Más allá de la pareja. Eve Rickert
Читать онлайн книгу.su propio amor,
crea su propio significado,
genera su propia motivación.
Neil Degrasse Tyson
Es una historia tan antigua como el mundo: Chico conoce a chica (o quizá chico conoce a chico, chica conoce a chica), tienen citas y se enamoran. Se prometen fidelidad sexual y emocional, comienzan una familia y afianzan su relación para vivir felices el resto de su vida, fin. Pero esta historia a menudo se demuestra que es un cuento de hadas. Demasiado a menudo se convierte en tristeza, crisis, separación, divorcio, chico conoce a una nueva chica. El mismo ciclo, una y otra vez.
Una alternativa común, chico conoce a chica, se estabilizan, una de las dos personas conoce a otra nueva, las cosas se ponen complicadas, se tiran los platos a la cabeza y se rompen los corazones. O quizá has oído esta versión: Chica conoce a dos chicos, o viceversa. Se tiene que hacer una dramática elección. Alguien terminará con el corazón roto, y todo el mundo se quedará pensando cómo podría haber sido la relación si la decisión hubiera sido otra.
Proponemos que hay otra manera de escribir esta historia. Chico conoce a chica, se enamoran, la chica conoce a otro chico, se enamoran, la chica y el chico conocen a otro chico, chica conoce a chica, chica conoce a chico y conviven felices para siempre.
La palabra «poliamor» fue acuñada a comienzos de los años noventa, del griego poli que significa «varios» y del latín amor. Significa tener múltiples relaciones románticas, a menudo a largo plazo, al mismo tiempo, por mutuo acuerdo, con honestidad y transparencia. Sabemos que estás pensando: «¿Y quién lava la ropa?». Llegaremos a eso en un instante.
El poliamor no consiste en escaparse y buscar algo de acción a escondidas cuando tu novia está fuera de la ciudad. Tampoco es tener tres relaciones a la vez con tres personas sin que ninguna de ellas lo sepa. No es unirse a una secta y casarse con una docena de adolescentes o tener sexo recreativo mientras se mantiene una sola relación «real», o ir a una fiesta donde se intercambian parejas al azar.
Las relaciones poliamorosas tienen una increíble variedad de formas, tamaños y tipos, igual que el corazón humano. Hay relaciones «en uve», donde una persona tiene dos parejas que no tienen una relación romántica entre sí; relaciones de «triada» en la que las tres personas están mutuamente involucradas; y relaciones en «quad» de cuatro personas, que pueden estar todas románticamente relacionadas entre sí o no. Una relación puede ser de «polifidelidad», lo que significa que las personas que la integran acuerdan no buscar más relaciones. O puede estar abierta a que sus miembros comiencen nuevas relaciones. Una persona poliamorosa puede tener una o más relaciones «principales» y una o más relaciones «secundarias», o no aceptar jerarquías. Pueden tener un «matrimonio grupal», compartir sus finanzas personas, una casa y quizá criaturas como una sola familia.
Algunas personas creen que el poliamor supone miedo al compromiso. La verdad es que el compromiso en el poliamor no significa compromiso de exclusividad sexual. Significa comprometerse en una relación romántica, con todo lo que eso supone: Compromiso de estar ahí cuando te necesitan con quienes tienes una relación, ocuparte de su felicidad, construir una vida con ellas, crear relaciones felices y sanas que cubran las necesidades de todo el mundo y apoyarse mutuamente en momentos complicados de la vida. Desgraciadamente, la sociedad nos ha enseñado a ver el compromiso solo a través de la lente de la exclusividad sexual; eso resta importancia a todas las otras importantes maneras de comprometerse mutuamente. Quien no es capaz de comprometerse con una persona, ¡sin ninguna duda no será capaz de comprometerse con más de una!
Poliamor no es lo mismo que poligamia, que significa tener varios cónyuges (más a menudo en la forma de poliginia o múltiples esposas; a veces en la forma de poliandria o varios maridos). No se trata de tener un harén, aunque sabemos que hay a quienes les gustaría que fuéramos en esa dirección. No es lo mismo que el swinging, aunque algunas personas poliamorosas practican intercambio de parejas (como tratamos en el capítulo 17, sobre abrir una pareja). Y finalmente, tampoco es promiscuidad desenfrenada. Las relaciones poliamorosas son relaciones, con momentos buenos, momentos malos, problemas que resolver, comunicación... y sí, ropa que lavar.
Contra el cuento de hadas
La introducción a la monogamia para toda la vida se repite en los cuentos de hadas que todo el mundo hemos escuchado: Una mujer bella y encantadora trabaja muy duro y a solas, con una vida infeliz, sin amistades y acosada por todos los frentes. Soporta sufrimiento y traumas hasta que un día llega un guapo príncipe, que se lanza a por ella y se la lleva en sus brazos. Se enamoran, el coro canta y se cierra el telón.
Las historias como esta nos resuenan porque ofrecen una tranquilizadora visión de las relaciones: El amor verdadero lo conquista todo. Todo el mundo tiene un alma gemela, esperando ser encontrada. Una vez has encontrado tu alma gemela, serás feliz para siempre. Todo lo que necesitas es amor. No hace falta esforzarse para entenderte o entender tus propias necesidades, no es necesario esforzarse en mantener tu felicidad una vez que la has encontrado.
Olvídate del cuento de hadas. «Felices para siempre» es un mito porque, las personas, al contrario que los personajes de cuentos de hadas, no son estáticas. Vivimos, evolucionamos, cambiamos. Unas vidas románticas felices y sanas requieren no solo involucrarse una y otra vez de forma continuada sino prestar atención constantemente a nuestros propios cambios y a los de nuestras relaciones y sus circunstancias. Nuestras relaciones no tienen la obligación de garantizarnos que nunca cambiarán, ni le debemos esa garantía a nadie. Y de la misma manera que cambiamos, cambian las cosas que nos hacen felices.
El poliamor puede parecer amenazante porque contradice nuestra idea de cuento de hadas de que la persona perfecta evitará que cambiemos. El poliamor introduce la posibilidad de caos e incertidumbre dentro de lo que se supone que debe de ser una progresión directa hacia la felicidad. Pero una relación sana debe ser, ante todo, resiliente, capaz de responder a los cambios y complejidad de la vida. Y la felicidad en realidad tampoco es un estado. Es un proceso, una consecuencia de hacer otras cosas. El cuento de hadas nos cuenta que con la persona correcta, la felicidad simplemente ocurre. Pero la felicidad es algo que re-creamos cada día. Y se deriva más de nuestra forma de ver las cosas que de las cosas a nuestro alrededor.
El cuento de hadas oculta otras falsedades. Por ejemplo, nos promete que una persona será siempre suficiente para satisfacer todas nuestras necesidades. La idea de que el poliamor soluciona eso tiene sus propios problemas (de los que hablamos en el capítulo 4) pero aun así no es razonable esperar que una persona lo sea todo.
Si aceptamos el cuento de hadas, puede que sintamos inquietud e inseguridad cada vez que la realidad no está a la altura de nuestras expectativas. Podemos creer que, como sentimos atracción hacia una tercera persona, algo malo está sucediendo. (Johnny Depp, cuyos problemas de pareja son ya parte de la prensa sensacionalista, hizo la famosa observación: «Si quieres a dos personas al mismo tiempo, elige a la segunda. Porque si de verdad quisieras a la primera, no te habrías enamorado de la segunda.» Insertar aquí mirada sarcástica.) Por otro lado, si nuestro amor verdadero siente atracción hacia una tercera persona, puede que sintamos que hemos fracasado. Después de todo, si hacemos todo lo que se supone que tenemos que hacer, eso debería ser suficiente ¿verdad? Si nuestra pareja quiere a otra persona, eso significa que nuestro amor no es lo suficientemente bueno ¿verdad?
La idea de la Pareja Ideal, el Amor de tu Vida, es seductora. En realidad, es perfectamente posible tener más de un amor en tu vida. Conocemos muchas personas que lo son, y tenemos varios amores en nuestras vidas, incluso sin tener una relación romántica con todos ellos. Aunque todos nuestros amores tienen otros amores, sentimos mucha seguridad, porque muchas de esas personas estarán siempre ahí.
¿Por qué ser una persona poliamorosa?
La mejor manera de entender por qué una persona puede ser poliamorosa es preguntarse: «¿Qué obtiene la gente de las relaciones?». Las relaciones son un asunto delicado incluso en las mejores circunstancias, ¿por qué no dejarlas de lado para siempre? Una respuesta rápida podría ser: