El arte del revelado. Fran Nieto
Читать онлайн книгу.luces y la central sobre los tonos medios.
El eje vertical nos indica cuantas veces se repite un valor tonal en la imagen, correspondiendo la parte más alta siempre al más repetido y distribuyéndose el resto de valores de forma proporcional a este.
Imaginemos una fotografía que contenga solo un tono gris medio. El histograma tendrá una línea única en el centro y alcanzará la parte más alta. Si dividimos la imagen en dos partes idénticas y pintamos una de ellas en un tono equidistante entre el gris medio y el negro aparecerá una segunda columna a su izquierda. Como ambos tonos tienen el mismo número de píxeles ambas columnas llegarán arriba de todo. Este concepto es importante y por eso voy a insistir. La altura del histograma no indica si hay muchos o pocos píxeles en términos absolutos, sino su proporción respecto al más repetido.
Si ahora dividimos nuevamente este segundo tono más oscuro en dos partes iguales y pintamos una de negro aparecerá una nueva barra en la parte izquierda. Ahora tendremos una barra central, la de la superficie gris, que sigue llegando a la parte más alta del histograma y otras dos que llegan justo a su mitad, pues cada una de ellas contiene la mitad de píxeles que el gris medio.
Construyendo un histograma
Supongamos una imagen muy sencilla, compuesta por cinco tonos de grises. De cada uno de ellos tendremos una cantidad concreta de píxeles.
Valor | Píxeles totales |
0 – Negro puro | 20 |
30 – Gris muy oscuro | 40 |
127 – Gris medio | 80 |
200 – Gris claro | 15 |
255 – Blanco | 10 |
Al construir el histograma, el valor más repetido que corresponde al gris medio, ocupará la parte más alta y tendrá un valor vertical máximo. El resto de las barras tendrán una altura proporcional en función de los píxeles que contenga cada uno de los demás tonos.
0 Negro puro
30 Gris muy oscuro
127 Gris medio
200 Gris claro
255 Blanco
En una imagen real se haría el mismo procedimiento para cada uno de los valores tonales, eliminando los huecos entre cada valor y situando las barras de forma vertical.
Cada imagen tiene su propio histograma, es casi su huella dactilar. Será indiferente que la rotemos, pues eso no varía ni un solo píxel. Pero si incrementamos su exposición o su contraste, el histograma variará para reflejar los nuevos valores de tono que tiene cada píxel. No necesitamos forzar al histograma a adoptar ninguna forma concreta en el procesado; según nuestro gusto personal cada imagen acabará con una distribución particular de sus barras. La forma del histograma es indiferente, no debemos limitar nuestra creatividad para adaptarlo a una predefinida. Además, hemos de tener en cuenta que por motivos prácticos el histograma que vemos en la pantalla de la cámara no es el real, sino una simplificación basada en sus menús y de tan solo unos 256 valores, aunque la cámara ya sabemos que puede capturar muchos más.
Una fotografía en la que el valor más repetido, y por tanto el más alto, es el blanco puro o el negro puro, pueden estar sobreexpuesta o subexpuesta. Pero esto no siempre será así. Si estamos realizando una foto de un contraluz y la forma es completamente negra será normal que el tono más repetido sea precisamente el negro. Lo mismo sucederá por el otro extremo si buscamos un fondo blanco sin detalle. El histograma solo aporta información. Por eso es crucial analizarla, confirmando si encaja o no en lo que deseamos transmitir.
Cada vez más cámaras y todos los programas de revelado nos dan la posibilidad de ver el histograma de cada canal por separado. De esta forma veríamos como se reparten los valores tonales del rojo, del verde y del azul. Lo más frecuente es que los tonos más repetidos no sean los de los extremos, pero en función de la imagen podría ser lo esperado. En una fotografía de musgos verdes brillando bajo el sol puede ser normal que el valor más repetido en el canal verde sea precisamente el más brillante.
Si estamos fotografiando una escena con poco contraste lo común será que la masa del histograma se acumule en el centro; a fin de cuentas, esta falta de contraste provoca que no contemos con tonos completamente blancos o negros. Si la escena es de alto contraste sucederá lo contrario, se acumularán las barras en los extremos del histograma y estarán muy abajo en los tonos medios. Esto no es bueno ni malo, es lo que corresponde en función de nuestra toma y de la forma en que pretendemos mostrarla. Repito, cada imagen tendrá su histograma propio, simplemente se adaptará a nuestra exposición y después a nuestro procesado.
El histograma por sí mismo no aporta información de referencia, hemos de interpretarlo para ver si se adecúa a lo que precisamos o hemos de variar algo. Si estamos fotografiando una cascada con una larga exposición y en la toma no aparecen tonos claros, del agua en movimiento, necesitaremos incrementar la luz que llega al sensor para que el histograma se pueble con tonos más altos. Pero si nuestra intención es la de crear una toma en JPEG en clave baja, con predominio de las sombras, puede que ese histograma sin información en la parte derecha sea el correcto.
Volveremos sobre este tema al hablar de la exposición durante la toma.
Los fotones que alcanzan cada fotocaptor del sensor se convierten en una corriente eléctrica, que necesita ser amplificada. Ningún dispositivo electrónico es perfecto y puede existir una diferencia entre el valor teórico que debería originarse y el que realmente se guarda. A estas variaciones aleatorias de brillo o de color que codifica el sensor, pero que no corresponden a la realidad, las llamamos ruido.
El ruido es aleatorio y puede afectar a cualquier píxel. Cada fotodiodo de nuestro sensor transforma la luz que recibe en una señal eléctrica. El problema es que incluso aunque no reciba ninguna luz generará una cierta señal que dará lugar a información ficticia, de forma más acusada cuando el sensor está más caliente. Simplemente no podemos determinar con absoluta precisión el valor real de la exposición a la luz y puede diferir del valor del píxel adyacente que está captando un valor tonal idéntico de la realidad.
Cuando a nuestro fotocaptor le llega mucha luz el efecto del ruido resulta escaso. La señal captada es alta y el ruido proporcionalmente bajo. Pero si el fotocaptor registra pocos fotones la señal será menor, entonces se mantiene al mismo nivel y por ello la relación señal ruido será más desfavorable y éste más evidente. Este es el motivo por el que el problema se acentúa en las sombras. Por si fuera poco, la manera en que generalmente se codifican los archivos digitales dedican muchos más bits de información a las luces que a las sombras, lo que empeora sustancialmente la situación. Sucede lo mismo si ponemos nuestro equipo a funcionar sin un CD en la bandeja o la radio sin sintonizar y subimos la voz. En este caso el ruido será audible en lugar de visible, pero el fenómeno es el mismo.
Otra fuente de ruido es el de amplificación. Al elevar la señal generada por el sensor también amplificaremos el ruido y al mismo tiempo el amplificador introducirá sus propios errores, su ruido característico. Un sensor tiene una determinada respuesta a la luz, lo que identifica su ISO real. Cuando seleccionamos un valor más alto lo que le estamos pidiendo es que amplifique la señal inicial y en función de la calidad del amplificador podemos degenerarla más o menos. En los llamados sensores invariantes puede que el ruido de amplificación sea tan bajo que la señal apenas se desvirtúe (por lo que es casi indiferente variar el ISO en la toma o en la edición). En todo caso, la mayor calidad de nuestra cámara y su mayor rango dinámico los obtendremos siempre seleccionando