El arte de la composición Enriquece tu mirada fotográfica. Fran Nieto

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El arte de la composición Enriquece tu mirada fotográfica - Fran Nieto


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pero intenta ahorrar energía y esfuerzos, de ahí su tendencia a minimizar las pequeñas diferencias entre elementos (asimilación), mientras exagera otras diferencias que considera importantes (contraste). La percepción analiza estos componentes y los organiza en estructuras, como pueden ser formas, objetos, secuencias… Gracias a ello podemos ver las formas de las letras de este texto y reconocer palabras. En un primer estadio se configuran totalidades, constituidas por una parte bien delimitada, la figura, y otra indiferenciada y periférica que no suele atraer la atención, que denominamos fondo. Entre el sujeto y el fondo se crea un contraste que el cerebro exagera. Es algo que hacemos también cuando en un retrato desenfocamos el fondo con un diafragma muy abierto. En realidad estamos ayudando a nuestro cerebro a distinguir mejor el sujeto y el fondo, ya que la falta de definición en el fondo aumenta el contraste visual.

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      Incluso en una imagen con tantos elementos como esta identificamos, casi de inmediato, el círculo que forma la noria. El resto de la escena, simplemente, hace de marco de este sujeto, que al ser también más claro identificamos fácilmente como figura.

       Óptica de 8 mm 1:2.8 a f/2,8 durante 1/20 s con ISO 6400.

      Nuestros ojos sólo son aptos para discernir sensaciones, como el brillo, contraste, degradación tonal… Pero en un nivel superior nuestro cerebro distingue objetos separados del fondo por muy difusa que sea la frontera. Estas figuras, además, son dotadas de tamaño, textura, masa estimada, localización espacial…

      Mientras la realidad es tremendamente variable tendemos a apreciar la identidad de formas, tamaños, colores… con mucha coherencia aunque las condiciones de observación de nuestra retina sean muy distintas. Sabemos que una camisa es blanca tanto si la contemplamos a plena luz del sol, a la sombra de un frondoso árbol que la tiñe de verde o dentro de una discoteca con luz ultravioleta. Una moneda la veremos redonda aunque su perspectiva realmente trace una elipse en nuestros ojos. También nos es posible mantener nuestra valoración del tamaño con independencia de la distancia al sujeto. Un barco en el horizonte proyecta una imagen muy reducida, mientras que si está cerca ocupa mucho más que nuestro campo visual completo, pero dado que nuestro juicio sobre su tamaño apenas cambia hemos de deducir que nuestra percepción no se basa sólo en la información de la retina sino también en el análisis del sujeto. Cuando no somos capaces de determinar la posición exacta del elemento que observamos, o está influido por otros elementos, podemos sufrir ilusiones ópticas.

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      Nuestro cerebro interpreta esta imagen como perteneciente a un círculo mayor, añadiendo los elementos que necesita para simplificar lo que está viendo, consiguiendo así que su análisis y fijación sea más eficiente.

       Óptica macro de 105 mm 1:2.8 a f/9,5 durante 1/8 s con ISO 100. Iluminado a contraluz a través de un metacrilato blanco.

      El valle inquietante

      Los bebés demasiado reales no son los preferidos de los niños. Incluso en los adultos producen rechazo. Por eso los maniquíes no son realistas. Nuestra empatía crece al parecerse el sujeto a nosotros, pero cae de repente si es demasiado real. Un cuerpo humano que no se mueve o una mirada estática se asocian con la enfermedad o la muerte y nos generan una inquietud cercana al miedo.

      A esta sensación que percibimos se la denomina valle inquietante y está siendo tenida muy en cuenta a la hora de diseñar robots, personajes de videojuegos o de películas.

      La experiencia previa puede hacer que la balanza se incline hacia un lado de la ilusión o hacia el otro, lo que nos indica que la respuesta a los estímulos no es simplemente innata, sino aprendida. Por eso las expectativas que tengamos, nuestros intereses o necesidades, alterarán la percepción de un acto, que para otros observadores puede tener diferente interpretación. Es algo que saben bien los publicistas, en ausencia de más información nos decantaremos por la marca que más resuene en nuestra cabeza. Por eso es tan importante la necesidad de crear marca para muchas multinacionales que venden productos dispares. También será interesante para los fotógrafos crear una imagen corporativa.

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      No sabemos cómo son las cosas, sólo sabemos cómo las observamos o cómo las interpretamos. Vivimos en mundos interpretativos.

       Rafael Echeverría

      Las partes forman el todo

      Sólo necesitamos ver una parte del todo para que nuestro cerebro lo reconozca en su conjunto. En el texto que ponemos abajo se activan diferentes circuitos de la memoria y conseguimos leerlo sin grandes dificultades a pesar de las erratas que hemos introducido.

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      En ocasiones el proceso puede ser más complejo y estaríamos ante un acertijo que apreciamos especialmente por el aliciente que suscita en nuestras neuronas. Nuestro interés aumenta si tenemos que resolver una parte de la historia que se nos presenta. Un historia que crearemos a partir de nuestra propia experiencia personal, de nuestras vivencias pasadas. En estos intersticios de nuestra memoria es donde la imaginación campa a sus anchas y el observador se involucra emocionalmente. Es un buen modo de crear fotografías, incluyendo sensaciones o sentimientos que ayuden a la memoria a guardar la experiencia.

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      Los diseñadores de maniquíes saben muy bien que el parecido con una persona real no puede ser demasiado alto para evitar que nuestra atención se desplace del producto que intentan vendernos. El uso de un diafragma abierto colabora a separar el maniquí de los carteles del fondo y centrar el interés.

       Óptica de 24-70 mm 1:2.8 a f/2,8 durante 1/125 s con ISO 100.

      Aprender a ver

      Nuestros ojos nos ofrecen una interpretación directa de la realidad, sin necesidad de codificar una serie de símbolos como sucede con la palabra escrita o incluso con la oral. A veces es suficiente ver un objeto para poder evaluarlo por completo. Sin duda confiamos en nuestros ojos porque dependemos de ellos en gran medida para movernos y recabar información útil del entorno.

      El 80% de nuestra percepción visual es fruto de la actividad cerebral, siendo el 20% responsabilidad de nuestros ojos. Por eso cuando vemos unas líneas trazadas en un papel podemos atribuirle sensación espacial, aunque la realidad carezca de esa tercera dimensión. Si ese mismo dibujo lo observa un miembro de una tribu primitiva será necesario un cierto entrenamiento para que comprenda el código, mientras, sólo verá la imagen bidimensional que en realidad es.

      Cuando somos pequeños nuestro cerebro todavía tiene pocas cosas almacenadas en la memoria y necesitamos inventar historias para cubrir los huecos de nuestra escasa experiencia. La realidad se muestra más transparente, más clara a estas edades, ya que nuestro cerebro no la distorsiona en función de nuestros conocimientos. Quizá esa sea una de las razones que limitan la creatividad del fotógrafo cuando se enfrenta a ambientes muy conocidos; solemos encontrar más posibilidades cuando estamos de vacaciones, en sitios diferentes a nuestro ambiente habitual.

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      Cuando estamos de viaje hasta una hoja con gotas puede ser un buen motivo fotográfico. La coloqué cuidadosamente para crear una línea que conduce, en diagonal, hacia la parte más clara del fondo. Retiré todas las que había con un tono más claro para que el ojo no divagase en


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