En las fuentes inalterables de la alegría. Omraam Mikhaël Aïvanhov
Читать онлайн книгу.intelecto, nuestro corazón, nuestra alma y nuestro espíritu con este pan vivo bajado del Cielo. Sobre este pan, ya os he explicado a menudo en qué consiste, y también en qué momento hay que comerlo y cómo masticarlo.5 Cada día está a nuestra disposición para que podamos continuar andando por el camino que nos conduce hasta nuestra predestinación de hijos y de hijas de Dios. Los Señores de los Destinos lo han previsto todo para que logremos alcanzarlo. Quizás no nos responden cuando les preguntamos, pero sólo lo hacen para tenemos en vilo con el fin de que vayamos siempre más lejos.
1 La vida psíquica, elementos y estructuras, Col. Izvor n° 222, cap. XIII: “El Yo superior”.
2 Meditaciones a la salida del sol, Folleto n° 323, y “Sois dioses”, Parte III, cap. 4: “El sol, imagen de Dios e imagen del hombre”.
3 “Buscad el Reino de Dios y su Justicia”, Parte VII: “Mi Padre trabaja, y yo también trabajo con Él”.
4 “Buscad el Reino de Dios y su Justicia”, Parte VI, cap. 2-III: “Aquél que come mi carne y que bebe mi sangre posee la vida eterna”.
5 “Conócete a ti mismo” – Jnani Yoga, Obras completas, t. 18, cap. IV: “El conocimiento: el corazón y el intelecto”; y La verdad, fruto de la sabiduría y del amor, Col. Izvor n° 234, cap. III: “La sabiduría y el amor: luz y calor”.
II
PONERSE EN CAMINO
De todo lo que poseemos, de todos los seres a los que estamos ligados, nadie ni nada nos pertenece verdadera y definitivamente. En cualquier momento podemos perder nuestro dinero, nuestra casa, nuestra situación, nuestra salud, los amigos y la familia. Y cuando los perdamos, nos veremos obligados a invocar a todas nuestras fuerzas que nos ayudarán a soportar esta pérdida. ¿Dónde encontrar estas fuerzas? En la luz, en el amor desinteresado, en la humildad, en el sacrificio. Entonces, ¿por qué no realizar libremente esta elección? ¿Por qué esperar a verse empujado por los acontecimientos?
Los humanos esperan estar en la miseria, caer enfermos o en la desgracia para buscar una dirección interior, una orientación espiritual. Es difícil convencerles cuando todo va bien, de que deberían concentrarse en lo esencial con el fin de estar preparados el día en que lleguen las pruebas. Porque llegarán, esto es seguro, nadie puede evitarlas, y si uno ya está bien armado, no sólo las superará, sino que saldrá de las mismas más reforzado.
Ahora no cometáis el error de creer que la práctica espiritual os liberará de todos los males. Es preferible estar en el buen camino, pero estar en el buen camino no significa que hayamos llegado al final. Por un lado, es verdad que cierto tipo de sufrimientos desaparecerán a medida que os purifiquéis y viváis en armonía con el mundo de la luz. Pero esto no implica que las consecuencias de las transgresiones ya cometidas en esta vida o en vidas anteriores queden borradas de repente.
No os sorprendáis pues si, a pesar de las nuevas orientaciones que hayáis tomado, algunos sufrimientos no desaparezcan. Para simplificar, se puede decir que nuestras buenas acciones se acumulan en un depósito y nuestras malas acciones en otro; y este bien y este mal nos alcanzan necesariamente un día. Así pues pasamos por acontecimientos, por estados psíquicos y físicos que son consecuencias más o menos lejanas de nuestra conducta pasada.6
Cuando decidís abrazar la vida espiritual, estáis provocando un cambio interior. Exteriormente, vuestra existencia continúa como antes, en un determinado ambiente familiar, social, profesional, y con los mismos problemas que resolver. Y también tenéis un cuerpo físico con más o menos salud.
Tomemos precisamente el ejemplo de la salud. Hay debilidades físicas que pueden ser superadas rápidamente con una mejor higiene de vida, sostenida por una mejor filosofía. Pero también hay enfermedades incurables, porque tienen su causa en un pasado lejano y están por tanto profundamente incrustadas en vuestro organismo. La nueva vida que habéis decidido vivir, sólo os proporcionará unos métodos para soportar mejor vuestro deficiente estado físico e introducir en vosotros los gérmenes de una mejora futura, pero no os curará de un día para otro.
En cuanto a la conducta en la vida diaria, es importante comprender el significado del dolor físico: nos avisa de que nos hemos alejado del buen camino. Si no sufriéramos, correríamos directamente hacia la tumba. No hay nada más peligroso que una enfermedad que se instala en el organismo sin dar la menor señal de alarma, porque a menudo, el día en que aparece el dolor y nos alerta, los daños ocurridos pueden ser irreversibles. Por esto, en el momento en que sintáis un dolor, comenzad preguntando cuál es su causa, pensad en las imprudencias o negligencias que habéis podido cometer, etc. Si no dais importancia a estos avisos, el mal que dejaréis instalarse será cada vez más difícil de combatir.
Si sufrís una enfermedad muy grave, quizás la práctica espiritual no os devuelva la salud. La fe y el amor evidentemente son fuerzas capaces de vencer las enfermedades llamadas incurables, pero esto sólo sucede en muy contadas ocasiones; muy pocas personas tienen esta fe en Dios y este amor hacia Él capaz de hacer milagros.7 Aquél que se conforma con llevar una vida sana, tiene sólo el poder de preparar unas condiciones óptimas para el futuro. El presente recoge los frutos de un pasado defectuoso, pero este presente, vivido en la luz, planta las semillas para una próxima encarnación. La vida del discípulo está por lo tanto constituida de una mezcla de sufrimientos y de alegrías, porque al mismo tiempo que paga por sus transgresiones pasadas, sabe que está creando su futuro.
Aquellos que entran en el camino de la espiritualidad en la esperanza de hallarse al abrigo contra las pruebas, deben abandonar sus ilusiones. La vida espiritual no es un regateo con el Señor. Así pues, que no imaginen que el Cielo, maravillado de verles convertidos en miembros de una Iglesia, o de la Fraternidad Blanca Universal, o de cualquier otro movimiento espiritual, volará a socorrerles. Al igual que cualquier materialista, chocarán con todas las dificultades de la vida; pero deben, a pesar de todo, continuar avanzando sabiendo que estas dificultades les purificarán, les harán más fuertes, porque habrán adoptado un mejor modo de considerarlas. Cuando acepta una enseñanza espiritual, el pobre no será más rico, el ignorante no será más sabio, el enfermo no sanará, el débil no será más fuerte; y el despreciado y desconocido no recibirá ni honor ni gloria. ¡Ya estáis avisados! Incluso puede suceder que os sintáis todavía más pobres, más ignorantes, más débiles y más oscuros que antes. Algunos entre vosotros ya se han dado cuenta de ello, y me dicen que no comprenden lo que les pasa. ¿Qué puedo responder? Simplemente que es la nueva vida que comienza a circular en ellos.
Sí, porque esta nueva vida, más intensa, empieza afinando la percepción que tenéis de vuestro ser interior, y es normal que comencéis por no sentiros muy felices con lo que descubrís. Pero vuestra comprensión de las cosas también aumenta, de lo que debéis alegraros. Diréis: “Pero ¡no me libero, no me vuelvo más fuerte!” ¿Cómo lo sabéis? Antes, como no os movíais, no teníais ninguna visión precisa de vuestras capacidades y podíais imaginar ser poderosos y libres. Ahora que habéis decidido trabajar, ante la mediocridad de los primeros resultados os veis obligados a reconocer vuestros límites. Ésta no es una razón para que os desaniméis y detengáis el trabajo; poco a poco cogeréis fuerzas y expandiréis vuestro campo de acción. Pero se debe comenzar por verse tal como uno es.
Seguramente habréis leído el libro Los viajes de Gulliver de Swift. Después de haber naufragado en el mar, Gulliver se despierta una mañana en una playa desconocida. Y cuando quiere levantarse, se da cuenta de que está atado: durante el sueño, los minúsculos habitantes de este país, los Liliputienses, le ataron al suelo con cientos de pequeñas ataduras. Ahora trasladad esta aventura al plano espiritual: como todavía no habéis intentado moveros, ni levantaros, no sabéis que estáis atados. Pero en el momento en que tratáis de incorporaros para poneros en camino, os sentís débiles, paralizados. El perro, el caballo, la cabra no sienten la