ZEN, un camino de transformación. Densho Quintero

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ZEN, un camino de transformación - Densho Quintero


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dedicación sin reservas a la práctica de la Vía. Después de su ingreso en el templo en el que estaba Myozen, durante los siguientes dos años, Dogen visitó diferentes templos, tratando de encontrar un verdadero maestro, pero sin resultado. Durante ese tiempo de peregrinaje, no obstante, tuvo el privilegio de observar cinco documentos de transmisión del linaje de maestro a discípulo de diversas escuelas. Esto le convenció de la importancia de recibir esta transmisión y el correspondiente certificado, a partir del encuentro íntimo con un maestro, como fundamento para la continuación de la enseñanza. En el Shobogenzo, dedicó un capítulo al encuentro «cara a cara» con el maestro, «Menju», y otro al certificado de la transmisión, «Shisho». En este último escribió:

      «Ver a todos los buddhas, acceder a todos los buddhas, completar la Vía, es la vía de todos los buddhas. En esta Vía del Buddha, el documento de la sucesión siempre es entregado en el momento de la transmisión del Dharma. Aquellos sin la transmisión del Dharma son personas fuera de la Vía, que creen en la iluminación espontánea. Si la Vía del Buddha no hubiera establecido claramente la sucesión, ¿cómo podría el Dharma haber llegado hasta nuestros días? Por tanto, cuando un buddha se convierte en un buddha, se le entrega un documento de la transmisión al heredero y este documento es entregado por el buddha heredero de un buddha».25

      A pesar de la importante entrevista con el monje cocinero y de haber podido ver los documentos de la sucesión, Dogen no había encontrado a un auténtico maestro ni había podido resolver su «gran duda». Desilusionado, quiso regresar con el maestro Wu-chi en el monte T’ieng t’ung. En su camino, se enteró de que Wu-chi había muerto. En ese momento, Dogen pensó en regresar a Japón, pero continuó su camino hacia el monte T’ieng t’ung, donde aún se encontraba el maestro Myozen. En su viaje, Dogen se enteró por un anciano monje de que recientemente Ju-ching, un incomparable maestro, había sido nombrado abad del templo en el monte T’ieng t’ung y le recomendó que se apresurara a visitarlo.

      Dogen fue autorizado para ingresar en el templo de Ju-ching y desde el comienzo recibió permiso para visitar la habitación del abad con frecuencia e interrogarlo sobre el Dharma. Así, reconoció en Ju-ching al auténtico maestro que había estado buscando y con el tiempo recibiría de él el sello de la transmisión y el certificado que lo acreditaba como sucesor en el linaje del maestro Tozan (considerado el fundador de la escuela Soto).

      Durante su estudio en el monte T’ien t’ung, Dogen absorbió las enseñanzas del maestro Ju-ching, quien a su vez había sido impregnado de las enseñanzas de dos grandes maestros de la tradición Soto: Fuyo Dokai (Furong Daokai, 1043-1118) y Wanshi Shogaku (Hongzhi Zhengyue, 1091-1157). Del primero, aprendería la importancia del retorno a la auténtica disciplina de los buddhas y ancestros, y del segundo, la recuperación de la auténtica práctica de meditación. De la intensa práctica de meditación de Ju-ching, se cuenta que para dar ejemplo a sus discípulos, practicaba zazén hasta después de las once de la noche, y se levantaba a las dos y media para volver a la práctica. Para Dogen, este zazén recibido del maestro Ju-ching es la actualización misma de la Vía:

      «El Gran Maestro Shakyamuni transmitió correctamente el maravilloso método para realizar la Vía. Todos los tathagatas de los tres tiempos también alcanzaron la Vía a través de zazén. Zazén ha sido transmitido de persona a persona como la verdadera puerta. De igual manera todos los ancestros de la India y China alcanzaron la Vía a través de zazén. Por lo tanto, ahora enseño la verdadera puerta a seres humanos y celestiales.»26

      «Ju-ching se veía a sí mismo no solo como una figura que revivió la escuela Soto al seguir a sus predecesores inmediatos, sino, más importante aún, como alguien que restauró el propio fundamento de la tradición budista como un todo, mediante el regreso al núcleo de la experiencia de la iluminación del mismo Buddha histórico; práctica/iluminación indivisa».27 De Ju-ching, Dogen también aprendió el desprecio hacia la búsqueda mundana de fama y riqueza, como algo radicalmente opuesto a la búsqueda de la Vía del Buddha.

      A pesar de que Ju-ching transmitió a Dogen el linaje de la escuela Soto, siempre rehusó darle este nombre. De hecho, su interés no era el de transmitir la llamada escuela Zen, sino que consideraba que su enseñanza correspondía al auténtico Dharma de Buddha. En el Hokyoki, el diario que llevó durante su estadía en China, Dogen cita las palabras de su maestro:

      «No debemos llamar arbitrariamente a la Gran Vía de los buddhas y patriarcas la escuela Zen. La escuela Zen es un nombre falso que de hecho es lamentable. Este es el nombre que pequeñas bestias de cabeza rapada han venido usando. Todos los antiguos virtuosos del pasado lo saben. ¿Has leído el Shih-men lien-chien [Biografías de monjes eminentes]?».28

      Esta fue una de las características más importantes que recibió Dogen de su maestro, y durante su vida siempre enfatizó el hecho de que su práctica no se correspondía con una escuela particular, sino que se trataba del Dharma de Buddha mismo, esencialmente contenido en la propia práctica de zazén:

      «La transmisión del dharma de Buddha en el Oeste y en el Este [India y China] no es otra que la transmisión del Buddha sentado. Este es el punto esencial. Donde el dharma de Buddha no se transmite, zazén no se transmite. Lo que ha sido pasado de persona a persona es la enseñanza esencial de solo zazén. Aquellos que no han recibido íntimamente esta enseñanza no son buddhas ancestros».29

      Más adelante, en respuesta a la pregunta de por qué hacía tanto énfasis en zazén como la práctica más importante de todas las enseñanzas budistas, Dogen, dijo:

      «Esta pregunta surge porque usted llama a este gran insuperable ojo precioso del verdadero dharma escuela Zen. Debe saber que este título de escuela Zen se originó en China y nunca se oyó de él en la India. Al comienzo, cuando el gran maestro Bodhidharma se sentó frente al muro por nueve años en el templo Shorinji en la montaña Su, ni los monjes ni los laicos conocían el verdadero dharma y lo llamaron el brahmán que practica zazén como su esencia. Después de esto, todos los ancestros en cada generación simplemente practicaron zazén. Al verlo así, las personas ordinarias que no comprendían la realidad, confundidas omitieron la palabra za (sentarse) y simplemente lo llamaron la “escuela Zen”. Este proceso se hace evidente en las sentencias de los ancestros. No piensen que [zazén] es la misma concentración y meditación de los seis paramitas30 y los tres estudios básicos».31

      En uno de los discursos formales en la sala del Dharma (jodo), Dogen llega incluso a afirmar que la escuela Zen nunca existió:

      «Se dice que después de [el ancestro] Upagupta, hubo cinco escuelas del Dharma de Buddha durante su decadencia en la India. Después de Qingyuan [j.: Seigen Gyoshi m. 740] y Nanyue [j.: Nangaku, 677-744], las personas lo asumen así, para establecer los diversos estilos de las cinco casas, lo cual fue el error en China. Más aún, en tiempos de los antiguos buddhas y ancestros fundadores, nunca se oyó hablar del dharma de Buddha designado como la escuela Zen, la cual nunca ha existido. Lo que se conoce hoy día como la escuela Zen no es en realidad el Dharma de Buddha. ¿Cómo podríamos llamar al Dharma del Buddha una escuela Zen?».32

      En el capítulo «La Vía del Buddha (Butsudo)» del Shobogenzo, Dogen dice:

      «En la India y China, desde los tiempos antiguos hasta el presente, no ha existido tal nombre de “escuela Zen”. Aquellos que se refieren a ellos mismos de esta manera son demonios que violan la vía del Buddha, enemigos que no son bienvenidos por los buddhas y ancestros».33

      El capítulo «La Vía del Buddha» está dedicado a explicar la importancia de la transmisión del auténtico Dharma de Buddha. Dogen afirma que esta transmisión no se limita a los 50 ancestros históricos que lo precedieron, sino que, perdida en un tiempo inmemorial, viene desde los siete buddhas del pasado.34

      Luego de su encuentro con Ju-ching, Dogen estudió rigurosamente bajo su tutela y aprendió el concepto de «práctica incesante». En 1225, su maestro le transmitió los preceptos en la ceremonia conocida como Denkai. En el Kyojukaimon,35 Dogen escribió:

      «Los grandes preceptos de los buddhas han sido protegidos y mantenidos por los buddhas. Los buddhas se los transmitieron a los buddhas y los ancestros se los transmitieron a los ancestros. La transmisión


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