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de modo que fomenten cada vez más la propia responsabilidad de los deportistas. Es necesario proceder, por tanto, sobre la base de un amplio diálogo entre deportistas y entrenadores.
Principio de la presentación clara y la factibilidad de las decisiones sobre la actividad. A los participantes hay que presentarles estas decisiones de forma clara y transparente, y ellos han de ser capaces de cumplirlas no sólo en lo que atañe a su realización, sino también teniendo en cuenta su significación.
1.2.3.2 Principios para la organización y planificación del entrenamiento
Principio de la mutua sintonía de las decisiones sobre el entrenamiento. Por lo general, las decisiones necesitan una armonización entre las distintas tareas, que en parte divergen unas de otras; estas discrepancias resultan, sobre todo, de exigencias de rendimiento específicas, de particularidades del desarrollo y de necesidades individuales.
Principio de la eficacia. La actividad deportiva ha de conseguir siempre el mayor grado de eficacia posible con vistas a los objetivos de rendimiento planteados.
Principio de la planificación. Los procesos a largo plazo, como por ejemplo los que se diseñan para los deportistas de elite, se deben subdividir en etapas de varios años relativamente independientes unas de otras; para cada una de éstas hay que plantear objetivos específicos y puntos relevantes en los planos metódologicos y de contenidos.
Principio de la especificidad. Los procesos de entrenamiento han de dirigirse siempre a objetivos con algún atractivo, que se puedan alcanzar en periodos de tiempo abarcables.
Principio de la armonización entre la evolución del rendimiento general y el específico. En todas las etapas evolutivas se ha de mantener una relación armónica entre los medios de entrenamiento generales y los propios de cada modalidad deportiva, de acuerdo con los objetivos de cada momento. De esta forma se asegura la continuidad evolutiva, o sea, el mantenimiento de la capacidad de rendimiento tanto general como propia de la modalidad (BAUERSFELD / SCHRÖTER, 1979, 38).
Principio del incremento progresivo de la carga de entrenamiento. Para aprovechar plenamente el potencial de rendimiento genético de un atleta, con vistas a las exigencias propias de su modalidad deportiva, y para alcanzar un estado de rendimiento óptimo, se hace necesaria una especialización creciente en los contenidos y en los métodos de entrenamiento, sobre la base de una formación deportiva básica y general (MÜLLER, 1988, 105 y s.).
Principio de la individualización. Para conseguir los mayores rendimientos individuales posibles, la actividad física, orientada según normas y regularidades generales, ha de referirse cada vez más a los supuestos y a las formas de comportamiento individuales a medida que avanza el proceso de entrenamiento, y ha de dirigirse cada vez más a trabajar los puntos fuertes del individuo (BAUERSFELD / SCHRÖTER, 1979, 35; y MÜLLER, 1988,106).
Principio de la dirección y regulación permanentes del entrenamiento. Para conseguir un objetivo de rendimiento deseado en el plazo de tiempo previsto, las decisiones tomadas se tienen que adecuar continuamente a las tareas comprometidas a largo plazo, sobre la base de unas comparaciones constantes (diagnóstico del rendimiento) entre el estado de rendimiento planificado con antelación y el conseguido realmente.
1.2.3.3 Principios para la estructuración metódologica y de contenidos del entrenamiento
Principio globalizador entre los contenidos condicionales, técnico-coordinativomotores y táctico-deportivos. Para impulsar constantemente la evolución del estado de rendimiento deportivo, se ha de tener en cuenta que los parámetros del rendimiento que atañen a la condición física y a la coordinación, la técnica de movimientos y la táctica se condicionan mutuamente y han de evolucionar por ello siempre en mutua sintonía.
Principio de la complejidad de los efectos del entrenamiento. A la hora de tomar las decisiones hay que tener en cuenta que determinadas formas de entrenamiento nunca actúan aisladamente sobre condiciones de rendimiento particulares, sino siempre sobre el estado complejo de rendimiento.
Principio de la especificidad de la adecuación entre el entrenamiento y la competición. Con el paso de los años de entrenamiento y la mejora del estado de rendimiento, las formas de entrenamiento orientadas a la adaptación se han de escoger cada vez más de acuerdo con las condiciones de la competición.
Principio de la creación de fundamentos orientativos óptimos para realizar planificadamente la actividad. Para mejorar los efectos del entrenamiento, especialmente en sus vertientes técnica y táctica, es necesario crear unos fundamentos orientativos óptimos como base para una recepción, elaboración y almacenamiento eficaces de la información.
Principio de la dinamización psico-física óptima. Se ha de procurar, sobre todo en los ejercicios de coordinación y de técnica, alcanzar un estado óptimo de dinamización psico-física del deportista (MÜLLER, 1988b, 176).
Principio de la calidad de ejecución óptima en los ejercicios. Se ha de conservar siempre la mejor calidad de ejecución posible en los entrenamientos de técnica y de coordinación (MÜLLER, 1988, 176 y s.).
Principio de la carga de entrenamiento creciente. Para conseguir la mejora constante del estado de rendimiento deportivo, hay que procurar que la carga sea incrementada sistemáticamente (HARRE, 1982, 93 y ss.).
Principio de la continuidad. Para mantener a alto nivel o mejorar el estado de rendimiento deportivo se han de evitar las pausas prolongadas en el entrenamiento (HARRE, 1982, 97 y ss.).
Principio de la condición cíclica de la actividad de entrenamiento. Al organizar el entrenamiento deportivo se ha de atender al hecho de que dentro de cada ciclo, y dentro de una serie de ciclos de entrenamiento, se pueden plantear objetivos diferentes y realizar formas de entrenamiento modificadas. Se ha de procurar especialmente que varíen los estados de fatiga con los procesos de recuperación del entrenamiento.