R-evolución. aprende a avanzar en la carrera de tu vida. Chema Martínez

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R-evolución. aprende a avanzar en la carrera de tu vida - Chema Martínez


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R-Evoluciones de mi vida, y me doy cuenta de lo importante que es reforzar las habilidades de los hijos, apoyarlos, escucharlos y generarles esa confianza para que ellos también puedan desarrollar sus gustos y aficiones. Centrarnos en lo que hacen bien, ayudarles a llevarlo al máximo y no tanto en aquello que les cuesta más. Es decir, sacar brillo al talento de las personas, y en eso yo fui muy afortunado.

      Hay varios puntos de inflexión que han marcado mi vida. Uno lo sitúo a los dieciséis años. Después de ese runrún que me acompañaba de poder formar parte del Real Madrid, me convocaron y todo lo que llevaba escuchando desde hacía años de pronto se hizo realidad. Supuso un cambio tremendo. Una carga de responsabilidad muy grande a una edad muy temprana, y ya ahí, de pronto, tuve una evolución distinta a la de mis amigos. Ellos empezaron a salir y yo ya estaba metido en otra película, consciente de que, según cómo jugara mis cartas, así sería mi futuro. Y mis sueños.

      He tenido la fortuna de estar bien rodeado y mantener a mis amigos, los de siempre. Eso te ayuda a ser fiel y a que no se te olvide de dónde vienes ni quién eres, a estar centrado a la hora de disfrutar las victorias y preparado, como buen portero, cuando vienen los golpes.

      Hay muchos desafíos y altibajos en la vida de un deportista: el vértigo de los sueños, el propio peso de la victoria… Son momentos que hay que saber encajar. Pasas de ser una persona anónima a que estadios enteros coreen tu nombre, y casi ocurre de la noche a la mañana. Saber que un gesto tuyo, que seas capaz de parar un balón, puede hacer llorar de alegría a mucha gente. Pero toda luz tiene sus sombras. Y un fallo te puede llevar a los infiernos. Por eso, en esa soledad en la que vivimos, es tan importante mantener la cabeza fuerte, bien amueblada, y ver siempre el vaso medio lleno. Me gusta pensar que todo es para bien.

      La vida es un proceso evolutivo constante. Ocurre que te lesionas o de pronto tienes un problema de salud y te obliga a parar en seco, a recuperarte. Son esos momentos en los que sientes la soledad, en los que te entran todas las dudas a la vez, pero tienes que decirte «arriba y apuesta por tu potencial» y toca reinventarse y ponerse otra vez en marcha. Los sinsabores, las críticas, las lesiones y los instantes duros que he tenido en mi vida han sido grandes maestros. De pronto estás en lo mejor y te sacan de tu zona de confort, todo se tambalea y tienes que pelear por mantener el equilibrio como un buen funambulista. He de decir que me han gustado los retos, las lesiones fueron los grandes muros que me permitieron hacerme también con la victoria de una lucha mental y de destruir mis miedos.

      Algo clave para avanzar es el optimismo. Siempre me he sentido muy querido, el cariño de la gente me ha llevado en volandas tanto en los momentos buenos como en los menos buenos, de ahí mi eterna lucha por ser la mejor versión de mí.

      Además, los deportistas tenemos una enorme responsabilidad: ser el espejo en el que mucha gente se mira. En mi carrera deportiva he recibido numerosas cartas de personas que estaban pasando situaciones realmente duras, historias complicadas en las que sus protagonistas me tomaban como referente para salir adelante. No podemos permitirnos el lujo de quedarnos atrás, no podemos estancarnos, hay gente que cree en nosotros. Para mucha nuestra profesión hace que su mundo sea un poquito mejor. No hubiese sido justo que en alguno de estos momentos difíciles me hubiese quedado lamiendo mis propias heridas y hubiera tirado la toalla, no. Aunque sea por toda esa gente a la que, por unas horas, conseguimos sacarles de su tristeza, tenemos que responder haciendo lo que mejor sabemos hacer y hacerlo de la mejor manera posible. Seguir funcionando mientras se pueda, saltando obstáculos, reparando averías y adaptándonos a los nuevos tiempos.

      El factor suerte también influye, pero la suerte ha de ir acompañada del trabajo. He trabajado mi suerte y, además, he creído en ella, incluso cuando parecía que me abandonaba. Por ejemplo, con mi problema de salud, hay muchos que se quedan por el camino y yo, por suerte, sigo aquí. Veré qué nos encontramos mañana, pero sea lo que sea, por muy alta que sea la montaña, trataremos de escalarla, de aprender de cada obstáculo y, seguramente, una vez llegue a la cima, sea una persona nueva. Mudar la piel como las serpientes tantas veces como sea necesario para adaptarse a los nuevos tiempos, esta es la verdadera R-Evolución.

      Ahora estoy inmerso en un nuevo punto de inflexión en mi carrera deportiva. Soy consciente de todos estos aspectos que han sido fundamentales en mi vida: la responsabilidad, el optimismo, el compartir… Y me doy cuenta de que tengo que agarrar el timón y coger, quizá, un nuevo rumbo que me permita continuar en el que ha sido mi hábitat durante tantos años: el fútbol. Es en este medio donde me gustaría seguir reinventándome. Empezar a trabajar desde otro plano diferente, aportar mi granito de arena en el ámbito deportivo, fuera de la portería. Un reto en el que ponga en práctica todo lo que he aprendido durante estos años. Encarar un nuevo desafío dentro de la gestión del deporte que me permita aprender más aún y seguir caminando, en esta ocasión, dejando atrás mis guantes de portero. En definitiva, me gustaría devolver al mundo del fútbol todo lo que esta disciplina me ha dado, que ha sido mucho.

      Mi filosofía de vida es dejar de lado los miedos y decir siempre sí a los retos, y, si no los encuentro, no cesar en su búsqueda. Uno tiene que tener siempre una pasión que le sirva de motor y ahora mi motor es ayudar al mundo del fútbol de una forma diferente, plasmar mis ideas en el juego, aplicar lo vivido como jugador y mi experiencia como espectador, que también lo soy. Me gusta ver el juego, disfrutar y que haya un reto o una diversión, que haya un esfuerzo.

      Hoy puedo decir que estoy contento conmigo mismo, con todo lo conseguido tanto en el club como en la selección, y ahora he llegado a un punto en el que tengo que reinventarme. Tengo la experiencia acumulada de haber estado escuchando con los ojos siempre muy abiertos, atento a lo que me decían los profesionales y amantes de este mundo. Para aprender, uno tiene que estar dispuesto a escuchar, y yo lo estoy. Además, creo que siempre he estado muy bien acompañado, tanto en el fútbol como fuera de él, y de estas personas sigo aprendiendo día a día. No debemos pensar que ya lo sabemos todo. Hemos de ser humildes y ver la vida como el eterno aprendiz. El que cree que todo lo sabe, nunca aprenderá nada nuevo.

      Hay otro sentimiento que me ha acompañado a lo largo de mi carrera: el agradecimiento. Tengo que dar las gracias al fútbol, a los que han estado junto a mí en mi trayectoria, a las victorias y a cada una de las piedras con las que me he topado en mi vida porque han hecho de mí lo que hoy soy.

      En esta ocasión quiero darle las GRACIAS, con mayúsculas, a Chema Martínez por pensar en mí, por poner este libro en mis manos y por ser un referente en el arte de reinventarse, con sus locos retos deportivos para muchos de nosotros.

      IKER CASILLAS

      En un triunfo caben muchas derrotas

      Se habla mucho del éxito. Y de la felicidad. Ahora, en estos tiempos que corren, nos hartamos de darle la vuelta, del derecho y del revés, a las palabras, de ponerlas en valor y de analizarlas.

      ¿Sé yo lo que es la felicidad? Diría que, si se pudiera tocar, la he tocado. La he tocado en forma de medalla, de podio, de meta inalcanzable, de superación, de hacer posible lo imposible, de cambiar la vida en décimas de segundo, o menos, porque la de un corredor cambia en milésimas de segundo. Las que son infinitas, eternas y a la vez fugaces, y capaces de transformarlo todo. Las mismas que abren la llave mágica al triunfo más absoluto con el que llevas soñando desde siempre o te cierran la puerta al esfuerzo, al sacrificio de años, y te quedas fuera de la que creías la competición de tu vida. Así, microfracciones de tiempo, microsecuencias de tiempo, que serían imperceptibles en una vida normal, en el tiempo real.

      Sé que las cosas se viven de manera distinta a como las proyectamos. Y sé, eso seguro, que en la juventud a mí la felicidad me vino sola, como las sonrisas, de forma natural y espontánea por el camino del deporte.

      Pertenezco a una generación que se crio en la calle. De chaval recuerdo esa niñez unida al deporte y el deporte entendido como un juego continuo, donde la imaginación tenía un papel fundamental porque nos hacía infinitos. No teníamos otro entretenimiento. Así que jugábamos al hockey con un palo que encontrábamos en el parque y que usábamos también con una pelota de tenis para jugar al béisbol.

      Como todos los niños de entonces


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