Ciencia de la ?*&%!. Luis Javier Plata Rosas

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Ciencia de la ?*&%! - Luis Javier Plata Rosas


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pues las posibles consecuencias pueden ser fatales para nosotros o para nuestra descendencia. En este sentido, los científicos concuerdan con el escritor François de La Rochefoucauld, cuando afirmó que: “En cierto modo los celos son algo justo y razonable, puesto que tienden a conservar un bien que nos pertenece o que creemos que nos pertenece…”

       Celos de hombre, celos de mujer

      “Qué bellos son tus celos de hombreque sientes cada vez que me voy…” La Sonora Dinamita

      De acuerdo con la psicología evolutiva, los celos sufridos por los hombres son distintos a aquellos que aquejan a las mujeres. De acuerdo con esta teoría, el reto que para la hembra de nuestra especie representa el asegurar que un macho invierta suficiente tiempo y recursos en los hijos de ella (sean o no realmente también de él, pero esa es otra historia) ha favorecido que las mujeres respondan con mayor intensidad a la infidelidad emocional que a la sexual, mientras que, en sentido opuesto, la posibilidad de que una hembra sea embarazada por un macho distinto a su pareja ha favorecido que los hombres respondan con mayor intensidad a la infidelidad sexual que a la emocional.

      En otras palabras, una mujer se encela más con su pareja cuando percibe, erróneamente o no, que se está enamorando de otra mujer que cuando está copulando (o coloque aquí el lector el sinónimo que le parezca más apropiado) con ella, mientras que un hombre tiene arrebatos de celos mucho mayores en el caso opuesto. ¿La razón? Los celos masculinos son un mecanismo resultante de la evolución para prevenir que el hombre termine criando los hijos de otros amantes, en tanto que los celos femeninos son un mecanismo para evitar que la mujer pierda los recursos invertidos por el padre (verdadero o no) de los hijos de ella.

      Nótese que lo aquí expuesto no significa que hombres y mujeres no sufran igualmente del mismo tipo de celos: sólo afirmamos que la intensidad con que sienten cada tipo de celos es distinta en cada género, por lo que no recomendamos que nuestros lectores usen este artículo como excusa al estilo de: “Tus celos son evolutivamente irracionales. ¡Sólo me estaba echando una canita al aire!... ya sabes que eres la única de la que estoy enamorado”.

      A pesar del recelo y la polémica al estilo “Los celosos son de Marte, las celosas son de Venus” que esta perspectiva evolutiva suscitó desde que, hace más de tres décadas, fue enunciada, durante todos estos años sus celosos defensores han hallado evidencia a su favor y hay, inclusive, estudios que analizan decenas de estudios a favor y en contra de esta teoría que predispone de manera innata a hembras y machos humanos a reaccionar de manera distinta ante la infidelidad. La conclusión es que, haciendo de lado esta diferencia de género, todos los individuos de nuestra especie experimentamos celos, sin importar la cultura ni la edad. Sin embargo, sobre este último punto, hay un pequeño matiz…

       Celos inmaduros, celos añejos

       You bring me sorrow, you cause me pain

       Jealousy, when will you let go?

       Gotta hold of my possessive mind,

       turned me into a jealous kind.

      

       (Me traen tristeza, me causan dolor

       Celos, ¿cuándo se irán?

       Tengo que conservar mi mente posesiva,

       que me convirtió en un tipo celoso.)

      “Jealousy”, Queen (1978)

      Si confiamos en la psicología evolucionista, ¿están equivocados, entonces, quienes consideran que los celos son una muestra de la inmadurez de los celosos, de su inexperiencia e inseguridad en cuanto a relaciones románticas se refiere? ¿Se extinguen los celos con la edad?

      Cuando una mujer está en una edad mayor a la reproductiva, no por ello disminuye necesariamente el riesgo de que su pareja se convierte en un cornudo, pero al menos no corre riesgo alguno de criar los hijos del amante de ella y, en consecuencia, cuarentones y mayores deberían ser menos celosos. No obstante, los estudios muestran que esto no ocurre así, y que no importa qué edad tenga un hombre, la intensidad de sus celos no disminuye en lo más mínimo. La posible explicación es que esos mismos estudios no consideraron la edad de la mujer, por lo que lo que (no, no leyó doble el lector) posiblemente ocurre es que en varias de las parejas estudiadas la mujer era mucho más joven que el hombre, como podemos presenciar en películas y en la vida real: hombres de alto estatus económico casados con bellas mujeres que podrían ser sus hijas… o sus nietas.

      ¿Y, si se trata de una mujer madura, qué sucede en el caso la infidelidad masculina? Con respecto a mujeres más jóvenes, es menos probable que cuarentonas y mayores tengan hijos pequeños y dependientes por completo de ellas, por lo que a ellas no debería preocuparles tanto como a una veinteañera la infidelidad emocional de su pareja. Esto es, en efecto, lo que muestran los resultados de estudios sobre el tema.

       Celos deliberados

       Son celos cierto temor

       tan delgado y tan sutil,

       que si no fuera tan vil,

       pudiera llamarse amor.

      Félix Lope de Vega

      A pesar de que los celos son involuntarios y pueden llegar a ser enfermizos para quien los padece, es curioso –por lo menos para los científicos- cómo despertar celos en nuestra pareja sí puede ser una conducta completamente voluntaria y deseada: un estudio señala que tres cuartas partes de las parejas que participaron en él afirmaron haber intentado encelar a su pareja en algún momento.

      Los investigadores han hallado que uno de los principales motivos por los que una persona induce los celos de su pareja a propósito es que ésta responda de una manera compensatoria que permita fortalecer la relación. Según un estudio, la gran mayoría de quienes intentaron poner celosa a su pareja (87%), lo hicieron para llamar su atención. Como segundo y tercer lugar de las razones citadas para esta celosa estrategia fueron comprometer más y retener a su pareja en la relación. Otras causas por las que la gente induce deliberadamente celos es, según otros estudios, mejorar su autoestima y ganar control en la relación, al hacer creer a su pareja que existe una alternativa atractiva e interesada.

      Por parte de quien encela, ya sabemos qué es lo que busca, pero… ¿realmente lo consigue? Otros investigadores determinaron que, ante una situación hipotética en la que su pareja intentara ponerlos celosos, 60% de los encelados esperaría responder negativamente, 24% llegaría al punto de pelearse e, inclusive, terminar la relación y sólo un 16% respondería positivamente, como esperaría el objeto de sus celos.

      A pesar de estas respuestas hipotéticas, la realidad que los estudios sobre celos han registrado es que, en la gran mayoría de las ocasiones, la presencia de este conflictivo sentimiento está asociada de manera ligera, pero notable, con la estabilidad de una relación romántica.

      En resumen, los celos son tácticas indispensables en toda estrategia amorosa. Queda pendiente resolver la incógnita de si son las mujeres o los hombres quienes tratan con mayor frecuencia de encelar a su pareja, pues algunos estudios concluyen lo primero en tanto que otros no hayan diferencia alguna entre ambos sexos.

       Los que experimentan (con) celos

       “El que es celoso, no es nunca celoso por lo que ve; con lo que se imagina basta.”

      Jacinto Benavente

      Llegado a este punto, más de un lector posiblemente se pregunte cómo estudian los celos los científicos: ¿diseñan experimentos en los que le piden a un voluntario que despierte los celos de su pareja, mientras observan con cámaras y micrófonos y sin que el celoso se percate cuál será su reacción? Considerando las posibles consecuencias negativas de un ataque de celos, que pueden desembocar hasta en violencia y en la destrucción de una relación,


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