Por la vereda con sombra. Yamil Dora

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Por la vereda con sombra - Yamil Dora


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      Mi mamá quiso verme antes de morir. Cuando entré a la casa sentí que mi mamá me miraba. Sentí un vientito en la espalda y supe que era mi mamá. Esa noche no estaba con ellos. Estaba borracho pero en otro lado. El auto se la puso contra un árbol. De frente. Cuando entré a la casa mi mamá me miraba. Me seguía. Yo quería estar solo y sentir a mi mamá. Me estoy bañando. El agua. El jabón. Mi mamá me mira. El gato mira a mi mamá porque sabe que es la última vez que la va a mirar. Escucho jazz. El restaurante está vacío. Puedo escuchar jazz y tomar champagne. Mi mamá y mi papá. Mi hermano y yo. Hace calor. Me baño. Vamos a la playa.

      Voy caminado. Once cuadras de mi casa a la sala velatoria. Me miran. La vereda de mi casa es gris. En el canasto de la basura hay dos botellas de vino. Dos cajas de pizza. Entra mi tío al bar. Hubo un accidente. Se mataron los tres. Llego al almacén de la esquina. Me miran. Soy el único vivo. No soy un sobreviviente porque no estaba ahí. Vamos. Comemos en la parrilla y nos venimos. No. Me quedo. Vienen los chicos a comer unas pizzas. No hay nadie en el restaurante. Estoy solo. Estoy en una pileta corriendo una carrera en un torneo de natación. Nado todo lo fuerte que puedo. Hago todas las brazadas que puedo sin respirar. Me gritan. Nueve cuadras. Me están esperando.

      Salgo del agua. Miro la sombrilla. Tengo que correr para no quemarme los pies. Mi mamá tiene una malla negra. Un pañuelo celeste en la cabeza. Mi papá no está. Nueve cuadras. Paro en un árbol. Vomito. Estoy sin dormir. Nado. Cuando respiro veo los pies de la gente. Estoy solo. Lloro. Estoy sentado en la mesa uno. Sentado en la que era nuestra pieza. Tomo champagne. Mi mamá es hermosa. Tiene el pelo corto. Toma sol. Debajo de la sombrilla está mi papá leyendo. Escucho jazz. Se fueron todos.

      Paro. Veo a mi mamá. Veo a la profesora de natación. Salí segundo. Hace calor. Veo mucha gente. Es un velorio de tres. Es el velorio de una familia. Veo a mis amigos. A los amigos de mi hermano. Veo a mis primos. A los amigos de mi papá. Voy por la vereda con sombra. Mi tío dijo que había que velarlos. Me quemo los pies. Mi hermano sigue en el agua. Estoy muerto de sed. El gato sabe que no va a ver más a mi mamá. Yo la sentí. Se despidió de los dos. Mi papá me mira. Se ríe. Te quemaste las patas.

      Llego. Llega mi hermano. Tenemos hambre. Todos me miran. Voy a la cocina. Corto un pedazo de queso. La cocina está donde estaba la cocina. Mi mamá nos mira. Mi papá nos hace masitas con picadillo. Nadie se acerca. Abro otro champagne. Hay tres ataúdes cerrados. No sé dónde está mi mamá. Dónde está mi papá. Dónde está mi hermano. Todos lloran. Se acerca mi tío. Me abraza. El olor es insoportable. El calor es insoportable. Vamos al agua. Corremos carreras debajo del agua. Arriba están los andariveles. Terminó el torneo. Voy al baño. Vomito en un inodoro con olor a flores podridas. Mi mamá nos mira.

      Me abrazan mis amigos. Los amigos de mis hermanos. Voy a la vereda. La gente pasa en auto y nos mira. Tres nombres. Mi mamá. Mi papá. Mi hermano. Escucho un disco de Jim Hall. Tomo champagne. Tengo una malla verde con un pez azul. Corro. Jugamos a la mancha al borde de la pileta. Mi mamá tiene colgada la medalla de mi segundo puesto. Toma cerveza y nos mira. Mi papá abre el termo del jugo. Son las dos de la mañana. Miro la que era mi casa. El piso de madera. Las aberturas que mi mamá hizo lustrar. El techo que no sé por qué carajo es tan alto. El patio que ahora son los baños y que tienen las puertas de mi pieza.

      Me hacen sentar en un sofá larguísimo de gamuza. Vamos al agua. Mi papá nos agarra y nos tira por encima de las olas. Mi mamá se ríe. No quiero ver el auto. No quiero ver el árbol donde el auto se la puso. Todos me miran. Mi tío me dice que van a sacar los ataúdes. Voy en el asiento de atrás. Vienen más autos. Me agarra una ola. Doy vueltas. No respiro. Me levanto entre un montón de gente que no conozco. El agua es marrón. Pasa un chico con una tabla de Surf. Llegamos. Hay una fila interminable de autos. Hay una fila interminable de parientes que lloran. Entramos por el pasillo principal. Dieciocho personas llevamos tres ataúdes. Mi mamá se ríe. Mi papá agarra a mi hermano y lo tira de nuevo por arriba de las olas. Tomo champagne.

      Caminamos. Soy el de la primera manija del ataúd de mi mamá. Voy al lado de mi tío. Atrás mío viene un montón de gente llorando. A los costados hay muertos con apellidos que no conozco. Corro. El piso del costado de la pileta es rojo y patina. Me sigue el que tiene la mancha. Me tiro a la pileta y nado. Llego a la otra orilla. Me subo. Salgo corriendo. Me escapo. Son las cuatro de la mañana. Vuelvo a mi casa. El gato me mira. Busco un vino. Lo abro. Me siento. Miro mi casa. Estoy sentado en el lugar de mi papá. No tengo sueño. Me tiro a la pileta y nado. Me sigue la mancha. Mi mamá toma otra cerveza y nos mira. Corro. Me voy a la sombra.

      Voy caminando por la manga. Me subo al avión. Llevo una mochila. Suena el teléfono. No atiendo. El gato mira hacia un rincón de la casa. Se va yendo el sol y quedamos pocos en el agua. Mi papá prende un cigarrillo. Cierra la sombrilla. No tengo sueño. La arena está fría. Camino. Voy hacia la habitación de mi mamá y mi papá. Miro los cuadros. Las fotos. El gato me sigue. Aprieto el play del equipo de música. Voy a escuchar el disco que escuchó mi mamá antes del accidente. Busco mi asiento. Me sirvo otra copa de vino. No hablo con nadie.

      Hace frío. Saco un buzo de la mochila. Suena Chico Buarque. Camino por la casa. Abro el placard. Está mesclada mi ropa con la ropa de mi hermano. Mi papá saca la sombrilla. Cierra las reposeras. El gato me mira. El volumen del equipo de música había quedado alto. Lo dejo. La música se escucha desde la calle. Mi mamá se pone un vestido blanco. Nos vamos. Subimos al auto. Nos esperan en la casa de mis abuelos. Se termina el vino. Me voy a dormir.

      Me siento en un bar. En las tapas de los diarios está la foto del auto. Pido un café. Voy a la cocina. Mi abuela me dice que corte los tallarines. Apago las luces. Miro una carrera de Fórmula 1. Hay olor a salsa. Están todos en el patio menos mi abuela y yo. Mi hermano juega a la pelota con mis primos. Salgo del bar. Camino. Me acuesto. Mi papá afila un cuchillo. Estamos en casa. Afila un cuchillo en una piedra que dice que fue de su abuelo. Voy a una agencia de turismo. Quiero irme. Mi abuela me dice que pruebe la salsa. Mojo el pan. El cuchillo tiene un mango de madera y mi papá lo clava en la pared. Atraviesa los azulejos. Mirá el filo que tiene. Es por la piedra. Los tallarines están abiertos sobre una tabla. Mi abuela los separa. Tiene las manos llenas de arrugas. El olor de la harina es hermoso. Mi abuela es hermosa. Grita para que vengan a poner la mesa.

      Es por la piedra que trajo mi abuelo de Italia. Se empiezan a caer los azulejos. Mi papá se convierte en un barco y nos subimos los dos. Mi mamá duerme. Mi hermano mira una foto. Yo tengo puesta una remera de El Zorro. Mi hermano un jardinero marrón y unos zapatos blancos. Viajo a ochocientos kilómetros por hora. Voy escuchando música. Pido un whisky. Me largo a llorar. Mi papá y yo nos sentamos en un banco de madera. Miramos el mar desde adentro del mar. Las fotos tienen un color raro. No son en colores ni en blanco y negro. Parecen pintadas. Mi mamá se despierta y nos llama para que vayamos a la cama con ella. Nos metemos debajo de las sábanas y hacemos una casa. Mirados desde arriba parecemos una montaña blanca. Me despierto.


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