Nate. Virginie T.
Читать онлайн книгу.y nos instalamos. Desde entonces, no he vuelto a salir. Nunca he sentido la necesidad y, sobre todo, me da demasiado miedo el mundo exterior como para aventurarme a explorarlo. Además, mi padre adoptivo pensaba que sería peligroso para el resto. Podría haber atacado al primer metamorfo que se me hubiera cruzado y haberlo matado sin dudarlo un segundo. Y a partir de ahora viviré en el seno de una manada ajena, en un territorio desconocido. Tendré que hacer un esfuerzo sobrehumano para mantener la calma y controlar mi ansiedad. Por suerte, no soy humana, sino fatel. No obstante, debo ser sincera conmigo misma: no voy a lograr controlar mi ira de un día para otro, si es que algún día lo consigo, lo cual no está garantizado. En cualquier caso, el trayecto hasta el territorio de los Guardianes va a ser un infierno. Prefiero cubrirme las espaldas o Sean me enviará de vuelta a casa antes de siquiera llegar. Tengo que ver a Peter. Estoy acostumbrada a llamarle cuando lo necesito para que sea él quien venga a verme, pero las cosas van a cambiar, así que mejor empezar ya.
Avanzo hasta la puerta de entrada y me detengo. ¿Cuándo fue la última vez que crucé esta puerta? Ya ni me acuerdo. Vivo recluida desde hace demasiado tiempo, limitándome a deambular por mi casa o por la parte de atrás las raras veces que la necesidad de tomar el aire me obliga. Decido no darme más tiempo para cambiar de parecer, porque estoy segura de que encontraría una buena razón para no ir, giro el pomo y me encuentro al aire libre, con los rayos del sol calentándome la piel. Sé la dirección que he de tomar. Ya he estado en el laboratorio de Peter. El medicamento que permite a Ashley camuflar su olor a magia se elaboró con mi sangre y en su día acudí para que me extrajeran muestras. Muevo un pie detrás del otro, con la mirada puesta en el sol en lugar de en los edificios que se perfilan en el horizonte, porque sé que si los miro me generarán sensación de agobio. Mi casa y la de mi hermana están ubicadas al margen de la manada, mientras que el resto están dispuestas en pequeños grupos. Por el rabillo del ojo, distingo a algunos miembros de los Treat que se giran a mi paso y exclaman con sorpresa al reconocerme. Debo decir que la mayoría no me ve desde que tengo quince años, cuando Peter consideró que ya era lo bastante mayor para ser independiente y yo me aislé del mundo. Tampoco es que antes fuera muy sociable, pero me veían de tanto en tanto, cuando venían a casa del alfa o se celebraba una reunión del clan. Y a menudo lamentaban haberse cruzado conmigo. Algunos de ellos aún deben acordarse, pues aceleran el paso para alejarse lo antes posible de mí. Casi se me hace cómico, casi, porque aunque yo no recuerde su compañía, la soledad me pesa. Es una auténtica paradoja. Espero que vivir en el territorio de los Guardianes con Ashley y Sevana me permita subsanar esa carencia. Rodeada de dos fateles como yo —aunque es un decir, pues al estar vinculadas a un metamorfo se han hecho increíblemente poderosas—, tendré la ocasión de entablar lazos. Nunca lo reconoceré ante Sean, pero el factor determinante de mi decisión ha sido la idea de tener amigos. Pero ¿amigos animorfos? ¡Imposible! Mis recuerdos son extremadamente vívidos y me pierdo demasiado en ellos. Pasar tiempo con la hembra alfa ya supondrá un gran avance para mí.
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