Reflexología podal. Chris Stormer
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en generación durante siglos. Cuando el hombre «puso el pie» en tierra por vez primera, las plantas de los pies recibieron una estimulación natural siempre que «ponía el pie en el suelo» sobre la tierra irregular hasta el momento en que aparecieron las sandalias y el calzado, cuando esta barrera redujo cada vez más la sensibilidad innata de los pies. ¡En ese momento fue cuando la reflexología dio un paso al frente!
Los pies siempre han desempeñado un papel vital en el periplo que es la vida y han contribuido en gran medida al progreso y avance de la humanidad.
A lo largo de la historia, los pies han simbolizado la movilidad, la seguridad y los cimientos de la mente, el cuerpo y el alma.
Según una leyenda griega, los pies simbolizan el alma, y las cojeras se concebían como debilidades del espíritu.
Los antiguos egipcios acostumbraban a despellejar las «plantas» de los pies durante la momificación para liberar el «alma» de sus trabas físicas y compromisos terrenos.
Cuando se declaraba culpables a las brujas, se las levantaba inmediatamente del suelo para cortar su contacto con la Madre Tierra, pues se creía que absorbían sus poderes místicos a través de los pies.
Hasta el año 200 eran muchos los que acudían al balneario de Delfos en Grecia para relajarse en las aguas sagradas de las piscinas hidroterapéuticas. Antes de recogerse en un templo del sueño, se les administraba reflexología y masajes corporales para evocar recuerdos y predecir el futuro a través de los sueños. La interpretación de estas visiones servía de timón y guía durante su periplo por la vida.
Según la mitología japonesa, hubo en tiempos un alma sabia y anciana llamada Otou, que solía decir cuando se le preguntaba sobre sus increíbles facultades curativas:
–Mira los pies, amigo mío, y habrás visto el cuerpo.
–No lo entiendo –protestaron los estudiosos confundidos. Otou replicó sin inmutarse: –Vuestro conocimiento nunca será suficiente. Mirar los pies es cuanto se requiere.
Existen muchas referencias sobre los pies en la Biblia, donde se menciona el ritual simbólico de bienvenida y purificación mediante la unción, lavado y masajeo de los pies. La reflexología mejora este acto sagrado de aceptación, porque estimula la limpieza interior como paso a la purificación general.
Besar y venerar los pies de gente divina o eminente como signo de respeto ha sido habitual en muchas culturas de todo el mundo. En la actualidad todavía se practica sobre todo en áreas rurales de la India, donde los jóvenes siguen besando los pies de sus padres como signo de afecto y respeto.
Hoy en día muchos buscan la oportunidad de ver o tocar los pies de hombres espirituales y devotos de la India, como Sai Baba. Se cree que así se alcanza la paz interior y la iluminación personal. Los devotos también recogen el polvo de las pisadas de Baba o beben el agua que se ha vertido sobre sus pies para mejorar la iluminación y evocar la serenidad interior.
Durante siglos, innumerables personas han hallado alivio de molestias agudas poniéndose en manos de la reflexología cuando lo demás ha fracasado.
Una de estas personas fue el vigésimo presidente de los Estados Unidos de América, el presidente Garfield (1831-1881), quien sufrió dolores agudísimos después de un intento de asesinato. Recibió incontables tipos de tratamiento pero sólo con la reflexología consiguió alivio y mejoría.
La reflexología es una terapia de autoayuda que logra la curación natural de muchas personas, sin importar el color de la piel, las convicciones religiosas ni las creencias sociales. Su sencillez no ha impe-dido que hasta la fecha tenga una eficacia notable en armonizar el ser entero, razón por la cual la reflexología ha recuperado su puesto como terapia curativa de amplio espectro que mantiene a las personas en «buen estado funcional».
Los pies representan nuestras raíces y cimientos. Si sufren restricciones, la capacidad del individuo se ve limitada. Si se liberan, el individuo es libre de aventurarse sin dificultades.
Disciplinas complementarias: la medicina moderna y la reflexología
La medicina ortodoxa, que sólo cuenta con trescientos años de antigüedad, es muy joven en comparación con los métodos complementarios de curación, como la reflexología, que se remonta a muchas centurias. No obstante, gracias a la investigación médica, las modalidades naturales de curación han adquirido un mayor conocimiento y comprensión de la estructura anatómica, fisiológica y patológica, así como del funcionamiento de la mente y el cuerpo. Mediante estos conocimientos, los antiguos métodos curativos han hecho avances notables. Por medio de una continua modificación de sus métodos han podido adaptarse al ritmo de las necesidades progresivas y siempre cambiantes de la sociedad moderna.
El desarrollo progresivo y la sofisticación de la mente se reflejan repetidamente en el crecimiento físico continuo del cuerpo y los pies. Las personas se sienten cada vez más cómodas apoderándose de más espacio y tienen más confianza en lograr una mejor impresión y mayor impacto en la vida.
Hipócrates, el padre de la medicina, creía que las emociones, responsables de la disposición de la mente y del estado físico en continuo cambio, podían detectarse por las variaciones de los humores corporales. De este modo se determinaba el remedio más apropiado.
El estado del cuerpo refleja sin lugar a dudas la conformidad o disconformidad de la mente:
• La salud es el estado natural de bienestar y paz interior.
• La enfermedad manifiesta en el exterior un conflicto o problema interior.
El equilibrio entre salud y enfermedad se rompe fácilmente cuando existe una obsesión insana por aspectos del mundo físico y materialista que tal vez privan al alma de su completa realización en la tierra. Si esto causa el empobrecimiento de la autoestima y valoración de nosotros mismos, entonces lo más probable es que se manifieste físicamente en carencias percibidas, críticas a uno mismo y negación personal.
Por eso la armonía y salud generales sólo son posibles cuando existe un enriquecimiento completo a todos los niveles de la mente, el cuerpo y el alma.
La tecnología moderna es increíble porque gracias a ella nos libramos de tareas mundanas y tenemos más tiempo para empresas creativas que pueden ser muy satisfactorias, lo cual nos brinda más oportunidades para un continuo crecimiento personal.
Si se pasan por alto u olvidan estas oportunidades, surgen distintos grados de descontento, frustración y perplejidad que quebrantan al ser humano, lo cual deriva en un discurso mental flagelante que trastorna y aumenta la posibilidad de enfermedades, debido a la desazón interior.
La medicina moderna cubre con eficacia las necesidades corporales e intelectuales ofreciendo soluciones que alivian el dolor físico y el malestar mental. Cuando se los usa ventajosamente, estos medios pueden aliviar los síntomas de la enfermedad el tiempo suficiente como para que se produzcan cambios a nivel emocional y espiritual, lo cual nos hará sentirnos mucho mejor.
Un cambio completo de disposición y actitud es esencial para aliviar por completo las molestias y enfermedades, puesto que la vida es el producto de las percepciones personales.
Por ejemplo, la irritabilidad continua se manifiesta en forma de erupciones cutáneas o una proliferación de la producción de moco, o en hipersensibilidad, y continuará haciéndolo hasta que una actitud más tolerante o menos benevolente reemplace este malhumor.
Los placebos, pastillas sin fármacos, también pueden ser antídotos eficaces, sobre todo cuando se los administra con una seguridad que sea tan profundamente convincente como para que el receptor cambie por completo su estado de conciencia.
Lo que la mente cree se vuelve realidad en el cuerpo.
Aunque no sea posible realinear huesos rotos mediante la reflexología, gracias a la relajación es posible aliviar molestias y acelerar el proceso curativo creando un ambiente tranquilo y conductivo.
La reflexología favorece la salud natural pues cura la mente, el