Aportes de la biología del suelo a la agroecología. Marina Sánchez de Prager
Читать онлайн книгу.En Colombia, reconocido como uno de los países más violentos y desiguales del mundo «civilizado», en esta llamada «modernidad», la historia de la apropiación de la tierra es larga y dolorosa. De acuerdo con Oxfam (2016), actualmente, del total de área disponible para cultivo en Colombia, el 99 % está en manos de terratenientes —la mayoría dedicada a la ganadería extensiva— y solo un 1 % en manos de los campesinos (p. 25).
La agroecología, como movimiento social en Latinoamérica, surge desde la década del 70-80 del siglo pasado, influenciada por el movimiento ecológico de Brasil. En primera instancia, se centra en el ambientalismo al ser consciente de lo que significa el arrase de los bienes naturales por unas metas de economía salvaje. Luego ocurre una fase de transición donde se han logrado algunos avances, especialmente de parte de los movimientos campesinos que luchan por ser reconocidos como fuerza alternativa de desarrollo económico, social, político y ambiental. Por último, surge un periodo denominado ecopolítica, en Brasil, en 1986, el cual dio origen al Partido Verde y a movimientos sociales, como el Movimiento Sin Tierra que surge como fuerza política y ha llevado a la creación de instituciones, como el Ministerio de Agricultura, para los pequeños agricultores con alta influencia en la reparación de tierras, políticas de semillas, mercado de alimentos limpios, entre otros. Hoy, estas políticas y logros están amenazados por gobiernos de turno, tanto en Brasil como en otros países de Latinoamérica que han seguido su ejemplo, entre ellos, Colombia. Se requiere la acción de la sociedad en conjunto, sectores rurales y urbanos como fuerza de cohesión ciudadana que permita seguir la construcción de una sociedad agroecológica.
2.1. Conceptualización del suelo
2.1.1. El suelo desde escuelas afines a la revolución verde
Hay intereses subyacentes en el fondo de los acercamientos al concepto de suelos a pesar de estar rodeado, aparentemente, por un lenguaje científico y tecnológico. Se pueden distinguir claramente dos corrientes de pensamiento: una que ha servido de marco referencial a la revolución verde y otra que retoma la agroecología a partir de la construcción colectiva de comunidades, ciencia y tecnología.
Las conceptualizaciones han estado a cargo especialmente de pedólogos y edafólogos. Los primeros conceptualizan el suelo como cuerpo natural en constante evolución, resultado de cinco factores: material parental, clima, topografía, organismos y tiempo (Hernández et al., 2006, p. 16; Sánchez de Prager et al., 2007, p. 33; Towhid, 2013, p. 17). Los edafólogos, antes que en los componentes, enfatizan en la producción de cultivos: consideran el suelo como sustrato de soporte, «manto estructural proveedor por ejemplo de agua, como reactor, como sitio de reciclaje» y, en menor escala, como cuerpo complejo (Ibáñez, 2005; Zinck, 1995, p. 35).
Dentro de esta última escuela, en la Base Referencial Mundial del Recurso Suelo en Europa (WRB, por sus siglas en inglés) (2007) se incluye tecnosuelos, urbisuelos, sedimentos someros de lagunas y lagos, entre otros (Ibáñez y Manrique, 2015; IUSS, ISRIC y FAO, 2007, p. 94).
Por su parte, USDA Soil Taxonomy y el servicio de Conservación de Recursos Naturales (USDA y NRCS, 2014), dentro de contextos mencionados por Ibáñez (2006, 2010), han acuñado el concepto de zona crítica terrestre y ampliado la conceptualización de suelo a «todo el material desde la zona de contacto con la atmósfera hasta las aguas subterráneas, incluyendo regolitos, zona vadosa y acuíferos etc.» (Ibáñez, 2010, p. 20). En la portada de la versión en inglés de USDA Soil Taxonomy y NRSC (2014) se ilustra con el perfil de un suelo antrópico resultante de diferentes materiales (p. 1).
Se ha incluido como suelo a los regolitos extraterrestres «como elemento de la litosfera, emergida o no, de cualquier cuerpo planetario de tipo “terrestre”» (Ibáñez, 2010, p. 20; Targulian et al., 2010, p. 4), a partir de discusiones planteadas en diferentes encuentros científicos internacionales, como el primer Simposio del Congreso Mundial de Suelos en Brisbane, Australia, publicado en Soil Science Australia (2010) y en el vigésimo World Congress of Soil Science, realizado en Corea (2014), en el cual se conmemoró el nonagésimo aniversario de International Union of Soil Sciences (IUSS) - Soils embrace life and universe. En Río de Janeiro, Brasil, se celebró su versión vigésimo primera (agosto de 2018), tomando como punto de partida conceptualizar el suelo (World Congress of Soil Science, 2018).
Dentro de estas evaluaciones íntimamente ligadas a revolución verde se puede observar que su énfasis radica en aspectos físicos y químicos del denominado material parental procedente de la tierra como tal y/o actividad antropocéntrica, por ejemplo, al ser nutrido externamente en forma permanente. Desconocen la historia de la tierra y centran la definición del suelo como sustrato que soporta un cultivo y este se suplementa con productos de síntesis petroquímica. La dimensión ambiental está ausente y ambas tienen connotaciones altamente extractivistas.
2.1.2. El suelo desde la escuela agroecológica
A diferencia de las escuelas anteriores, desde la agroecología, el suelo constituye la piel de la Tierra con todas las connotaciones inmersas en el concepto de piel: tejido resistente, sensible, red flexible, dinámica, en continuo movimiento, que emerge, se transforma, recubre y protege la tierra, a partir de diferentes estrategias solo explicables desde lo colectivo (Sánchez de Prager et al., 2012, p. 31)
Los investigadores de la biología moderna y del pensamiento sistémico: Ilya Prigogine, Hermann Haken, Manfred Eigen, James Lovelock, Lynn Margulis, Humberto Maturana, Francisco Varela, Ludwig von Bertalanffy, entre otros, analizados por Capra (1998, 2003), establecen unas características de los sistemas vivientes en las cuales se enmarca el suelo vivo:
a) El suelo posee un patrón organizativo en red, de naturaleza altamente no lineal, que ha llevado al desarrollo de la matemática de la complejidad para poder explicarla. b) Se estructura y constituye un sistema abierto y cerrado, en una especie de contradicción que se expresa en complementariedades y donde la termodinámica clásica se queda corta en explicación. c) Lleva a cabo procesos metabólicos que le permiten retroalimentarse, autoorganizarse y ser autopoiético —capacidad de reproducirse—. d) Los procesos de regulación y autorregulación ocurren en un equilibrio fluyente que asegura su homeostasis. e) Fuera de ello, el suelo tiene mente que le permite acumular información y generar respuestas a través de diferentes estrategias, por ejemplo, mediante bucles metabólicos de retroalimentación (Capra, 1998, p. 122; 2003, p. 38; Morin, 1996, p. 47; Sánchez de Prager, et al., 2017, pp. 254-257).
2.2. La superficie terrestre: de material inorgánico a sistema vivo
Como se deduce de la primera parte del libro, la vida en la tierra, intra o extrarrestre surgió en el ambiente acuático, espacio que reunió las condiciones para que este evento vital emergente tuviese lugar, primero en formas unicelulares, luego pluricelulares y, en la actualidad, en ambas, probadas y adaptadas inicialmente a ambientes anaeróbicos y, posteriormente, a condiciones aeróbicas (Capra, 1998, p. 245; Kutílek y Nielsen, 2015, p. 32; Sánchez de Prager, Barrera et al., 2017, p. 254; Sánchez de Prager et al., 2012, p. 22).
¿Qué propició, entonces, que la biota emigrara a colonizar la superficie del planeta? Nuevamente el pensamiento sistémico nos permite reconstruir el tejido de la red que transformará para siempre a Gaia en planeta vivo y por ende al suelo.
Es preciso tejer la secuencia de eventos que van a tener lugar para que surja ese hito evolutivo que va a transformar la corteza terrestre de un ambiente inorgánico a uno orgánico altamente funcional. Para ello se requirió de:
a) La construcción paulatina de un ambiente propicio para la vida fuera del agua.
b) La transformación del material parental acumulado en rocas, fragmentos y polvo de rocas en minerales primarios y secundarios reactivos.
c) Cambios de ambientes anaeróbicos (anóxicos) a aeróbicos (óxicos) que favorecen la presencia de organismos que hicieron posible la colonización de este nuevo ambiente.
d) La disponibilidad de agua en el ambiente terrestre, dado su carácter de solvente universal