Amenaza Principal. Джек Марс

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Amenaza Principal - Джек Марс


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no está unida al resto de los Estados Unidos.

      Swann miró a Trudy.

      –Ay, —dijo Ed. —Lección de geografía. Eso ha tenido que doler.

      –¿Podemos hablar de otra cosa? —dijo Murphy. —¿Por favor?

      Luke miró a Trudy Wellington, sentada a su lado. Estaba acurrucada en el sofá en una pose habitual en ella, con las piernas cruzadas debajo. Podría estar sentada en el sofá de su casa, comiendo palomitas de maíz y a punto de ver una película. Su cabello rizado le colgaba y sus gafas rojas estaban en la punta de su nariz. Se estaba desplazando por una pantalla.

      –¿Trudy? —dijo Luke.

      Ella levantó la vista. —¿Sí?

      –¿Qué estamos haciendo aquí?

      Ella lo miró fijamente. Sus ojos encantadores se abrieron de sorpresa.

      –La mejor suposición —dijo él. —¿Quiénes son los terroristas, qué quieren, por qué han atacado una plataforma petrolera y por qué ahora?

      –¿Eso te va a ayudar? —contestó ella. —Quiero decir, ¿con la misión?

      Luke se encogió de hombros. —Podría. Parece que estamos a ciegas acerca de todo y nadie parece interesado en iluminarnos ni un poco.

      –O hablar con nosotros, en cualquier caso —dijo Murphy. Seguía mirando a los hombres al otro lado del cristal.

      –Está bien —dijo Trudy. —Os voy a contar la parte fácil, primero. ¿Por qué atacar una plataforma petrolera y por qué ahora? Después haré una suposición muy confusa acerca de quiénes son y lo que quieren.

      Luke asintió con la cabeza. —Somos todo oídos.

      –Voy a suponer que nadie tiene conocimiento previo, —dijo Trudy.

      Ed Newsam estaba tan relajado en su sillón que parecía que podría caerse al suelo. —Esa es probablemente la suposición más cierta que he oído en todo el día.

      Trudy sonrió. —El Océano Ártico se está derritiendo —dijo. —La gente, los países, los medios de comunicación, las grandes corporaciones, todos debaten sobre los efectos a largo plazo del calentamiento global, o si es que existe. El consenso entre la gran mayoría de los científicos es que está pasando. Nadie está obligado a estar de acuerdo con ellos, pero lo que no se puede negar es que las capas de hielo polares, que en gran medida están congeladas desde el comienzo de la historia humana, ahora se están derritiendo, que lo están haciendo rápidamente y a un ritmo acelerado.

      –Terrorífico —dijo Mark Swann. —El fin del mundo tal como lo conocemos.

      –Y me siento bien —agregó Murphy.

      Trudy se encogió de hombros. —No vayamos tan lejos. Quedémonos solo con lo que sabemos. Y lo que sabemos es que, cada año, el Océano Ártico tiene menos hielo que el año anterior. En poco tiempo, posiblemente dentro de nuestras vidas, puede que el hielo desaparezca completamente. Ya, la capa de hielo es más delgada y cubre menos superficie, durante menos meses del año, que en cualquier otro momento que sepamos.

      –Y esto significa… —dijo Luke.

      –Significa que el Ártico se está abriendo. Se abrirán rutas de envío que nunca antes habían tenido tráfico. En este lado del mundo, estamos hablando del Paso del Noroeste, que se extiende entre islas canadienses y que Canadá considera dentro de su territorio soberano. En el otro lado del Ártico, estamos hablando del Paso del Noreste, que bordea la costa norte de Rusia y que Rusia considera sus aguas territoriales. En particular, cuando el hielo se abra para siempre, el Pasaje del Noreste ruso se convertirá en la ruta de envío más corta y rápida entre las fábricas de Asia y los mercados de consumo en Europa.

      –Y si los rusos lo controlan… —comenzó Murphy.

      Trudy asintió con la cabeza. —Correcto. Controlarán la mayor parte del comercio mundial. Pueden gravarlo, cobrar aranceles y los puertos rusos, que han sido en su mayoría puestos avanzados congelados durante cientos de años, pueden convertirse repentinamente en puertos de escala.

      –Y, si así lo desearan, podrían…

      Trudy seguía asintiendo. —Sí, podrían cerrarlo. Mientras tanto, el Pasaje del Noroeste es un poco incierto. Si miras un mapa, realmente es parte de Canadá. Pero Estados Unidos quiere reclamarlo, potencialmente creando conflictos entre dos países vecinos, aliados a largo plazo y socios comerciales.

      –Así que piensas que los rusos… —comenzó Ed.

      Trudy levantó una mano. —Pero eso no es todo. Hay ocho países que rodean el Océano Ártico. Los Estados Unidos, Canadá y Rusia, por supuesto, pero también Suecia, Noruega, Islandia, Finlandia y Dinamarca. Dinamarca reclama la posesión del territorio de Groenlandia. Y la cuestión más importante es que se cree que un tercio de las reservas mundiales de petróleo y gas natural, que aún están sin explotar, se encuentran bajo el hielo del Ártico.

      Todos la miraron.

      –Todos quieren esos combustibles fósiles. Los países que no tienen reclamaciones válidas de territorios en el Ártico, como Gran Bretaña y China, también están participando en la acción, buscando construir alianzas y obtener derechos de perforación. China ha comenzado a referirse a sí misma como un país cercano al Ártico. Gran Bretaña ha comenzado a hablar mucho sobre sus socios del Ártico.

      –Eso no explica quién lo hizo —dijo Luke.

      Trudy sacudió la cabeza y sus rizos rebotaron un poco. —No. Como he dicho, primero os estaba contando la parte fácil. ¿Por qué atacar una plataforma petrolera en el Ártico y por qué ahora? La respuesta es que la carrera por los recursos naturales del Ártico está en marcha y que va a ser una carrera a muerte. Las personas van a ser asesinadas, de la misma forma en que las han estado asesinando desde que se descubrió el petróleo en Oriente Medio, a principios del siglo XX. El Ártico es un punto de inflexión emergente para la competición entre las principales potencias y, como resultado, para la violencia e incluso la guerra. Es lo que viene.

      Luke sonrió. Trudy siempre parecía tener las respuestas, pero a veces necesitaba que la sacudieran un poco para compartir sus conclusiones.

      –Entonces… ¿quién ha sido?

      Pero ella no estaba lista para jugar a ese juego. Se limitó a negar con la cabeza otra vez.

      –Imposible decirlo con certeza. Hay más actores aparte de aquellos países involucrados. Hay grupos indígenas repartidos por todo el Ártico, como esquimales, aleut, inuit y muchos otros. Todos estos grupos están preocupados por el nuevo interés en el Ártico. Están preocupados por la pérdida de sus tierras, sus culturas y sus derechos tradicionales de caza. También están preocupados por los vertidos de petróleo y otros desastres medioambientales. En general, los pueblos indígenas no tienen una historia de buenas experiencias con países poderosos y grandes corporaciones. Están muy recelosos de lo que se avecina y algunos de los grupos que ya están radicalizados.

      –Pero son lo suficientemente grandes y están bien entrenados…

      –Por supuesto que no —dijo Trudy. —No por sí mismos. Pero no podemos dejar de pensar que cualquiera esté actuando por su cuenta. Hay docenas de grupos ecologistas, varios de los cuales también están radicalizados. Hay grandes corporaciones, especialmente compañías petroleras, compitiendo por un puesto. Hay países de Oriente Medio que se preguntan si la exploración petrolera en el Ártico está a punto de dejarlos en la estacada. Y, por supuesto, están Rusia y China.

      –La pancarta —dijo Luke.

      –Sí. La pancarta llama hipócritas y mentirosos a los Estados Unidos. Eso no nos dice mucho, pero su sencillez y la sintaxis ilegible indica que las personas que escribieron la pancarta no son hablantes nativos de inglés. Mientras


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