Ética y hermenéutica. Mauricio Montoya Londoño

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Ética y hermenéutica - Mauricio Montoya Londoño


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      Montoya Londoño, Mauricio

      Ética y hermenéutica : un diálogo entre Paul Ricoeur y John

      Rawls / Mauricio Montoya Londoño. -- Bogotá : Universidad de la

      Salle, 2011.

      280 p. ; cm.

      Incluye Bibliografía.

      ISBN 978-958-8572-39-0

      1. Ricoeur, Paul, 1913-2005 - Crítica e interpretación 2. Rawls, John,

      1921-2002 - Crítica e interpretación 3. Ética 4. Hermenéutica I. Tít.

      170 cd 21 ed.

      A1294328

      CEP-Banco de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango

      ISBN: 978-958-8572-39-0

      Primera edición: Bogotá D.C., junio de 2011

      © Derechos reservados Universidad de La Salle

      Edición:

      Oficina de Publicaciones

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      Guillermo Alberto González Triana

      Coordinación editorial:

      Sonia Montaño Bermúdez

      Corrección de estilo:

      Leonardo Cano

      Diseño de portada:

      Marca Registrada Diseño Gráfico Ltda.

      Imágen de portada:

      Mauricio Montoya Londoño

      Diseño y Diagramación:

      Marca Registrada Diseño Gráfico Ltda.

      Impresión:

      CMYK Diseño e Impresos Ltda.

      ePub por Hipertexto / www.hipertexto.com.co

      Queda prohibida la reproducción total o parcial de este libro por cualquier procedimiento, conforme a lo dispuesto por la ley.

      Introducción

      La filosofía antigua logra articular los elementos deontológicos y teleológicos de la acción humana desde una perspectiva que parece resquebrajada en las teorías modernas, sobre todo por la noción de sujeto trascendental y las concepciones de autonomía y libertad que defienden. Incluso en filósofos como Platón que se supone el estado supraceleste deslegitimaría la articulación entre lo normativo y lo teleológico por su carácter metafísico y ontoteológico, en realidad esto no sucede. En la parte final del libro primero de La república, Platón (2000: 37. 352c), a través de su personaje Sócrates, delibera sobre la importancia de su investigación, resaltando que no se trata de un asunto cualquiera porque se trata de una reflexión sobre la forma como los individuos han de vivir mejor{1}. Es decir, determinar el contenido de la justicia como virtud (τὴν δικαιοσύνην ἀρετὴν) implica establecer la manera como los miembros de la comunidad política han de ser felices: “Ciertamente, el hombre justo será feliz y el injusto desdichado”{2}. En Platón, la relación νόμος- διϰαιοσύνη queda sellada desde el principio, no solo desde la perspectiva moral, en cuanto la παιδείᾳ se ocupa de la σωφροσύνη, sino también políticamente porque a su vez, la διϰαιοσύνη tiene como meta la perfección de los hombres y tal no es posible sin la εὐδαιμονίᾳ.

      De esta manera, Platón (2000: 119. 420b) instaura una relación entre νομος, λόγος, δίϰαιον y εὐδαιμονίᾳ que -siendo importante a lo largo de toda la obra- se manifiesta en forma explícita en el libro cuarto, cuando Sócrates sostiene que no han constituido la πόλις con miras a que una clase particular sea especialmente feliz, sino que es conveniente que lo sea en el mayor grado posible la comunidad entera. Otro antecedente fundamental de esta relación, se encuentra en el libro segundo, cuando Platón (2000: 56. 369b) lleva a cabo la descripción de los elementos que propician el surgimiento de la ciudad-Estado. Allí, el filósofo griego establece que una πολις nace cuando los individuos en particular se encuentran en la imposibilidad de bastarse a sí mismos, y con el objeto de procurarse los bienes necesarios, deciden conformar las primeras asociaciones humanas. Esta identificación es importante porque el surgimiento de la ciudad-Estado representa la creación de la justicia institucional, y este nacimiento a su vez está marcado por el aspecto teleológico, en la medida en que el motor que propicia la necesidad de las convenciones, constituye la búsqueda de unos bienes que hagan posible la realización de la vida buena{3}.

      Este tema vuelve a ser fundamental en la filosofía moral de Aristóteles, quien sostiene en Ética a Nicómaco, que el objeto de la política es la consideración de lo bueno y lo justo{4}. En el pensamiento de Aristóteles la política es la ciencia más arquitectónica, por tanto, esta se ocupa del bien supremo: la εύδαιμονία; al tiempo que ella legisla lo que debe hacerse y lo que debe evitarse a través de la relación νόμος- διϰαιοσύνη. En el libro tercero de La política, cuando Aristóteles (2000: 81. 1280a 30- 1280b) realiza la investigación sobre la comunidad política, dice que ella no existe solo para la simple vida, sino sobre todo para la vida mejor. Por consiguiente, los intercambios comerciales, la ayuda mutua, las relaciones contractuales, así como las alianzas para la guerra, son elementos importantes para las comunidades humanas, pero no son los elementos que definen una πόλις como tal. Una πόλις verdadera, y no una tan solo de nombre, requiere las magistraturas comunes cuyo propósito consiste en establecer justicia entre las relaciones mutuas. De igual forma, no hay que pasar por alto que la finalidad de la comunidad no puede ser simplemente vigilar que no se cometan agravios entre las partes contratantes; el propósito principal de la πόλις es la buena legislación encargada de considerar la virtud (ἀρετή) y la maldad (ϰαϰίας), pues se requiere además de una administración de la justicia que dirija la comunidad hacia el bien del hombre.

      Ambos autores antiguos establecen así una relación intrínseca entre lo justo y el papel constitutivo de la pregunta por la εὐδαιμονίᾳ y la aspiración a la “vida buena” (τὸ εὖ ζῆν). El asunto es que, para los filósofos de la antigüedad, no existía ninguna dificultad en establecer una relación intrínseca entre la pregunta por lo bueno, junto al cuestionamiento de lo legal, como aspectos constitutivos de la justicia. Nuestra cultura contemporánea, al menos debido a la influencia que la modernidad ejerció sobre nosotros, ha ubicado en forma general ambas preguntas en dos orillas distintas. El análisis del supremo bien y de la antinomia de la razón práctica, en la Crítica de la razón práctica de Kant, constituye un claro ejemplo sobre la forma como en la modernidad se encuentran contrapuestas la pregunta por la virtud y el cuestionamiento por la felicidad. Asimismo, en la Fundamentación de la metafísica de las costumbres, Kant dice que mientras el análisis que se lleva a cabo a partir del imperativo categórico tiene un verdadero contenido moral, las acciones que se guían por los imperativos hipotéticos tienen como propósito alcanzar la completa satisfacción bajo el nombre de felicidad.

      Un ejemplo contemporáneo de esta situación lo representa John Rawls con el papel de la posición original y el velo de ignorancia; dos aspectos que parecen continuar una escisión entre la parte normativa, representada por los principios de la justicia, y los elementos antropológicos, que en


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