Entrenamiento total. Jürgen Weineck

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Entrenamiento total - Jürgen Weineck


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individual, determinado genéticamente. No obstante, si se interrumpe la continuidad del entrenamiento (lesiones, entrenamiento irregular, intervalos de descanso excesivos entre las diferentes sesiones, etc.), se producirá una pérdida de la capacidad de rendimiento. La velocidad de la caída del rendimiento se corresponde con la del ascenso: las tasas de crecimiento adquiridas con rapidez retroceden rápidamente y las adquiridas más lentamente se pierden de forma lenta (v. pág. 237).

      La carga no se puede mantener durante todo el año en la zona límite de la capacidad individual, esto es, el deportista no puede estar mucho tiempo en plena forma. Por este motivo la alternancia entre carga y descarga, entre aumento del volumen y descenso de la intensidad, etc., tiene que someterse a un ciclo periódico.

      De esta forma se consigue la forma óptima en el momento idóneo (la competición importante), sin por ello abdicar del principio de la carga continua. La experiencia práctica nos aconseja dividir el proceso del entrenamiento en pretemporada, período de competición y período de transición. Una alternancia de este tipo permite evitar el “sobreentrenamiento” del deportista y alcanzar cotas máximas de rendimiento que serían imposibles con una carga elevada y continua.

      El principio de la regeneración periódica tiene una gran importancia, sobre todo en el ámbito de alto rendimiento.

      Si los deportistas han alcanzado un nivel internacional después de 8-12 años de entrenamiento, dicho nivel tiene que estabilizarse con unas cargas de entrenamiento y de competición extremadamente duras. Después de 2-6 años en esta situación, aun efectuando cargas de entrenamiento elevadas, el nivel de rendimiento se estanca e incluso puede sufrir pérdidas (cf. Grosser y cols., 1986, 45).

      Un procedimiento adoptado por muchos atletas de elite para superar la fase de estancamiento descrita consiste en introducir un período largo de regeneración, en forma de descanso de la competición de entre 6 y 12 meses.

      Durante este descanso, con la ayuda de un entrenamiento mucho menos intenso y de las correspondientes medidas de regeneración, se consigue una “recarga” de las reservas psicofísicas. A partir de aquí los atletas vuelven a alcanzar rendimientos máximos absolutos, superiores incluso a los conseguidos anteriormente (cf. Grosser y cols., 1986, 46).

      En muchas modalidades resulta imposible conseguir rendimientos máximos individuales sin una especialización selectiva y planteada en el momento oportuno. Los principios de la carga selectiva y adecuada a la edad intentan reflejar estas exigencias de la práctica deportiva.

      La edad biológica desempeña un papel decisivo para las capacidades de rendimiento y de carga del deportista en las etapas infantil y juvenil. Muchos “talentos” y campeones en las edades infantil y juvenil superaron los promedios de rendimiento de sus compañeros de edad sólo por adelantarse a ellos algunos años en cuanto a la edad biológica. Como se puede ver con más detalle en la página 198, en el ámbito del alto rendimiento, sobre la base de una selección adecuada, podemos encontrar diferencias de edad biológica de hasta cinco y más años. Los niños y jóvenes acelerados presentan mayores capacidades de rendimiento y de carga frente a los estímulos de entrenamiento; el trabajo y la carga deberán, pues, plantearse en función de estas circunstancias.

      Para agotar en el momento oportuno el potencial de rendimiento existente, las cargas de entrenamiento tienen que establecerse según la edad biológica y no según la edad cronológica del joven deportista.

      El principio de la adecuación a la edad incluye además el aprovechamiento de las “fases sensibles” antes mencionadas (v. pág. 18). Los retrasos son casi imposibles de compensar, sobre todo en las modalidades exigentes en los planos técnico y coordinativo, como, por ejemplo, el patinaje artístico sobre hielo o la gimnasia de aparatos. Los esquiadores de nivel mundial han practicado sin excepción su deporte desde la edad infantil; los recién llegados con éxito proceden, en el mejor de los casos, de modalidades deportivas con un perfil similar de exigencias y de rendimiento.

      El principio de la especialización de la carga (Grosser y cols., [1986, 43] hablan también del principio de preeminencia y coordinación selectiva, y Müller [1988, 105], del principio de determinación del entrenamiento deportivo) subraya el hecho de que cada modalidad presenta un perfil característico de exigencias en los ámbitos coordinativo y de condición física.

      Para prepararse a largo plazo con vistas a un rendimiento de elite en una modalidad determinada, todos los objetivos, métodos, contenidos, herramientas y estructuras del entrenamiento deportivo, en todas las etapas de la consolidación del rendimiento, se deberán orientar hacia las exigencias de la futura estructura de rendimiento en la modalidad o disciplina en cuestión. Para ello se deben tener en cuenta los aspectos fundamentales del objetivo en relación con el complejo de características, capacidades y destrezas que se deduce de la estructura de rendimiento previsible; asimismo, se deben aprovechar las especificidades ontogenéticas (cf. Müller, 1988, 105).

      La estructura de rendimiento determina la estructura del entrenamiento, en interacción con otros factores (p. ej. las regularidades del desarrollo de la forma deportiva, regularidades propias de las diferentes edades, etc.) (cf. Müller, 1988, 105; Bartonietz, 1992, 13).

      En el transcurso del proceso de entrenamiento a largo plazo, la configuración del trabajo necesita, pues, una concentración creciente de tiempo y fuerzas sobre el objeto de ejercicio deportivo elegido, esto es, sobre la modalidad en cuestión. Se trata de un proceso de estrechamiento creciente, que deberá concentrarse cada vez más sobre lo que se debe aprender, mejorar y optimizar (cf. Joch, 1992, 72).

      Sin embargo, pese a todas las necesidades de especialización, no se debería descuidar la adquisición de otras capacidades que sirven de complemento y de apoyo para las capacidades y destrezas principales (cf. Grosser y cols., 1986, 43).

      La especialización de la carga según el objetivo se refleja también en una elección cada vez más específica de los métodos y contenidos de entrenamiento utilizados. En un primer momento tienen prioridad los ejercicios generales preparatorios, que no coinciden con el ejercicio de competición ni por sus características estructurales motoras ni por el trabajo específico planteado. Al final predominan ejercicios específicos complejos, que se asemejan a los de competición en cuanto a estructura y efecto de la carga, y plantean exigencias mayores o más detalladas (cf. Bauersfeld/Schröter, 1979, 41; cf. figs. 12 y 242).

       Figura 12. Representación esquemática de ejercicios en el proceso de entrenamiento a largo plazo (de Bauersfeld/Schröter, 1979, 41).

      La especialización progresiva según el objetivo en el proceso de entrenamiento a largo plazo se refleja en una coincidencia creciente de los ejercicios con las estructuras motora y de carga de la modalidad en cuestión.

      Este grupo de principios jerárquicamente superiores reviste una gran importancia para el proceso de entrenamiento a largo plazo y para la configuración del trabajo en el ciclo anual. Con ellos describimos, por una parte, la relación entre preparación general y específica, y por otra parte, la interrelación de los distintos componentes de un rendimiento deportivo complejo. Una estimación errónea en una u otra dirección supone un obstáculo para la consolidación óptima del rendimiento.


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