Viajar a Japón te rompe la tarde. El Monaguillo - Frikidoctor
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Editado por HarperCollins Ibérica, S.A.
Núñez de Balboa, 56
28001 Madrid
Viajar a Japón te rompe la tarde
© 2020, Sergio Fernández Meléndez
© 2020, José Fernando Señarís Romay
© 2020, HarperCollins Ibérica, S.A.
Todos los derechos están reservados, incluidos los de reproducción total o parcial en cualquier formato o soporte.
Diseño de cubierta e ilustración: Luis Doyague
Diseño de maqueta: María Pitironte
Fotos de los autores: Carlos López
Maquetación: Safekat
I.S.B.N.: 978-84-9139-584-3
Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.
Índice
Prólogo. Viajar a Japón te rompe la tarde
Capítulo 1. Si vas a Japón, no hagas planes ese día
Capítulo 2. El viaje más largo del mundo
Capítulo 3. Por fin llegamos a Tokio
Capítulo 4. El hotel y el chorrito
Capítulo 6. Genki Sushi, el restaurante mecánico
Capítulo 10. La cena con el señor Saito
Capítulo 11. Harajuku, el barrio de la gente que viste raro
Capítulo 12. El templo de Sensoji
Capítulo 14. El Instituto de Tecnología de Chiba y el profesor Fideo
Capítulo 15. La clase en el Instituto Cervantes de Tokio
Capítulo 16. Shinjuku y el restaurante donde te pescas la comida
Capítulo 17. Skeletonics en Hachioji
Capítulo 18. El terremoto falso
Capítulo 19. La cena con los Yumbo Dump
Capítulo 20. La feria del juguete de Tokio
Capítulo 21. El juego del ovni
A mi familia, a mis amigos Frikidoctor y Luís Salvador, a mi editora Olga Adeva y a toda la familia de El Hormiguero.
Sergio Fernández El Monaguillo
A mi padre, que siempre quiso que escribiera un libro. Aquí lo tienes papá. Eso sí, el primero ha tenido que ser con El Monaguillo.
José Señarís Frikidoctor
A los de Crepúsculo les encantaría vivir en Tokio porque se hace de noche muy pronto. Antes de que termine la telenovela del mediodía, ya se ha hecho de noche.
No es sitio para poner una empresa de placas solares y se venden muy pocas tarrinas de Nivea. Casi todo el mundo es blanco nuclear o, directamente, transparente. En Japón Iniesta puede pasar por rapero afroamericano.
A esto hay que sumarle que hay una humedad que pareces un bollito borracho de esos rellenos de licor. ¡Cómo se suda en Japón! No es el mejor lugar para trabajar haciendo mudanzas. Subes una cuesta y parece que vuelves del Camino de Santiago.
Tokio está lleno de luces y pantallas gigantes poniendo en bucle vídeos musicales de japoneses vestidos con ropa de colores que llevan seis cafés en el cuerpo y no paran de gritar. Se les ha ido la mano con las pantallas. Hay más televisiones que en la recepción de un bingo.
Es un sinvivir, estás más intranquilo que los padres de los niños de Stranger Things… Esos niños deberían centrarse en los estudios y dejar de ir a sitios en bicicleta.
Si mi madre viajara a Tokio y viera tantas luces encendidas, se volvería loca apagándolas. Las madres son muy de apagar las luces.
—¡Porque no hace falta tanta luz!
Y con esa afirmación te callan la boquita. Es verdad que a veces te preguntas quién pagará cada mes el recibo de la electricidad de Japón, ¡menudo disgusto se tiene que llevar ese señor!
Realmente no es la ciudad más silenciosa de la tierra, no está para desconectar y escribir