Más allá de la pareja. Eve Rickert
Читать онлайн книгу.Terapia de pareja y el Tratamiento de la disfunción eréctil. Es desafortunado que patologicemos algo tan normal y que asumamos que las relaciones sin sexo deben romperse. El poliamor permite la posibilidad de que mantengamos relaciones que nos importan y tener sexo cuando (y solo cuando) lo deseamos, porque lo deseamos y no porque debemos tenerlo por miedo a perder a alguien que nos importa.
Eve y Peter se han enfrentado a críticas y malentendidos sobre su acuerdo, incluso de sus amistades más cercanas. Peter es, en todos los sentidos, un ser humano absolutamente maravilloso, y Eve se ha sentido más de una vez avergonzada ante sus amistades mutuas por denegarle relaciones sexuales a Peter. A ella le han hecho sentirse una desagradecida o le han hecho pensar que algo malo le pasaba por no desearle. Incluso le han dicho que su matrimonio no es «de verdad». (Una de sus amistades, con buena intención, comentó una vez: «Es tan adorable que todavía uses la alianza de bodas».) Si fuera así, entonces millones de parejas casadas no estarían casadas «de verdad».
Lo único inusual en el caso de Eve y Peter es que acordaron mutuamente su situación y que han elegido hablar de ello abiertamente. Quieren contar su historia para que otras personas en la misma situación sepan que no les pasa nada malo, que no son un caso único y que sus relaciones siguen siendo legítimas y «reales».
Definiendo qué es una relación
¿Qué es una «relación romántica»? ¿Qué diferencia una relación romántica no sexual de una amistad cualquiera? ¿Pueden tener relaciones románticas las personas arrománticas? No te rías, esa es una pregunta que les han hecho tanto a Eve como a Franklin.
Wikipedia dice que las relaciones románticas se caracterizan por las emociones de amor, intimidad, empatía, aprecio y afinidad. Esa definición no es de mucha utilidad, porque la mayoría sentimos esas mismas emociones, aunque quizá en distinto grado, con nuestras amistades no románticas. La idea de que las relaciones se caracterizan por esas emociones es un buen punto de partida, pero al final, creemos que la definición de relación romántica depende de las personas involucradas.
LA HISTORIA DE FRANKLIN
Tuve una relación con Amber durante más de una década. Al comienzo parecía una relación convencional: convivíamos, compartíamos cama, nos sentábamos a cenar al final del día.
Unos años más tarde, ella se mudó a otra ciudad para obtener su licenciatura en Neurobiología.
En nuestra relación pasamos de convivir a relacionarnos a distancia, pero aún mantenía muchas señales convencionales propias de una relación romántica. Nos visitábamos a menudo, nos reuníamos cuando podíamos y seguimos siendo amantes.
Menos de un año después, me mudé aún más lejos. Amber y yo mantuvimos una relación a distancia, pero se volvió más y más complicada. Ella estaba trabajando en su trabajo de fin de máster sobre bioinformática y estudiando Matemáticas Puras, por lo que su atención se concentró cada vez más en su trabajo académico, y cada vez tenía menos tiempo disponible para mantener una relación romántica, mucho menos una a larga distancia. Terminé acostumbrándome a verla menos a menudo: Dos veces al mes, luego una vez al mes y al final una vez cada seis semanas.
Finalmente, Amber me contactó y me dijo que no le parecía posible que la parte sexual de nuestra relación pudiese continuar. Su trabajo académico estaba consumiendo su vida y su libido estaba sufriendo los efectos del estrés. Me comentó que temía que hablar francamente conmigo supusiera el final de la relación, pero que ella sentía la necesidad de descartar el sexo en la relación.
Yo disfrutaba realmente siendo el amante de Amber, por lo que me dolió lo que me dijo. Pero realmente me dolió menos de lo que esperaba. Siempre he admirado a Amber, y creo firmemente en el trabajo que está realizando. También creo con la misma claridad que la sexualidad debe ser consensuada y yo no quiero tener una amante que no tiene el tiempo ni el deseo entusiasta de estar conmigo.
Nuestra relación cambió sorprendentemente poco. Seguimos compartiendo la cama cuando nos íbamos a visitar, pero solo para acurrucarnos y dormir. Nos demostrábamos, y seguimos demostrando, el afecto mutuo físicamente. Nos seguimos queriendo mucho.
Cuando me mudé a Portland, la relación se convirtió en una a muy larga distancia. De todos modos, sigue siendo una relación romántica. Nos queremos, y nuestras vidas siguen mutuamente entrelazadas en muchos aspectos, en la medida que podemos. Hemos intercambiado nuestros anillos. Seguimos compartiendo intimidad. Cuando ella tuvo problemas en una de sus relaciones, me llamó para que la apoyase, y yo crucé el país para estar con ella. Compartimos nuestras esperanzas, sueños, alegrías y penas. Seguimos teniendo un compromiso absoluto con nuestra felicidad mutua. En todas las facetas importantes, Amber sigue siendo una de mis parejas. Nuestra relación no se parece a las relaciones románticas convencionales, al menos no como las de la era victoriana, pero una de las cosas increíbles del poliamor es que podemos marcar nuestro propio camino, definiendo nuestra relación para que se adapte más a nuestra vida que a las normas culturales.
La experiencia de Franklin y Amber muestra que juzgar el éxito de una relación basándose en algunos criterios arbitrarios tiene menos sentido que juzgarlo basándose en el hecho de que las personas involucradas en esa relación consideren que es un éxito.
¿Cuántas relaciones?
Es posible no tener ninguna relación y ser una persona poliamorosa. Es posible tener solo una relación y ser una persona poliamorosa. Si tu intención es mantener todas las posibilidades abiertas para tener múltiples relaciones románticas, eres una persona poliamorosa independientemente de tu estado actual. De hecho, si el poliamor es parte de tu identidad (para alguna gente lo es; para otra, no) podrías estar en una relación monógama y seguir siendo una persona poliamorosa.
¿Hay un número «correcto» de relaciones en el poliamor? No ¿Hay un número «correcto» de relaciones que tú debas tener? Podría ser. Sin duda hay un máximo. Hay un dicho entre la gente poliamorosa: «El amor es infinito; el tiempo y la atención no lo son». Es debatible si el amor es infinito o no; en términos prácticos, probablemente no lo es[1]. El tiempo y la atención definitivamente no lo son. Diferentes personas tienen limitaciones diferentes respecto al tiempo y la atención que pueden ofrecer, y diferentes relaciones requieren diferentes cantidades de cada uno, por lo que algunas personas pueden mantener más relaciones románticas que otras antes de llegar a estar «polisaturadas», como se suele decir.
El número de relaciones que eres capaz de mantener puede variar. Algunas situaciones, como empezar en un nuevo trabajo o cuidar de un bebé, consumen inmensas cantidades de tiempo y espacio emocional; es normal sentir que no quieres comenzar una nueva relación hasta que tengas más tiempo (aunque, esperemos, seguirás cuidando de las que tienes). Por otro lado, a veces hay puntos de inflexión, cambios radicales: puede que encuentres a una persona tan increíble, tan fantástica, que no te importaría reacomodar partes de tu vida para hacerle un espacio. Los cambios radicales son disruptivos, como hablaremos en el capítulo 14.
Frankenpoli
Puesto que diferentes personas tienen diferentes necesidades, y el poliamor nos permite distribuir nuestros «huevos de la necesidad» en más de una «cesta relacional», es posible mantener una relación dentro de una estructura poliamorosa que podría no sobrevivir de otra manera. Hemos hablado sobre las relaciones poliamorosas felices que pueden darse entre niveles desiguales de sexo o sin sexo en absoluto. Lo mismo puede suceder cuando un miembro de la relación es sexualmente más atrevido que el otro, y quiere explorar que lo aten, azoten u otra práctica no convencional que deja totalmente fría a la otra persona. Quizá a una persona le gustan mucho los bailes de salón pero la otra tiene dos pies izquierdos. (A dos de las relaciones de Franklin les encantan los bailes de salón pero él nunca ha sentido curiosidad por ellos.) Una persona puede tener una profunda fe religiosa que su pareja no comparte. El poliamor ofrece la oportunidad de cubrir diferentes necesidades en relaciones diferentes.
El peligro aquí es ver a las otras personas