, miedo muy concreto de que un hombre le contara a su mujer el secreto del Hain, ponía en cuestión todo el sistema de creencias y valores patriarcales, lo que no podía permitirse de ninguna manera y bajo ninguna circunstancia.

      Las mujeres, en el tiempo mítico, tenían clara conciencia de que los hombres eran más fuertes y estaban armados y que de comprender la situación se hubieran rebelado y asesinado a las mujeres. Era necesario que los varones aceptaran a estos espíritus caprichosos y tiránicos -que no eran otras que las propias mujeres de la comunidad disfrazadas muy elaboradamente- que supuestamente surgían desde el centro de la tierra o bajaban del cielo a la gran choza ritual.

      Mientras los hombres creían en el Hain, proveían a los “espíritus” de la choza ritual toda la comida que se les pedía, dentro ella las mujeres se divertían y se burlaban de la ingenuidad masculina. Todo iba bien hasta que Sol (dios masculino) pasó por la choza y observó la verdad: que los espíritus eran las mujeres disfrazadas y que estaban ensayando las próximas escenas para atemorizar a los hombres. No hizo falta más para que el Sol comprendiera que todo era una farsa teatral para mantener sojuzgados a los hombres.

      Los varones se organizaron y rebelaron. Organizaron la matanza de todas las mujeres, excepto las pequeñas. Conquistado el poder, muertas todas las mujeres adultas, había que construir un mito acorde -recordar que la historia la escriben los que triunfan- para ir moldeando a esas niñas en las futuras adultas selk´nam. Como vemos no se esforzaron mucho, no hubo un alarde de creatividad por partes de esos varones que tomaron el poder contra las mujeres, simplemente invirtieron el mito. A las pequeñas niñas las criaron hombres bajo el mismo mito del Hain que contaría la historia al revés, en ella los hombres encarnarían a los espíritus que de aquí en más sometería a las mujeres. A partir de ese momento los hombres disfrazados se recluirían en la choza grande para generar allí las representaciones teatrales que aterrorizarían a los niños y las mujeres.

      La lógica de esta dominación masculina era que las mujeres -criadas bajo el terror a este relato mítico- creerían a pie juntillas en él y vivirían sometidas a estos espíritus crueles y caprichosos del Hain, que recordemos se trató sencillamente de invertir lo que contaba el Hain original inventado por las mujeres del tiempo mítico. Para ellas, esas niñas criadas por los varones, quedó así constituida la prohibición de conocer o averiguar cuál era la verdad del ritual y la identidad de esos seres disfrazados de espíritus atemorizantes -los hombres de su propia tribu-. Cualquier mujer que intentase hacerlo era asesinada sin dilación.

      El mito mostraba cómo y por qué los hombres se rebelaron contra las mujeres, fundamentaba el que la tierra se heredara por vía de los varones y el por qué nunca debía permitirse que las mujeres tomaran decisiones importantes. De lo anterior se desprende el profundo temor a las mujeres que tenían los varones selk´nam y cómo este miedo cohesionó a los varones.

      Vemos así cómo, en esta cultura patriarcal, el ritual de pasaje de los varones es de central importancia, dado que sobre el mismo gira la condición de la dominación masculina, la salida exogámica, las condiciones de la herencia y el pacto contra las mujeres, parte del mismo era la habilitación para matar a la propia esposa si ésta sospechaba o quería averiguar sobre el Hain. El ritual soldaba al joven al poder masculino. Pero no era lo único, también ordenaba asuntos dentro de la alianza entre varones. El objetivo de la ceremonia llegaba a su conclusión central: pertenecer a la categoría de hombre adulto implicaba pactar con los varones el domino permanente sobre las mujeres.

      Sexualidad y El Hain

      El Hain marcaba el pasaje a la adultez, se trataba de dejar la infancia y ganar el derecho a tener una familia propia. Era la forma en que los mayores iban tolerando la inclusión y competencia de las nuevas camadas de varones. Así la sexualidad adulta estaba vinculada a obligaciones:

      a) Se debía aprender a sostener como cazador a la familia, lo que implicaba el conocimiento de cómo producir las herramientas y las armas para tal efecto.

      b) Era necesario preservar entre los hombres los secretos que se transmitían durante El Hain. Secreto que era reforzado en la vida cotidiana.

      c) Era una obligación masculina mantener el dominio sobre las mujeres, empezando por la propia esposa.

      d) Se establecía cómo elegir una esposa, es decir daba las pautas exogámicas.

      e) Atravesar el ritual levantaba una amenaza de castración que pesaba sobre los jóvenes, durante su niñez les habían advertido que las relaciones sexuales prematuras impedirían su crecimiento. Siendo adulto, es decir habiendo sobrevivido al ritual de iniciación, esta amenaza desaparecía.

      Conclusiones

      El Hain era un tiempo de sociabilidad de características extraordinarias. Su organización y preparación demuestran que se trataba de una institución cultural importantísima, tanto desde el punto de vista social como de la transmisión ideológica que producía al servicio del patriarcado.

      Como mito, el Hain, nos plantea un primer asunto: si efectivamente ese matriarcado existió o no. Nada de lo que conocemos hasta ahora permite afirmarlo. Lo que es evidente es que los hombres selk´nam proyectaron su terror en las mujeres y que el mismo fue la base de su alianza para mantener férreamente la dominación masculina.


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