En la noche de bodas. Miranda Lee
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Editado por Harlequin Ibérica.
Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
Núñez de Balboa, 56
28001 Madrid
© 1999 Miranda Lee
© 2020 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
En la noche de bodas, n.º 3 - septiembre 2020
Título original: The Wedding-Night Affair
Publicada originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.
Este título fue publicado originalmente en español en 2000
Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial. Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.
Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.
® Harlequin, Jazmín y logotipo Harlequin son marcas registradas propiedad de Harlequin Enterprises Limited.
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Imágenes de cubierta utilizadas con permiso de Dreamstime.com
I.S.B.N.: 978-84-1348-724-3
Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.
Índice
Capítulo 1
OWEN irrumpió en el despacho de Fiona con la cara congestionada por la emoción.
–¿A que no sabes quién acaba de llamar para que organices la boda de su hijo? –preguntó.
Fiona arqueó las cejas. Su socio era encantador, buen trabajador y muy honesto. Un gran amigo. Tenía treinta y tantos años y seguía soltero pero, aunque le gustaran las camisas de color pastel y las pajaritas de colores vivos, no era gay como muchos creían. Era alguien muy especial para Fiona.
Pero… tenía la maldita costumbre de aceptar trabajos sin consultar con ella, y luego pretendía que saltase por los aires entusiasmada.
–Tienes razón, Owen –le dijo muy seria–. No tengo ni idea, ¿y cómo voy a saberlo si yo no he hablado con el nuevo cliente?
Como de costumbre, Owen no se inmutó.
–Estabas al teléfono cuando llamó, corazón; así que Janey me pasó la llamada a mí.
–Janey podía haber hecho esperar a la señora hasta que yo terminara –señaló Fiona con ironía.
Owen se colocó la mano sobre el corazón, aterrorizado.
–¿Decirle a la señora Kathryn Forsythe que espere? ¡Cielos, Fiona! ¡Habría colgado!
–¿Kathryn Forsythe? –repitió ella.
–Veo que estás impresionada, y ¡no me extraña! ¿Tienes idea de lo que significaría para nuestro negocio organizar una boda para los Forsythe? Toda la jet-set de Sydney hablaría de Five–Star Weddings. Cuando Kathryn Forsythe viera que gracias a ti todo marcha sobre ruedas, te elogiaría delante de todos y vendrían cientos de mujeres a encargarnos la boda de sus hijas. O de sus hijos, como en este caso.
–Bueno, bueno, bueno –musitó ella–. ¿Así que Philip se casa por fin?
«Ya era hora», pensó. «Ya ha cumplido los treinta. La edad perfecta para encontrar a la novia adecuada y engendrar al heredero de su fortuna».
Owen preguntó contrariado:
–¿Conoces a Philip Forsythe?
–¿Que si lo conozco? Estuve casada con él, un tiempo… –soltó Fiona entre risas.
Owen se dejó caer en una de las sillas que había para los clientes.
–¡Madre mía!–exclamó y todo su entusiasmo desapareció–. Aquí termina nuestro trabajo para la aristrocracia –hasta parecía que su pajarita rosa de lunares decaía.
–No seas tonto. Tú puedes hacerlo, ¿no? Di que yo tengo todo completo.
–No funcionará. La señora Forsythe quiere que sea la misma persona que organizó la boda de Craig Bateman.
–¿De verdad? Pero si esa no fue una boda importante. Sólo un jugador de cricket y su amor de la infancia.
–Ya lo sé. Pero apareció en una revista, ¿te acuerdas? La señora Forsythe quedó impresionada al ver las fotos en la peluquería. Debajo de ellas aparecían los datos del estudio, Bill Babstock. Llamó para encargarle la boda de su hijo y nuestro querido Bill le sugirió que se encargara todo a un