Sueños secretos. Lilian Darcy

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Sueños secretos - Lilian Darcy


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      Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.

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      Editado por Harlequin Ibérica.

      Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

      Núñez de Balboa, 56

      28001 Madrid

      © 2000 Lilian Darcy

      © 2020 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

      Sueños secretos, n.º 1199- septiembre 2020

      Título original: Raising Baby Jane

      Publicada originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.

      Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial. Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.

      Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.

      ® Harlequin, Julia y logotipo Harlequin son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited.

      ® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia. Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.

      Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited. Todos los derechos están reservados.

      I.S.B.N.: 978-84-1348-862-2

      Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.

      Índice

       Créditos

       Capítulo 1

       Capítulo 2

       Capítulo 3

       Capítulo 4

       Capítulo 5

       Capítulo 6

       Capítulo 7

       Capítulo 8

       Capítulo 9

       Capítulo 10

       Capítulo 11

       Si te ha gustado este libro…

      Capítulo 1

      PARA qué habré accedido a hacer esto? —se quejó Allie Todd a su hermana Karen Pirelli.

      Karen no respondió. Conducía la furgoneta apretando tanto el volante que tenía los nudillos blancos. Con los hombros encorvados y la frente arrugada, murmuraba lo que probablemente sería una plegaria.

      Iban por un camino que ni siquiera en pleno verano sería bueno.

      Varias copiosas nevadas ese invierno y unos días más cálidos en enero lo habían convertido en un aterrador y resbaladizo lodazal.

      —Ya estaremos llegando —masculló Karen, mirando hacia delante—. Connor dijo que…

      Se interrumpió. Salieron de un denso bosque de pinos a un claro en el que cabrían varios coches en verano. Durante el invierno le habían quitado la nieve, que se acumulaba en sucios montones a ambos lados del camino de donde provenían. Y en el tercero…

      Karen pisó el freno, lo peor que se puede hacer en un camino resbaladizo por la nieve, y la furgoneta comenzó a patinar sin control, primero en una dirección y luego en otra antes de detenerse bruscamente a unos centímetros de la abrupta caída de metro y medio hacia el lago, completamente helado.

      —Te debo una, ¿de acuerdo? —le dijo Karen a Allie, con voz temblorosa.

      —No —negó Allie con la cabeza—, eso sí que no es necesario que me digas nunca. Lo sabes bien —se aclaró la garganta y luego añadió—: No tendría que haberme quejado.

      —No —le rebatió Karen—. Yo no tendría que habértelo pedido, cuando sé lo difícil que te resulta… —cambió rápidamente de tema—. Además, sé que no te gusta demasiado la vida al aire libre.

      —¿Te ha dicho si va a ser muy primitivo?

      —No.

      Karen apoyó los brazos sobre el volante y gimió. Seguía teniendo mal aspecto.

      —¿Te encuentras bien? — le preguntó Allie innecesariamente.

      —Sí —respondió, lanzando un trémulo suspiro—. Quise decírtelo cuando veníamos, pero te dormiste. Estoy… estoy embarazada, Allie.

      —¡Qué genial, Karen! —dijo Allie, y la voz se le enronqueció.

      —Lo sé —sonrió Karen, con expresión de evidente alivio. Allie comprendió inmediatamente que su hermana no sabía cómo iba ella a tomarse la noticia—. John y yo estamos tan ilusionados —prosiguió—. Aunque me siento descompuesta la mayoría del tiempo, y…

      Se interrumpió y ambas se dieron la vuelta instintivamente a mirar al bebé de seis meses que dormía en el asiento trasero. Era una niña preciosa, con pelusilla dorada en la cabeza, mejillas rosadas y largas pestañas oscuras. Se hizo un silencio.

      —Se llevarán muy poco tiempo —dijo Allie, verbalizando lo que ambas pensaban.

      —Sí. Trece meses.

      —Jane no recordará… —comenzó Allie.

      —… cómo era no tener ningún hermano —concluyó Karen—. No te preocupes por ello, Allie, no es problema. ¡De veras! Hace tanto tiempo que John y yo queremos una familia numerosa… y tantas veces perdimos las esperanzas de tenerla. Y sabes perfectamente que nada de lo que estamos haciendo es problema para mí. Decidas lo que decidas con respecto al futuro, si quieres…

      —Tranquila, Karen —respondió Allie con dificultad—, ya lo sé. Me lo has prometido desde el principio. Supongo que todavía no lo tengo demasiado claro.

      —Lo único que pasa es que estoy un poco baja de energía en este momento. John está de viaje hasta el miércoles. Tendría que haber ido con él, tomarme un descanso, pero la oportunidad de hacer esta portada era demasiado buena para rechazarla. Ya han vendido los derechos para hacer la película. Nancy Sherlock es palabras mayores en este momento.

      —Y tiene un temperamento que va acorde con ello, evidentemente.

      —Con un tem… —comenzó Karen a decir, pero se tuvo que tapar


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