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el individual y el social, el personal y el empresarial, nos podamos poner frente a un panorama de ideas e instrumentos que favorezcan la toma de posiciones concretas (figura 3).

      Figura 3. El recorrido hacia la integridad

      Enfocado desde otra perspectiva, el libro apunta a ayudar a responder tres cuestiones:

      • Enfoque conceptual

      Parte 1: ¿Por qué es importante plantearse el problema de la integridad? (capítulos 1 y 2)

      • Enfoque práctico-trabajo de campo

      Parte 2: ¿La integridad es un fin o es una lucha constante? (capítulos 3 y 4)

      Parte 3: ¿Cómo relacionar integridad personal-integridad de la empresa? (capítulos 5 y 6)

      • Enfoque conceptual a partir de lo visto en el trabajo de campo

      Parte 4: ¿Será necesario apuntar a una definición más completa de integridad?, y asociada a esta idea: ¿de qué manera las personas preocupadas por la integridad pueden plantear su formación? (capítulos 7, 8 y 9)

      Partiendo de la evidente dificultad de vivir la integridad, este trabajo busca las razones para cambiar el escenario, luchando contra la corrupción. En otras palabras, que el fundamento sea el sentido que tiene la lucha por la integridad. El verdadero éxito como profesionales y, más importante aún, como personas, depende de cómo cargan de sentido el trabajo, la familia, las responsabilidades ciudadanas, etcétera.

      La búsqueda de sentido es dinámica y se puede comprender a partir del planteo de Víctor Frankl que, invirtiendo los términos habituales de la cuestión, aumenta el protagonismo de la acción humana, y pone así al hombre en la posición de tener que responder a través de lo que hace: “No es el hombre que se hace la pregunta ‘¿Cuál es el sentido de la vida?’, sino que es a él a quien se le hace esta pregunta. Y el hombre tiene que contestarle a la vida con una respuesta que sea su vida misma; tiene que responder siendo responsable; en otras palabras, la respuesta es necesariamente una respuesta-en-acción”.

      En el capítulo 1 se analiza la literatura especializada, para poder definir un enfoque más abarcativo de la integridad, que involucre la dimensión ética personal y social de la actividad empresarial.

      En el capítulo 2 se justifica la oportunidad de tocar el tema de la integridad en el ámbito de la actividad empresarial, y se presenta el cuestionario preparado para la recopilación de datos en el trabajo de campo, explicando tanto la metodología utilizada como los cuatro ámbitos de análisis seleccionados: entorno, convicciones personales, recursos de la empresa y resultados.

      Seguidamente se propone al lector el mismo cuestionario como instrumento de autoevaluación en el campo de la integridad. (Capítulo 2, Apéndice 1, en la página 92) Autoevaluación que se pretende sea una verdadera interpelación acerca de si verdaderamente se está luchando por la integridad.

      En los capítulos 3 y 4, siguiendo los cuatro ámbitos seleccionados en el cuestionario —presiones, recursos, motivaciones y resultados— se analizan los testimonios de un importante número de empresarios/as, representantes de variados sectores de la actividad productiva y de los servicios, para poder recabar empíricamente ciertos patrones de conducta viables desde la integridad.

      Así llegamos al momento de comprobar la experiencia de la integridad en distintas empresas, que desarrollan su actividad en el escenario global y en frentes tan dispares como la provisión de servicios y la de productos, donde lo que está en juego es, alguna vez la integridad personal de directivos y otras veces la cultura de integridad de la empresa.

      En el caso CS Johnson Argentina, en el capítulo 5, se ve cómo la convicción del fundador acerca de valores humanos imprescindibles no solo es el mayor capital intangible de la empresa, sino que se convierte en fuente continua de inspiración para enfrentar las dificultades en los momentos de crisis.

      En otro caso, el de General Electric, en el capítulo 6, vemos cómo el propósito explícito de actuar según la integridad se transforma en una marca registrada para la empresa en cualquiera de sus líneas de negocios. Se trata de un particular estilo de hacer las cosas, que tendrá como resultado tanto el crecimiento de la reputación de la empresa en las más diversas geografías, así como el mayor estímulo de crecimiento personal, no solo en el ámbito mismo de la compañía sino también en el entorno social.

      Para comprender qué hay detrás de la lucha por la integridad, tanto en los individuos como en las compañías, en el capítulo 7 se plantea la Integridad como una respuesta superadora para muchas situaciones que, mal abordadas, son verdaderos dilemas; los cuales plantean trade-offs falsos como comparar impactos morales con resultados económicos. Para ello proponemos mirar desde la persona a través de un análisis de tres características humanas relevantes para la actividad laboral y empresarial: la libertad, la sociabilidad y la capacidad para el trabajo.

      Como conclusión del recorrido, en el capítulo 9 se le devuelve al lector el protagonismo y la responsabilidad de asumir personalmente la lucha por la integridad, habiendo comprendido cuánto está en juego y cuánto puede ser mejorado en la persona, en la empresa y en el mundo, si el que tiene el don de emprender algo nuevo lo hace desde la confianza y la creatividad de la persona íntegra. La síntesis de estas ideas fue planteada claramente por quien había dirigido una importante y muy complicada privatización en el sector del vino. La pregunta habitual de los participantes de programas MBA era: ¿cómo había hecho para no caer en las innumerables “tentaciones” que tuvo a lo largo del proceso? Con mucha calma explicaba que “(...) todo es negociable, menos los valores. El día que los negocias dejás de ser vos mismo”. Seguramente cuando el lector repase los capítulos 2 y 4, en donde numerosos dirigentes explican sus experiencias, comprenderá lo profundo de esa afirmación.

      De ahí la importancia del llamado a la integridad, tan necesaria en un mundo fragmentado por circuitos de corrupción y actitudes ausentes. Sin embargo, conocer con claridad qué es la integridad y cuánto depende de ella cuando es asumida desde la persona y desde la empresa es un estímulo y una respuesta para un cambio de actitud, que incluye fijar límites concretos para la decisión y la acción, y que le dé mayor sentido al trabajo y a la vida de hombre de empresa.

      En síntesis, se espera del directivo de empresa sea cada vez más virtuoso, para ser más persona y más libre. Ya que los valores éticos son aquellas realidades cuya posesión perfecciona al ser humano en lo más profundo de su ser; mejora su capacidad de autogobierno, es decir, nada más ni nada menos que el uso de su libertad.

      1. Paladino, M. y C. Álvarez Teijeiro (2006), Comunicación empresarial responsable, Buenos Aires, Editorial Temas, abril de 2006.

      2. Cfr. conferencia “Quality, Innovation and Trust: the essencial role of the virtue in manufacturing, marketing and services”, pronunciada el 9/11/2000 en el IESE, Barcelona, en el 10º International Colloquium on Business and Economic Ethics.

      3. Del reporte


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