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el protectorado de Francia con todas sus consecuencias.» En apariencia, la monarquía permanecía pero, de facto, el general francés residente lo decidía todo.

      Sin embargo, el punto principal del tratado era otro artículo que enumeraba las «disposiciones destinadas a garantizar el derecho de los nacionales franceses a adquirir propiedades en la isla de Madagascar». Dos semanas después de la firma del tratado comenzó la resistencia de los menalambos (los «togas rojas»), que en 1896 se había extendido a Imerina, Alaotra-Mangoro y la región de los betsileo. El objetivo de la revuelta era devolver el trono a la reina y recuperar la independencia. El 6 de agosto de 1896, la colonización se completó.

      En Francia, la Asamblea Nacional votó los textos que declaraban Madagascar «colonia francesa» y establecían la «abolición de la realeza en Imerina». El 16 de septiembre de 1896, el general Gallieni llegó a Antananarivo para sofocar la revuelta. El 15 de octubre, el general Rainandriamampahandry, comandante en jefe del ejército malgache, y el príncipe Ratsimamanga, tío de la reina, fueron ejecutados. En febrero de 1897 se ordenó la deportación de Ranavalona III a la isla de Reunión, y posteriormente a Argelia, con el fin de alejar a ese símbolo de la nación malgache. La monarquía quedó abolida del todo. Madagascar ya no tenía más fronteras que el mar y una diplomacia humillante para la Gran Isla: fue el momento de la «política de razas» decretada por Gallieni y de la fiscalidad colonial en todos los ámbitos, tanto en el económico como en el cultural y el social.

      El despertar malgache

      Paradójicamente, si bien no conlleva una situación de libertad, igualdad y fraternidad (excepto para los colonos), la colonización contribuyó en parte al despertar de las ideas de libertad. La República trajo a Madagascar sus principios fundacionales. Las élites malgaches recuperaron el lema «Libertad, Igualdad, Fraternidad» en su lucha por la independencia.

      El movimiento patriótico malgache se desarrolló con bastante rapidez. A pesar de todos sus conocimientos militares, el general Gallieni tuvo que llevar a cabo numerosas campañas, entre 1896 y 1905, para asegurar la «pacificación» de la isla ante las múltiples resistencias campesinas.

      Durante la Primera Guerra Mundial, un movimiento patriótico clandestino con el poético nombre de Vy vato sakelika, «Hierro, Piedra, Ramificación» (el VVS), se mostró muy activo, aunque fue severamente reprimido: el pastor Ravelojaona, que era uno de sus líderes, fue arrestado en 1916. La oposición tomó entonces un cariz republicano al expresarse a través de periódicos como Le Réveil malgache, L'Aurore malgache, L'Opinion o Le Libéré, apoyados desde Francia por los partidos de izquierdas.

      Durante la Segunda Guerra Mundial, tan pronto como el ejército británico y las fuerzas francesas libres depusieron la administración colonial de Vichy (los británicos desembarcaron en Diego Suárez en 1942 y solo se marcharon por la insistencia del general de Gaulle), Madagascar hizo una importante contribución al esfuerzo bélico por la liberación de Europa. Soldados profesionales malgaches partieron a luchar contra los ejércitos nazis en Francia, lo que llevó a los patriotas de la Gran Isla a reivindicar la independencia una vez más: «¡Procuramos la libertad a los que nos la niegan!»

      El 29 de marzo de 1947, el Mouvement Démocratique de la Rénovation Malgache (MDRM) de Joseph Ravoahangy desencadenó una insurrección general que se extendió por toda la isla. La contraseña era vorona (pájaro). Esta guerra de guerrillas duró 21 meses. El número de víctimas fue alto: cien mil personas muertas. Los dirigentes del MDRM fueron ejecutados sumariamente; los diputados Rabemanjara, Ravoahangy y Raseta, inicialmente condenados a muerte, fueron indultados y deportados a Francia.

      Sin embargo, el MDRM solo había exigido la aplicación de la Constitución francesa de 1946, que establecía: «Francia se propone conducir a los pueblos bajo su control a la libertad de administrarse a sí mismos».

      A lo largo de los doce años siguientes, las revueltas nunca volvieron a tener tal magnitud, ya que el ala radical del movimiento patriótico quedó diezmada. Los deportados fueron considerados símbolos de la resistencia. El diputado poeta Jacques Félicien Rabemananjara escribió en la cárcel O liberté. He aquí un extracto de este célebre poema: «Fútil abrazo de horizontes. La misma bóveda del cielo estallará. ¡Madagascar! Te saludo. ¡Isla! Desde los confines de mis tormentos, ¡te adoro! ¡Tu belleza! ¡Mi mano derecha la sostiene hasta la altura de las estrellas, Madagascar!».

      La vida política se estructuró utilizando los espacios de libertad existentes y apoyándose en cada reforma, como la Ley marco redactada por Gaston Defferre, ministro socialista de ultramar, en 1956. Sin embargo, a pesar de las reformas estructurales y los cambios institucionales, Madagascar no recuperó su independencia hasta que el general De Gaulle dio un impulso radical a la política francesa («Mañana volverás a ser un estado», discurso de Antanananarivo del 22 de agosto de 1958). Para el líder de la Francia libre, la colonización era un anacronismo.

      El 26 de junio de 1960, la opción radical fue sellada por una declaración franco-malgache: «La República Malgache accede a la soberanía internacional y la independencia en pleno acuerdo y amistad con la República Francesa».

      Consecuencias de la colonización

      Los nostálgicos del colonialismo hablan de los 25.000 kilómetros de carreteras, de equipamientos como los puertos de Toamasina y Antsiranana, del desarrollo de las ciudades, de la expansión de los ferrocarriles, de la organización territorial... Sin embargo, el pueblo malgache que vivía en aquella época matiza estos hechos innegables recordándonos que estas estructuras fueron construidas por indígenas que no recibían ningún pago y que trabajaban, en la mayoría de casos, bajo coacción, o incluso bajo agresiones físicas. En cuanto a los equipamientos y las infraestructuras, su único propósito era obtener provecho del país y saquear sus materias primas para beneficio de los empresarios, colonos y especuladores franceses, es decir, en última instancia, de la potencia colonial. Por otra parte, en lo que respecta a la educación y la salud, la evaluación es unánime: la mortalidad disminuyó, la población se duplicó —de tres a seis millones de habitantes— y, en 1958, uno de cada dos niños iba a la escuela.

      La Primera República (1960-1972)

      El 14 de octubre de 1960 es el día de la independencia. A partir de entonces la vida política experimenta una efervescencia sin precedentes. Se crean muchos partidos. Se produce una bipolarización entre el Partido Socialdemócrata (PSD) y el Partido del Congreso de la Independencia (AKFM). A su regreso del exilio, los diputados «rebeldes» de 1947 participaron activamente en los debates.

      Philibert Tsiranana, líder del PSD, fue elegido presidente de la República en 1960 (y reelegido en 1965). Las instituciones que se crearon eran muy similares a las de la Quinta República Francesa. La Gran Isla desarrolló inmediatamente una diplomacia activa, con la apertura de embajadas en todo el mundo, la creación de la Organización de la Comunidad Africana y Malgache (OCAM) y un papel activo en la Organización para la Unidad Africana (OUA).

      En el plano interno, a pesar de algunas iniciativas para el desarrollo agrícola y la industrialización, el régimen se estancó. La oposición criticó esta inacción, señaló que en muchos ámbitos la independencia era solo formal y que la política del presidente Tsiranana era «neocolonialista». De hecho, las empresas francesas y los colonos de la isla de Reunión conservaron la mayoría de sus privilegios y siguieron dominando la economía. El transporte era cada vez más inadecuado y la urbanización se volvía anárquica. Además, el acceso del PSD a los poderes del estado fue acompañada de apropiaciones indebidas de bienes públicos, corrupción y privilegios.

      Solo la escolarización podía incluirse en los activos del gobierno. Pero este esfuerzo sostenido contribuyó precisamente a su caída...

      La oposición se centraba en el AKFM, dirigido por el pastor Andriamanjato, y en el Movimiento Nacional para la Independencia de Madagascar (MONIMA), fundado por Monja Jaona.

      A principios de la década de 1970, los estudiantes cuestionaban cada vez más la sumisión del presidente a los grupos de presión empresariales de la antigua potencia colonial. Frente a los hit parade que llegaban de Francia y América, decenas de


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