Fotografía Macro. Fran Nieto

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Fotografía Macro - Fran Nieto


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la toma, lo que redunda en una apreciable mejoría de la nitidez en situaciones de luz escasa pero su precio es mayor y su peso y tamaño también.

      Adquirir una de estas lentes para macro (como el Micro-Nikkor 105 mm 1:2.8 VR) es una decisión muy personal que tiene mucho que ver con el estilo de cada fotógrafo y su forma de trabajar. Personalmente no los uso ya que empleo siempre el trípode y en muy contadas ocasiones trabajo con la cámara en la mano. Pero para las personas que no les resulta cómodo o adecuado el uso de trípode seguro que es una inversión muy acertada.

       La humedad es enemiga de nuestro equipo

      Uno de los peores enemigos de los objetivos son los hongos. Es algo especialmente temido cuando adquirimos un objetivo de segunda mano, dado lo complicado que puede ser eliminarlos una vez convierten nuestra querida óptica en su hogar. Algunos hongos segregan determinadas sustancias, como ácidos, que pueden destruir los revestimientos de las lentes y, por tanto, sus resultados. Afortunadamente estos hongos no son los más comunes. Otro problema grave es que se encuentren ubicados en las capas de cemento que unen las lentes. En ambos casos, bien sea por lo caro de restaurar los tratamientos o desmontar las lentes y volver a pegarlas, la reparación suele exceder el valor de compra.

      Es increíble que puedan vivir en algo que consideramos inerte, pero para ellos cualquier resto de aceite, ácaros, polvo… es suficiente para sobrevivir. Su desarrollo se ha minimizado al mejorarse el sellado de los objetivos por la industria. Al crecer los hongos vemos como unos finos filamentos van formando una estructura entrelazada de color claro que va colonizando la superficie de las lentes y dificultando la llegada de la luz al sensor.

      Para evitar su proliferación hemos de evitar el exceso de humedad al guardar el equipo. Procuraremos airearlo bien al acabar una sesión y no lo guardaremos nunca en la propia bolsa de transporte, ya que es un excelente caldo de cultivo; optaremos por estanterías aireadas. Si hemos trabajado bajo la lluvia secaremos todo cuidadosamente. También es importante mantener el equipo limpio de nuestra grasa corporal y de polvo. Zeiss informa que mantener el equipo con una humedad relativa superior al 70% durante tres días consecutivos puede bastar para que las esporas proliferen. Así que no estará de más utilizar deshumidificadores si vivimos en zonas de alta humedad. Los baños de sol de nuestro equipo serán un buen seguro, siempre que no alcance temperaturas demasiado altas, claro, o será peor el remedio que la enfermedad.

      Es importante destacar que los estabilizadores sólo reducen el movimiento de la cámara; si el que se mueve es el modelo no servirán de nada. Si trabajamos sobre trípode hemos de desactivar el mecanismo para evitar que las oscilaciones que produce se transformen en vibraciones indeseadas en la toma.

      La película o el sensor digital necesitan una cierta cantidad de luz para ser expuestos adecuadamente y captar los colores con naturalidad. Si llega un exceso de luz los colores saldrán desvaídos y si no llega la suficiente serán demasiado oscuros. Además, en el primer caso las sombras estarán demasiado claras y se perderá todo el detalle en las áreas más iluminadas. Si lo que ha pasado es que la toma recibe muy poca luz, las sombras saldrán tan oscuras que veremos únicamente una mancha negra, mientras las zonas claras saldrán demasiado oscuras.

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      Con esta rueda se cambia el diafragma en mi cámara. En los modelos más avanzados disponemos de otra para elegir la velocidad de obturación. En los más asequibles suele existir un único dial que se conmuta con un botón. La configuración por defecto del fabricante utiliza este dial para variar la velocidad, pero lo he personalizado porque me resulta más cómodo.

      Para poder controlar la luz que llega al sensor las cámaras disponen de dos controles que suelen activarse mediante una rueda: el diafragma y la velocidad de obturación.

      El diafragma no es otra cosa que la abertura a través de la que llega la luz al sensor. Está formado por una serie de láminas móviles que se cierran o abren permitiendo que llegue mayor o menor cantidad de luz al sensor. Su misión es la misma que la de la pupila en nuestros ojos.

      Este mecanismo se sitúa físicamente en el propio objetivo, aunque la tendencia es que el mecanismo de control sobre su apertura se localice en la cámara por motivos ergonómicos y de abaratamiento de costes.

      La apertura presenta una serie de números que progresan de la siguiente forma, aunque no todos los objetivos tengan la serie completa:

      1,4 - 2 – 2,8 – 4 – 5,6 – 8 – 11 – 16 – 22 – 32 – 45

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      A medida que aumenta el número f, disminuye el diámetro del diafragma y por tanto la cantidad de luz que llega al sensor disminuye proporcionalmente.

      Cuanto mayor sea el número seleccionado menor será la luz que llega al sensor, pero será mayor la zona que aparecerá enfocada en la misma. Cada uno de estos números permite pasar la mitad de luz que el anterior. Un diafragma de f/5,6 deja pasar el doble de luz que uno de f/8, y éste el doble que uno de f/11. De esta forma vemos que a f/5,6 entra cuatro veces más luz que a f/11.

      Conviene memorizar que un número pequeño en el diafragma representa una entrada de luz grande, y que un número grande de diafragma equivale a una pequeña entrada de luz.

      Cada uno de estos saltos se denomina punto. Así, abrimos un punto al pasar de un diafragma al anterior, consiguiendo que entre el doble de luz, y cerramos un punto al pasar al siguiente, con lo que la cantidad de luz que llega será la mitad. Este concepto se denomina EV (Exposition Valure), en adelante cuando nos refiramos a un EV, positivo o negativo, debemos pensar siempre en variaciones de intensidad de la luz de un punto, es decir del doble o de la mitad. En las cámaras actuales podemos seleccionar valores intermedios, separados entre sí medio punto o un tercio de punto, en función de que valor personalizado elijamos en los menús.

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      En la mayoría de las cámaras digitales se puede elegir en las funciones personalizadas la distancia entre dos diafragmas o velocidades, en fracciones de 1/2 o 1/3 de EV.

      Cuanto menor sea el diámetro del diafragma que empleemos mayor será el área que aparezca nítida en la toma. En fotografía todo es un equilibrio entre elementos positivos y negativos. En este caso, los diafragmas abiertos nos permiten que entre mucha luz, pero producen tomas con poca zona enfocada, y diafragmas cerrados dejan entrar poca luz, pero a cambio obtenemos una mayor zona enfocada. A la zona que percibimos como perfectamente enfocada en la toma y en la que la nitidez subjetiva que percibimos la consideramos como idónea, se le llama profundidad de campo.

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      Un diafragma abierto nos permite centrar la atención del espectador en los ojos de esta mariposa, dejando el resto de la escena desenfocada.

       Nikon D300 con MicroNikkor 60 mm 1:2.8 a f/11 y 1/80. Flash a través de difusor a 45º. Otro flash rebotado en difusor por la derecha de relleno.

      La velocidad de obturación determina el tiempo durante el cual la luz llega al sensor. Los números que presenta la cámara al accionar el dial correspondiente son los siguientes (aunque no todas las cámaras tienen la serie completa):

      1 – 2 – 4 – 8 – 15 – 30 – 60 – 125 – 250 – 500 – 1.000 – 2.000 – 4.000 – 8.000

      Todos ellos son fracciones de segundo, es decir que 125 representa la 1/125 parte de un segundo y 1.000 una milésima. Así cuando realmente estemos seleccionando un tiempo de exposición de 1/500 de segundo, diremos que hemos seleccionado un tiempo de 500. Llamar velocidad al tiempo de exposición no es realmente exacto, pues al variar el dial que acciona el obturador lo que establecemos es el


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