Dijo el Buda.... Osho

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Dijo el Buda... - Osho


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robó en el palacio del rey, y cuando estaba escapando los guardias lo descubrieron y le siguieron. Se hallaba en gran peligro. Llegó a la orilla de un río y los soldados a caballo le seguían de cerca, y el río era ancho y no había puentes a la vista. Estaba asustado, la noche era fría… ¿Qué hacer?

      No tenía ninguna posibilidad, y entonces vio a un sannyasin sentado bajo un árbol. Se quitó la ropa, quedándose desnudo, cerró los ojos y empezó a meditar. Sí, claro, lo pretendía, porque no sabía qué era meditar. También tú puedes pretenderlo, cerrar los ojos y sentarte en la postura del loto. Así que él cerró los ojos.

      Llegaron los guardias, la policía. No hallaron a nadie. Sólo a dos sannyasines. Les tocaron los pies en señal de respeto. El ladrón empezó a sentirse mal interiormente, culpable. «Esto no está bien –pensó–. Soy un ladrón, y esta gente toca mis pies. Y sólo soy un pseudosannyasin. Si se ofrece tanto respeto a alguien que no lo es, ¿qué sucedería si realmente lo fuese?». Un rayo de luz entró en su vida. Abandonó su vida anterior y se convirtió en sannyasin.

      Su fama se extendió. Un día llegó el rey a tocarle los pies. Y el soberano le preguntó: «¿Cómo le ocurrió? ¿Cómo renunció al mundo? Yo también espero, sueño con el día en que también recibiré tan maravillosa bendición. Dios me dará coraje para renunciar a todo. ¿Cómo renunció usted a todo, señor? Cuénteme su historia. Eso me dará valor».

      El antiguo ladrón empezó a reírse. Dijo: «Te lo contaré. De hecho, me ayudaste mucho… tus soldados me perseguían».

      El rey dijo: «¿Qué quiere decir?». Y le relató toda la historia. Dijo: «Y cuando vi que un pseudo sannyasin como yo –un ladrón, un asesino– podía ser respetado, de repente me fue imposible seguir como hasta entonces. Me sentí tan bien cuando tocaron mis pies… Nunca me había sentido así hasta entonces, ¡fue un momento tan bello…! Y desde entonces he meditado, y desde entonces he renunciado al mundo, y soy muy feliz. He llegado a casa».

      El Buda dice que incluso aquellos que se alegran al ver a otros observando la ley… No condenéis nunca, aunque a veces sea posible; siempre es posible. Igual que hay monedas de verdad, también las hay falsas. Cuando se confiere tanto respeto a los sannyasines, también habrá gente que sean impostores. Pero ésa no es la cuestión. ¿A quién pueden engañar? ¿Qué pueden timaros? ¿Qué es lo que tenéis? Alegraos.

      «Un shramana le preguntó al Buda: «¿Podría ser destruida dicha bendición?»

      ¿Será algo temporal si nos alegramos de que otros mediten? El shramana ha escuchado, sabe que si meditas alcanzarás la beatitud eterna, pero alegrarse de que otros lleguen… ¿podrá terminar esa bendición?

      Dijo el Buda:

      «Es como una antorcha encendida cuya llama puede transmitirse a cuantas antorchas pueda traer otra gente. Y con ellas prepararán alimentos y disiparán la oscuridad, mientras que la antorcha original seguirá ardiendo siempre igual. Lo mismo ocurre con el gozo del camino».

      El Buda está diciendo que quienes siguen el camino alcanzan la beatitud, pero que también lo hacen quienes se alegran al ver que tanta gente sigue el camino. Y no sólo de momento, temporalmente, sino que su beatitud también es eterna. De hecho, al alegrarse se han convertido en compañeros de viaje. En su fuero interno han iniciado el viaje; el externo vendrá a continuación… Pero eso no es lo importante.

      Pero cuando condenas a quienes siguen el camino, cuando condenas a los que rezan y meditan, cuando condenas a los que de algún modo intentan sentir y palpar en la oscuridad en busca del camino, te estás condenando a ti mismo. Te estás maldiciendo a ti mismo. Tus puertas permanecerán cerradas, tu potencialidad no será más que eso, y nunca se actualizará.

      Eres como una semilla, y si alguien ha florecido debes alegrarte, porque en esa alegría tú también empiezas a florecer. No digas que no son flores sólo porque no te haya sucedido a ti. Si dices que no son flores por esa razón, entonces estás diciendo que no es posible para nadie…

      Friedrich Nietzsche dice lo mismo: «¿Cómo puede existir ningún Dios? Si hubiese algún Dios entonces yo sería Dios. Si no lo soy, no puede haber ninguno. ¿Cómo puedo tolerar la idea de que lo sea otro? Imposible, no puedo permitirme tal pensamiento». Y por eso afirma: «Dios está muerto, Dios no existe».

      Pero entonces el hombre está en un limbo permanente. No hay posibilidad de ascender. Puedes crecer en edad, hacerte viejo, pero nunca creces, nunca te conviertes en adulto. ¡Recuérdalo! Hacerse viejo o crecer en edad no es crecer. Crecer significa precisamente eso… crecer, crecer hacia arriba. Envejecer es un proceso horizontal, mientras que crecer es vertical.

      Crecer significa crecer como un árbol. Envejecer es como un río… sigue siendo horizontal, no cambia de nivel, de plano.

      Si alguien crece, alégrate. Al menos un ser humano se ha convertido en buda. Bien, ha mostrado el camino. De hecho, en él se han hecho budas en esencia todos los seres humanos, porque todo lo que puede sucederle a un ser humano puede sucederle a todos los demás.

      Puede que convertirnos en budas nos cueste varias vidas, pero eso no importa. Un hombre lo ha conseguido, ha demostrado la posibilidad. Tal vez debamos esperar mucho, pero podemos hacerlo, porque ese amanecer está cada vez más cerca. Llegará; le ha llegado a alguien, y también nos llegará a los demás. Está oscuro y la noche es muy larga, pero ahora existe la esperanza.

      Alegrarse con un buda es crear esperanza para uno mismo. Entonces la vida deja de ser desesperante. Una vida desesperante es una vida aburrida, y una vida esperanzadora, la posibilidad, la probabilidad… de que nos suceda tras muchísimas vidas… en realidad no tiene importancia, podemos esperar, pero con esperanza.

      Es como una antorcha prendida, cuya llama puede dispensarse a todas las otras antorchas que traiga la gente. Y con ella prepararán alimentos y disiparán la oscuridad, mientras que la antorcha original seguirá ardiendo igual. Lo mismo ocurre con la beatitud del camino.

      Basta por hoy.

      5. LA VERDAD MÁS ALLÁ DE LA MAGIA

      Dijo el Buda:

      «Es mejor alimentar a un hombre bueno que a cien malos.

      »Es mejor alimentar a uno que observe los cinco preceptos del Buda que alimentar a mil hombres buenos.

      »Es mejor alimentar a un srotapanna que a diez mil que observen los cinco preceptos del Buda.

      »Es mejor alimentar a un skridagamin que a un millón de srotapannas.

      »Es mejor alimentar a un anagamin que a diez millones de skridagamines. Es mejor alimentar a un arhat que a cien millones de anagamines.

      »Es mejor alimentar a un pratyeka-buddha que a mil millones de arhatas.

      »Es mejor alimentar a uno de los budas tanto del presente como del pasado o del futuro que a diez mil millones de pratyeka-buddhas.

      »Es mejor alimentar a uno que está por encima del conocimiento, de la unilateralidad, de la disciplina, y de la iluminación, que a cien mil millones de budas del pasado, presente, y futuro.»

      Hablemos primero un poco acerca de la enfermedad llamada ser humano. El ser humano es una enfermedad porque en lo más profundo de su ser está dividido, no es uno. De ahí el continuo malestar, padecimiento, ansiedad, angustia, congoja, la indisposición. La esquizofrenia es una situación normal. No es que algunas personas se tornen esquizofrénicas, es que el ser humano nace esquizofrénico. Esto hay que comprenderlo bien.

      El ser humano nace con in-disposición, nace in-dispuesto. Cuando entras en el vientre de tu madre, el primer momento de tu vida se basa en dos padres, en padre y madre. El principio ya estaba dividido dualmente, hombre-mujer, yin-yang, positivo-negativo. La primera unidad de tu ser ya se hallaba basada en la división. Una de tus mitades proviene de un padre, y la otra mitad del otro. Desde el principio has sido dos.

      Así


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