El libro rojo. Карл Густав Юнг

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El libro rojo - Карл Густав Юнг


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momento”. El ‘yo’ de Jung replicó: “Puedo entender esto completamente y aceptarlo. Sin embargo, permanece oscuro para mí de qué forma el conocimiento puede ser transformado en vida. Debes enseñarme esto”. Su alma dijo: “No hay mucho que decir acerca de esto. No es tan racional como estás inclinado a pensar. La vía es simbólica”. (176)

      La tarea que enfrenta Jung es la de cómo realizar y corporizar en su propia vida lo que había aprendido a través de su autoinvestigación. Durante este período los temas de la psicología de la religión y la relación entre religión y psicología, se volvieron cada vez más prominentes en su obra, comenzando por su seminario en Polzeath, en Cornualles, en 1923. Intentó desarrollar una psicología del proceso de creación religiosa. Antes que proclamar una nueva revelación profética, su interés radicaba en la psicología de las experiencias religiosas. La tarea consistía en describir la traducción y la transposición de la experiencia numinosa de los individuos en símbolos y, eventualmente, en los dogmas y credos de las religiones organizadas y, finalmente, estudiar la función psicológica de tales símbolos. Para que tal clase de psicología del proceso de creación religiosa tuviese éxito, era esencial que la psicología analítica, mientras proveía una afirmación de la actitud religiosa, no sucumbiese a convertirse ella misma en un credo. (177)

      En 1922, Jung escribió un artículo sobre “La relación de la psicología analítica con las obras de arte poéticas”. Diferenció dos tipos de obras: la primera, que provenía enteramente de la intención del autor, y la segunda, que se apoderaba del autor. Ejemplos de tales obras simbólicas eran la segunda parte del Fausto de Goethe y el Zaratustra de Nietzsche. Sostenía que estas obras surgían de lo inconsciente colectivo. En tales casos, el proceso creativo consistía en la activación inconsciente de una imagen arquetípica. Los arquetipos liberaban en nosotros una voz que era más fuerte que la nuestra:

      Quien habla con imágenes primigenias habla como con mil voces, aprende y supera... encumbra el destino personal transformándolo en destino de la humanidad, liberando así también en nosotros esas fuerzas benefactoras que desde tiempos inmemoriales han permitido a la humanidad escapar a los peligros y soportar la noche más larga. (178)

      El artista que produce tales obras educa el espíritu de la época y compensa la unilateralidad del presente. Al describir la génesis de esas obras simbólicas, Jung tiene evidentemente sus propias actividades en mente. Así, mientras Jung se rehusaba a ver el Liber Novus como ‘arte’, las reflexiones sobre su composición constituyeron, no obstante, una fuente crítica de sus posteriores concepciones y teorías sobre el arte. La cuestión implícita que este artículo plantea es si la psicología puede servir para esta función de educación del espíritu de la época y de compensación de la unilateralidad del presente. De allí en adelante, llegó a concebir la tarea de su psicología precisamente de esa manera. (179)

      DELIBERACIÓN SOBRE LA PUBLICACIÓN

      A partir de 1922, además de con Emma Jung y Toni Wolff, Jung mantiene largas charlas con Cary Baynes y Wolfgang Stockmayer respecto de qué hacer con el Liber Novus y acerca de su potencial publicación. Como tuvieron lugar cuando aún estaba trabajando en él, todas esas conversaciones son críticamente importantes. Cary Fink nació en 1883. Había estudiado en el Vassar College, donde tuvo como profesora a Kristine Mann, quien se convirtió en una de las primeras seguidoras de Jung en los Estados Unidos. En 1910 se casó con Jaime de Angulo y completó su formación médica en el Hospital Johns Hopkins en 1911. En 1921 dejó su puesto allí y se fue a Zürich con Kristine Mann. Comenzó su análisis con Jung. Nunca había sido analizada, y Jung respetaba su inteligencia crítica. En 1924 se casó con Peter Baynes. Se divorciaron en 1931. Jung le pidió que hiciera una nueva transcripción del Liber Novus porque le había agregado mucho material desde su última transcripción, cosa que hizo en 1924 y 1925 cuando Jung estaba en África. Su máquina de escribir era pesada, así que primero lo copió a mano y luego lo mecanografió.

      Estas notas se refieren a sus discusiones con Jung y están escritas en forma de cartas dirigidas a él, pero no fueron enviadas.

      2 DE OCTUBRE DE 1922

      En otro libro de Meyrink, El Dominico blanco, usted dice que el autor hizo uso exactamente del mismo simbolismo que se le presentó a usted en la primera visión que le reveló lo inconsciente. Luego dice que él se había referido a un ‘libro rojo’ que contenía ciertos misterios y al libro que usted está escribiendo sobre lo inconsciente lo ha llamado El libro rojo. (180) Entonces dijo que se hallaba en duda acerca de qué hacer con ese libro. Meyrink, según dijo usted, pudo volcar lo suyo en forma de novela y eso está bien, pero usted sólo podía regirse por el método científico y filosófico y que esas cosas no pueden ser volcadas en ese molde. Yo sugerí que podía utilizar la forma del Zaratustra y usted dijo que era cierto pero que estaba harto de eso. Yo también. Entonces dijo que había pensado en convertirla en una autobiografía. Eso me pareció, por lejos, lo mejor, porque entonces tendería a escribir tal como habla, de una manera muy colorida. Pero más allá de algunas dificultades con la forma, dijo que temía hacerlo público porque eso era como vender su propia casa. Pero entonces yo repliqué con toda vehemencia y dije que no se parecía a eso en absoluto, porque usted y el libro representaban una constelación del universo, y eso de tomar el libro como algo puramente personal era identificarse a usted mismo con él, lo cual era algo que usted ni pensaría permitírselo a sus pacientes... Entonces nos reímos por haberlo capturado in fraganti, por así decirlo. Goethe se había tropezado con la misma dificultad en la segunda parte del Fausto, donde se había metido en lo inconsciente, y había hallado tan difícil darle una forma correcta que finalmente murió dejando sus manuscritos como tales en su cajón de su escritorio. Mucho de lo que usted había experimentado, decía, sería considerado una pura locura que, si fuese publicada, haría que saliese perdiendo no sólo como científico sino como ser humano; pero no, dije yo, si enfocase la cuestión desde el ángulo de la Dichtung und Wahrheit [Poesía y Verdad], entonces la gente podría hacer su propia selección respecto de cuál era cuál. (181) Usted se opuso a presentar nada de eso como Dichtung cuando todo era Wahrheit, pero no me parecía que hubiera estado fingiendo al hacer uso en gran parte de una máscara para protegerse a usted mismo de los filisteos. Además, después de todo, como yo decía, los filisteos tenían su derecho: de cara a la opción de tomarlo a usted como un lunático o a sí mismos como unos tontos inexpertos, ellos debían elegir la primera alternativa, pero si podían considerarlo como un poeta, salvaban su reputación. Mucho de su material, decía usted, le había llegado como runas y la explicación de esas runas sonaba como el más perfecto disparate, pero eso no importaba si el producto final tenía sentido. En su caso, le dije, aparentemente se ha vuelto consciente de muchos más de los niveles de la creación que nadie antes. En la mayoría de los casos la mente evidentemente elimina el material irrelevante de forma automática y entrega el producto final, mientras que usted expone toda la cuestión: proceso originante y producto. Naturalmente, esto es terriblemente más difícil de manejar. Entonces terminó mi hora.

      ENERO DE 1923

      Lo que usted me dijo algún tiempo atrás me hizo pensar y, de pronto, el otro día mientras estaba leyendo el “Vorspiel auf dem Theater” [Preludio en el teatro], (182) se me ocurrió que usted también debería hacer uso de ese principio que Goethe ha manejado tan hermosamente a lo largo de todo el Fausto, esto es, la puesta en oposición de lo creativo y eterno con lo negativo y lo transitorio. Es posible que usted no vea de inmediato qué es lo que esto tenga que ver con El libro rojo, pero se lo explicaré. Como yo lo entiendo, en este libro usted está desafiando a los hombres a una nueva forma de dirigir su atención a sus almas y, de todos modos, va a haber mucho que quedará fuera del alcance del hombre ordinario, tal como en un período de su propia vida usted apenas si lo habría comprendido. En cierto modo es una ‘joya’ lo que usted le está ofreciendo al mundo, ¿no? Mi idea es que necesita una especie de protección para que no sea arrojada a la alcantarilla y finalmente eliminada por un judío extrañamente vestido. La mejor protección que puede diseñar, me parece, sería poner en el libro mismo una exposición de las fuerzas que intentarán destruirlo. Es uno de sus grandes dones la fuerza de poder ver tanto lo negro como lo blanco de cada situación dada, de modo que usted sabe mejor que la mayoría de las personas que atacan el libro qué es lo que ellos quieren destruir. ¿No podría


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