La buena noticia es que mucha gente con talento es así... principalmente cantantes y actores, pero Mariah Carey, la famosa cantante, habló abiertamente de ello en un artículo que encontré en 2018.

      Yo no soy cantante, pero me gusta cantar canciones de Karaoke. Sucede una o dos veces al año y especialmente cuando voy al País de las Maravillas en verano.

      En busca de lo que me pasa, leo muchos libros sobre autoayuda y mejora y puedo decir que todos tenemos derecho a ser felices. Así que busqué la felicidad y la encontré. En mi trabajo y en mi círculo de amigos en mi país natal y en el país que prefiero llamar el País de las Maravillas. Este fue mi punto de partida: Todos tenemos derecho a ser felices, casados o solteros, con hijos o sin ellos, con una enfermedad o sin ella.

      Este es el mejor lugar para mencionar los libros que he encontrado útiles a lo largo de mi vida, libros que te hacen pensar fuera de la caja, te levantan el ánimo y te ayudan de todas las maneras posibles.

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      Desde la infancia anual supe que mi vida se asociaría con el inglés. Yo tenía 9 o 10 años. Viví una vida feliz en un país detrás del telón de acero. Pero aparte del fuerte sentimiento de que mi vida se asociaría con el inglés, también sabía que era muy frágil, demasiado sensible para este mundo, tomándome las cosas como algo personal y luego trabajando demasiado...

      Según las estadísticas, el primer episodio suele producirse hasta los 25 años. (Instituto Nacional de Salud Mental, EEUU). Y cada 1 de cada 100 personas es bipolar. (irsiluma.It)

      Mi primer encuentro con la enfermedad fue a la edad de 23 años. Me había enamorado de un hombre inteligente pero que no era libre. Así que sólo era una aventura para él y, naturalmente, las cosas tenían que terminar. Pero su pareja se enteró y habló con uno de mis padres. No me preguntó cómo me sentía. Tampoco se puso de mi parte. Y pronto los acontecimientos se intensificaron tanto que decidí e intenté suicidarme. Por suerte, como era sobre todo un grito de auxilio, había elegido pastillas y alcohol para mi intento. Y así me encontraron a tiempo y me salvaron. Siempre estaré agradecido a mi padre porque fue el hombre que me encontró. Entonces, antes de saber lo que es la manía, me enfrenté a un episodio depresivo. Fue un momento horrible, la unidad de emergencia tuvo que reportar el intento y después de mi tratamiento inicial tuve que ser tratado por mi problema mental.

      No odio a nadie por la forma de reaccionar. Pasé 40 días en un pabellón psiquiátrico y luego se levantó el velo, exactamente al 40º día. Volví a sentirme ligera, bien, y aprendí por las malas que hay una forma de salir de una depresión. Ahora tengo casi 50 años. Así que en el lapso de 27 años viviendo con la enfermedad puedo decir que tuve más episodios depresivos y sólo 3 de manía. En uno de los sitios que he dado al principio del libro dicen que los pacientes experimentan más a menudo episodios depresivos,