Diario de Nantes. José Emilio Burucúa
Читать онлайн книгу.en París, marcaban el estilo y la tendencia del momento. Crucy eligió el modelo del Odeón. Coronó la sala con una cúpula y separó los palcos, no por medio de muretes de madera más altos que una persona, sino por paneles con barandas bajas similares a los que tenemos en nuestro Colón. La acústica del espacio resultó excepcional. El exterior es neoclásico: su fachada consiste en ocho columnas corintias de fuste liso, rematadas por estatuas alegóricas, solemnes, de las musas (sólo falta Urania). La inauguración tuvo lugar en 1788.
Fernando Devoto me comunicó la noticia del fallecimiento de Eduardo Hourcade, un colega fino, culto, buena persona, amigo de verdad. Si la muerte tiene siempre una carga de absurdo, en este caso el absurdo es insoportable: Eduardo era joven, lo mató una neumonitis aparentemente inofensiva, que se convirtió en septicemia. Deja una hija de nueve años, y su viuda, Cecilia, está deshecha. ¡Qué tristeza!
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2 de noviembre
Escuchamos a Jan Houben en el seminario de los lunes. Hago una presentación breve y Jan pasa a exponer su tema: “La propagación (en el ritual védico y budista) y la estabilización (por medio de la gramática y las matemáticas) del sánscrito y del ‘mundo’ sánscrito, 1000 a.C.-1000 después de la Era Común”. Comienza con un símil medioambiental. Nos muestra la belleza del jacinto acuático de la Amazonia, una planta que evolucionó hasta ser capaz de flotar y evadir de tal suerte a sus predadores. Importada en África y en América del Norte por motivos estéticos, se convirtió en una plaga que amenaza la vida de los peces en los ríos por donde se propaga. Afortunadamente, la propuesta de algunos comerciantes de los Estados Unidos de introducir hipopótamos en el Misisipi, a fines del siglo XIX, no prosperó. Los interesados querían explotar a las pobres bestias para producir un “tocino de vaca de agua”. Unspeakable fulfillment, que nos advierte sobre las consecuencias de importaciones y transplantes de especies, aplicables también a sus equivalentes culturales.
Entramos en tema. Jan mostró un mapa de la región de los siete ríos, en el Pakistán actual, de donde parece haber partido la cultura védica en torno al 1750 a.C. A decir verdad, no hay evidencias claras todavía acerca de una localización primitiva ni de una cronología para su literatura y sus rituales, cosas ambas que continúan vivas, si bien marginales, hasta nuestros días. El pueblo védico no era pastor, ni agricultor que conservase rebaños ni, menos, agricultor puro. Su régimen de vida ha sido llamado agropastoralismo por las siguientes razones:
1) En esa sociedad, se apreciaba a los animales domésticos muy por encima de los productos agrícolas. La posesión de tropillas era el signo de status por excelencia.
2) Los resultados de la siembra eran invertidos en el aumento de los rebaños.
3) Prevaleció entonces una tendencia a la expansión geográfica hacia el Este. Los grupos sociales eran seminómadas, de allí el uso que hicieron de casas rodantes. Las huellas arqueológicas del proceso son mínimas. No hubo invasión violenta. La irrupción fue gradual. Entre 1750 y 500 a.C., se produjo una transformación ecológica de la llanura indogangética; las selvas retrocedieron y dejaron una sabana en su lugar.
Agropastores entonces, procedentes del área indio-irania, pudieron ocupar de a poco la India del norte debido a dos razones (según cree Houben): i) su capacidad y eficacia para domesticar la selva; ii) la pasión, la obsesión inclusive, de esas gentes por conservar la literatura y los ritos de origen indo-iranio, que eran absolutamente funcionales a su expansión. Si pensáramos en los términos de una ecuación diferencial, podríamos establecer la fórmula siguiente:
dN/dt = rN (1-N/K)
donde N es la población; r la tasa de crecimiento; K, la capacidad del medio para soportar la población, y t, por supuesto, el tiempo. En los siglos VII y VI a.C., la urbanización había avanzado. Los cambios sociales fueron muy profundos y favorecieron la aparición de dos nuevas religiones, el budismo predicado por Gautama y el jainismo difundido por Mahavira. Ambas pusieron en jaque las creencias védicas de modo tan radical que desarticularon sus bases pastoriles y propugnaron la abstención de comer animales. El siglo III a.C. marcó el momento de mayor auge del primer budismo, cuando Ashoka, el primer monarca del Imperio maurya, se convirtió a esa creencia, renunció a la guerra y a la ingestión de carne. Sin embargo, la cultura védica se conservó en algunos nichos, por ejemplo, en el propio palacio imperial, donde la cocina recibió el nombre de “El Gran Carro”, recuerdo de la existencia seminómade. El Mahabharata contiene una referencia simbólica sobre esta persistencia, pues Krishna y su cochero Arjuna, manifestación de Visnú, queman sin escrúpulos ni sentimientos de culpa el bosque Khandava, lo cual contradice los valores de no-violencia y piedad hacia la naturaleza, preconizados por las dos nuevas religiones y el Bhagavad Gita. De todos modos, la supervivencia del ritual védico se tornó difícil. Los brahmanes estuvieron astutos y estimularon prácticas rituales más populares, tántricas o puránicas. En el siglo IV, habían logrado mantener el rito real Asvamedha en la corte de la dinastía Gupta.
Acto seguido, Jan mostró una cronología del vedismo llena de sorpresas:
1) El siglo X a.C. señala el momento cumbre de la expansión védica; el rito tenía por objeto hacer la alabanza de un dios; la transmisión de la práctica y las plegarias era exclusivamente oral. El culto carecía de templos o lugares estables consagrados. Eran centrales la adoración del fuego, el uso ritual de la manteca y de la vaca. Se trataba de una cultura anicónica.
2) Del siglo III a.C., se han conservado las huellas de la primera escritura sánscrita-védica.
3) Entre los siglos III y X, sucedió la supervivencia del vedismo en ciertos nichos socioculturales.
4) En el siglo X, comenzó la escritura sistemática de los textos védicos.
5) De finales del siglo XV, se ha conservado el manuscrito más antiguo del R(i)gveda, aunque la composición oral de sus textos haya que situarla casi un milenio y medio atrás.
En 1999, el indólogo Roy Rappaport definió el ritual como una secuencia invariante de actos y enunciados, parcialmente codificados en el pasado, que aceptan modificaciones pequeñas y graduales según las circunstancias. El rito es el mayor eslabón entre pasado, presente y futuro. Pero su conservación es compleja en la actualidad, sobre todo porque ha desaparecido un modelo adecuado y canónico. Houben ensayó a continuación un paralelo entre la pirámide de la vida y el ritual védico:
Biósfera | Esfera del rito |
poblaciones | grandes ritos |
organismos | unidades funcionales |
células | actos rituales elementales |
genes | memes |
(Los memes son unidades básicas de nuestras prácticas culturales: gestos, actitudes, expresiones. ¿Son acaso los engramas de Richard Semon y Aby Warburg?) En el caso del ritual védico, los memes se identifican con los mantras que aprenden a recitar de memoria los brahmanes desde niños. Jan buscó relaciones entre ambas pirámides, la primera sometida a la evolución darwiniana, la segunda a la historia humana. Destacó que, entre los mejores ejemplos de un proceso evolutivo de término breve (shorter-term), se encuentra el de la adaptación humana a la lactosa, que habría tenido lugar alrededor de 10 000 años a.C. Extraña coincidencia que la propia cronología sugerida por los Vedas se sitúe en aquella misma frontera.
Llegamos, por fin, al campo de la lingüística india, ciencia de las ciencias para la cultura védica. La comprensión de qué son las palabras y sus componentes es el elemento fundamental que permite dar cuenta de una realidad concebida en términos de multiplicidad. Esta no sólo admite, sino que impone visiones y abordajes diferentes. Houben recalca que existe un perspectivismo radical en el pensamiento sudasiático desde el R(i)gveda, sistematizado por los gramáticos Panini y Bhartrhari. Por ejemplo, el versículo 1.164.46c de ese libro dice: “De una realidad que existe, los sabios hablan en tanto que múltiple”. Pero la lingüística hubo de adentrarse en los procesos