Entrenamiento deportivo.. Vladimir Issurin

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Entrenamiento deportivo. - Vladimir Issurin


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      El proceso de acomodación tiene muchos indicadores subjetivos: con el incremento del potencial de trabajo los deportistas describen una “mayor libertad de movimientos”, una mejora de la respiración durante un ejercicio extenuante, una mejor relajación de los músculos, un aumento de las sensaciones específicas del deporte como el “sentido del agua” en los deportes acuáticos, el “sentido del hielo” en el patinaje, etc. Todas estas estimaciones subjetivas son muy importantes para los entrenadores y los deportistas; es recomendable anotarlas en el diario de los deportistas y en el libro de los entrenadores.

      En conclusión, la lógica común del entrenamiento relacionada con los principios de adaptación puede presentarse en la siguiente secuencia:

       ■ El entrenamiento con cargas apropiadas provoca reacciones deseadas en los deportistas (principio de la magnitud o volumen del estímulo).

       ■ Esta reacción induce un proceso de adaptación y ajuste con el resultado de un aumento del potencial de trabajo y una reacción más econó-mica ante cargas constantes (principio de la acomodación).

       ■ El incremento del potencial de trabajo es utilizado en el rendimiento deportivo de acuerdo con los resultados provocados por el entrenamiento y transferidos por los diferentes ejercicios a la actividad principal de competición (principio de la especificidad).

      En contraposición a esta relación disminuye el efecto del entrenamiento, y cuanto más alto sea el nivel del deportista, mayor será el deterioro esperado del efecto del entrenamiento.

      Durante mucho tiempo, tanto la teoría como la práctica del entrenamiento deportivo han buscado una explicación comprensiva y consistente de cómo mejorar la condición física y la preparación de los deportistas. En otras palabras, la cuestión principal era cómo obtiene el entrenamiento deportivo beneficios en la capacidad de trabajo de los deportistas. A mediados de la década de 1950, el profesor soviético de bioquímica Yakovlev (1977) propuso una de las primeras respuestas basadas científicamente en esta cuestión. Describió el ciclo de supercompensación después de una

      serie única de ejercicios. Este fenómeno fue adoptado con entusiasmo por teóricos deportivos, quienes trataron de explicar los efectos del entrenamiento a medio y largo plazo a través del ciclo de supercompensación. Posteriores investigaciones y especialmente la experiencia práctica del entrenamiento de alto rendimiento revelaron muchas limitaciones en la aplicación de este principio al entrenamiento de alto rendimiento. A pesar de esto, el principio de supercompensación se ha ganado de nuevo el respeto en la interpretación y la comprensión de los fundamentos del entrenamiento.

      El fenómeno de la supercompensación se basa en la interacción entre la carga y la recuperación. El ciclo de supercompensación se inicia con la carga física, la cual sirve como estímulo para otra reacción (figura 1.6). La carga única causa fatiga y reducción aguda de la capacidad de trabajo del deportista, que se corresponde con la primera fase del ciclo. La segunda fase del ciclo se caracteriza por un proceso pronunciado de recuperación; por consiguiente, la capacidad de trabajo del deportista aumenta y alcanza el nivel anterior a la carga al final de esta fase. Después, la capacidad de trabajo continúa aumentando, superando el nivel anterior y alcanzando el clímax, que se corresponde con la fase de supercompensación. En la siguiente fase, la capacidad de trabajo vuelve al nivel anterior a la carga.

      Este patrón de recuperación de la carga se probó varias veces utilizando el ejemplo del agotamiento y la recuperación de sustancias bioquímicas como el glucógeno o el creatinfosfato. Los entrenadores, haciendo pruebas específicas del deporte, pueden detectar también un aumento del nivel de la condición física en la fase de supercompensación. Siguiendo la teoría de la supercompensación, se elaboraron varios conceptos del entrenamiento que presuponían las secuencias de entrenamientos de acuerdo con las fases de supercompensación después del entrenamiento precedente. Esta suma de cargas en una serie de entrenamiento es una cuestión que merece una consideración especial.

fig_1-6.jpg

      La interpretación inicial de la teoría de la supercompensación postuló un diseño de entrenamiento en el cual cada nuevo entrenamiento se realiza durante la fase del aumento de la capacidad de trabajo después del entrenamiento anterior. Como resultado de la suma de un número de esas ganancias, el nivel de la condición física del deportista aumenta constantemente (figura 1.7-A). Si el entrenamiento posterior corresponde a la cuarta fase del ciclo de supercompensación, cuando la capacidad de trabajo vuelve al nivel anterior a la carga, el beneficio evocado por la carga anterior no se explota y el nivel de la condición física no se eleva (1.7-B). Si cada carga siguiente en el entrenamiento se realiza en la segunda fase, cuando aún no se ha completado la recuperación, el deportista no consigue el nivel de capacidad de trabajo anterior a la carga. Como resultado se acumula la fatiga y el nivel de la condición física desciende (1.7-C).

fig_1-7.jpg

      Cuando se publicaron estas sumas de carga de entrenamiento, las directrices del entrenamiento parecían muy simples: las sesiones de entrenamiento se deberían programar exclusivamente en función de las fases de supercompensación, lo que garantizaría la mejora de la condición física. Sin embargo, no pasó mucho tiempo hasta que los entrenadores y los científicos señalaron grandes contradicciones entre el diseño“óptimo”propuesto y la práctica actual del entrenamiento de alto rendimiento. El problema radicaba en la duración del ciclo de supercompensación. Se descubrió que las fases de fatiga y de recuperación después de una gran carga duraban tres días; así pues, siguiendo el ciclo de supercompensación dos, se podía programar un máximo de tres entrenamientos por semana. Esta frecuencia de entrenamiento es aceptable para novatos y deportistas de nivel medio, pero no para el entrenamiento de alto rendimiento, en el que el deportista realiza de 6 a 12 sesiones de entrenamiento semanalmente. Algunos entrenadores trataron de modificar sus programas de entrenamiento de acuerdo con el modelo teóricamente favorable y se decepcionaron rápidamente por los resultados de sus intentos.

      Evidentemente, la necesidad de esperar hasta la recuperación completa después de cada entrenamiento limitaba las oportunidades de conseguir los niveles de carga deseados y reducía la confianza de los entrenadores en el modelo teórico. Se publicaron declaraciones en las que se afirmaba que los deportistas de alto rendimiento estaban acostumbrados a cualquier carga y que ningún entrenamiento sencillo, aunque fuera muy intenso, proporcionaría el estímulo suficiente para conseguir la respuesta deseada. Para este propósito, se debería programar una serie de entrenamientos con acumulación de fatiga. En consecuencia, se propuso un esquema modificado de la suma de cargas


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