La vida no admite representantes. Jorge Bucay

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La vida no admite representantes - Jorge Bucay


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      Nick Starichenko | Shutterstock.com

      Introducción

      Hace casi veinte años escribí este texto para el anuncio público de la aparición en España de la revista Mente Sana, un magazine mensual sobre temas de desarrollo humano que yo dirigiría y editaría durante más de una década, con gran repercusión y mayor orgullo:

      Hablo de felicidad,

      pero no de la felicidad confundida con alegría, sino de aquella ligada a la serenidad absoluta que solamente puede dar la certeza de caminar en el rumbo correcto.

      Hablo de libertad,

      pero no de la libertad absurda que muchos confunden con omnipotencia, sino de aquella que nos hace responsables de todo lo que hacemos y decimos, así como de todo lo que decidimos callar o no hacer.

      Hablo del amor,

      pero no de cualquier amor, sino solamente del verdadero amor. Ese que poco tiene que ver con la pasión enamoradiza. Ese que no condiciona, que no impone y que no quiere poseer ni dominar. Del amor que no es excluyente ni tiene límites. Ese que sólo pretende el bienestar y el crecimiento de aquello que es objeto de su amor, porque le regocija la sola existencia de la persona amada; nada más y nada menos.

      Hablo, por eso, de aquellos que hemos aprendido que el amor a los demás se potencia en el amor por uno mismo; que el valor de la propia libertad sólo la pueden comprender los que trabajan por ser libres, y que la felicidad puede ser mucho más que un momento si nos hacemos responsables de hacer de nuestros propósitos, un rumbo.

       Hablo, en fin, para aquellos que aprendimos a amar sintiéndonos libres, felices y amados alguna vez; todos los que aprendimos en carne propia la incuestionable verdad de aquella frase de William Schutz, que le diera nombre a su libro:

      Todos somos uno

      Una idea poderosa que deja al descubierto el hecho de que incluir a otros, próximos o lejanos, en nuestras vidas es, paradójicamente, la mejor manera de ser solidaria y sanamente egoístas.

      Hoy, alejado de la tarea editorial, veo ese texto en mi pantalla y al releerlo me sorprendo tanto como me alegro al darme cuenta de que sigo pensando exactamente lo mismo respecto de estos puntos.

      Alegría por haber podido mantener en el tiempo, desde todos los foros, esas mismas banderas, lo que me reafirma en su verdad esencial. Sorpresa, querido lector, querida lectora, porque de muchas maneras —ni yo ni ustedes— somos los mismos de entonces, y porque más allá de nosotros, el mundo que habitamos, seguramente, tampoco es el mismo.

      Sólo en los últimos veinte años, muchas cosas han pasado:

      Sufrimos los atentados en las Torres Gemelas, en Nueva York, y en Atocha, Madrid.

      Las redes sociales en internet se popularizaron en todo el mundo, volviéndose el foro excluyente de comunicación masiva.

      Tsunamis y terremotos arrasaron Japón e Indonesia.

      Se descifró el genoma humano.

      Se desarrolló el método CRÍSPR.

      Vivimos varias pandemias de nuevos virus, como el H1N1 y el SARS-CoV-2.

      Murieron Michael Jackson, Stephen Hawking y Robin Williams.

      La más grave crisis económica desde los años treinta azotó el mundo

      La masacre de la escuela de Beslán nos mostró a terroristas chechenos colocando a niños como escudos en las ventanas de la escuela tomada.

      Por primera vez un hombre negro fue elegido presidente en Estados Unidos.

      Se desató la Primavera Árabe.

      Varios grupos terroristas vinculados al fundamentalismo islámico mantuvieron en alerta a todo Occidente.

      Aparecieron Facebook y el teléfono móvil inteligente.

      Se difundió por el planeta la lucha por la igualdad de la mujer y el modelo social inclusivo.

      El escándalo de la página web de WikiLeaks.

      El Reino Unido anunció el Brexit.

      La Catedral de Notre Dame se incendió reduciendo gran parte de su estructura a cenizas.

      Freepik

      Abdicó el papa Benedicto y se nombró a Francisco I.

      ETA e IRA depusieron in aeternum la lucha armada.

      Se produjo la masiva llegada de refugiados a Europa huyendo del hambre y de la guerra de Medio Oriente.

      Varios países aceptaron el matrimonio igualitario.

      Malala Yousafzai recibió con 19 años el premio Nobel de la Paz.

      Se descubrió y desarrollo la nanotecnología.

      Se demostró que eran posibles la clonación y el desarrollo de células madre.

      Se demostró que existe la neurogénesis tanto celular como funcional.

      China compite con Estados Unidos por ser primera potencia mundial.

      Estos hechos que marcaron


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