Actores sociales, acciones colectivas y transformación social. Brayan Álvarez Valeria
Читать онлайн книгу.importante mencionar que, para que se pueda educar desde y para la paz, se debe tener en cuenta que la definición de esta palabra en sí se orienta a la vivencia en un mundo sin violencia. Claro está, esto no significa que se llegue a la perfección, porque siempre van a existir controversias, polémicas y debates al respecto; no obstante, sí deja ver una necesidad de afrontar esta premisa desde la óptica educativa, que permita reunir las diferencias de género, opinión, edad, etnia, entre otros, y que propicie un ambiente intercultural pacífico, centrado en la resolución de conflictos por medio del diálogo y la negociación. Estas acciones permiten un afrontamiento adecuado, no violento y respetuoso, que incentiva la conciliación entre ambas partes del conflicto y construye la cooperación para un beneficio equitativo y mutuo (Meneses & Reyna, 2015).
Esta situación reta a las instituciones a pensarse los planes educativos desde otras dinámicas en las que emerja la construcción colectiva y, al lado de la tradición educativa, florezca; en ese sentido, se advierte que no se trata de reemplazar una por la otra, sino de evidenciar los límites de los modelos y paradigmas clásicos en los que el estudiante era mero receptor de conceptos, para pasar a la identificación de los y las protagonistas de sus propios procesos, capaces de asumir el rol de conciliadores.
Habrá que hacer acento en el término desde, teniendo en cuenta que es el lugar de enunciación: desde la escuela se construye, pues desde allí se reconocen los procesos propios; no es más una pedagogía para la escuela, pensada desde otro lado, sino una reivindicación del contexto propio.
De esta forma, este trabajo está dividido en cuatro espacios modestos, desde donde se podrá visibilizar la experiencia que se ha tenido en las visitas: 1) la importancia de la construcción de paz desde la escuela, 2) los retos de la cátedra de paz, 3) los talleres y creaciones y 4) los impactos y esperanzas
Metodología
La propuesta de Pedagogías para la paz desde la escuela es una iniciativa de Asolé1 y la Facultad de Sociología de la Universidad Santo Tomás. Este es un proyecto que pretendía en principio generar algunos vínculos de carácter investigativo en instituciones educativas de básica primaria, secundaria y media vocacional de la ciudad de Bogotá. Sin embargo, la iniciativa empezó a reconfigurarse, en la medida en que la exploración del trabajo con jóvenes exigía otras metodologías de trabajo, como diagnosticar en tiempo récord las relaciones conflictivas en los grupos, plantear estrategias del mejoramiento de la convivencia, generar inquietud frente a las nuevas formas de con-vivir más allá del compartir el espacio y reconocer el aporte del totalmente otro en la vitalidad de ser estudiante.
El vínculo entre Asolé y la Facultad de Sociología de la USTA es resultado de la revisión, entre personas cercanas, de sus aportes a los procesos de convivencia y construcción de paz en la escuela. Asolé es un proyecto de la psicóloga Catherine Pinilla Palacios, quien ha venido generando espacios en diferentes escenarios educativos y en diferentes niveles (primaria, bachillerato, educación superior), en los que los juegos se combinan con las reflexiones de carácter social y la responsabilidad con la memoria de las comunidades. Lo interesante de dicho proyecto es entrar en diálogo con estas construcciones que propenden por dejar herramientas a las comunidades con las que se desarrollan los ejercicios, de tal manera que la semilla crezca y dé frutos a través del cuidado y aportes de la academia. En términos concretos, como afirma el decano de la Facultad de Sociología, Miguel Urra Canales: “hacer el bien por el bien”.
Desde esta perspectiva, se ve la necesidad de generar un proyecto articulador de diferentes iniciativas, encaminado a la educación para la paz desde la escuela, superando los relatos de la historia mayor, evitando la nefasta reproducción de cuadros y retratos basados en los resultados, efectos y desolaciones de los conflictos bélicos. En contraposición, se apunta hacia multiplicación de íconos o emblemas que reflejen los principios, privilegios y consecuencias de la paz, el ideal de vivir pacíficamente en armonía y la resolución de conflictos por medio del diálogo y demás actitudes que permitan cambiar y reforzar el concepto de paz (Galtung, 2014). Esta ilusión empezó a materializarse con las diferentes prácticas que se fueron identificando y a través del mejoramiento de los talleres que resultaron de la creación conjunta.
Por medio de talleres, se identificaron rasgos de los conflictos que se tenían en las propias dinámicas de las instituciones. Aprovechando herramientas como el símbolo y la significación que emergen de las representaciones sociales de niños, niñas y jóvenes en las instituciones que se visitaban, se lograba cautivar a cada asistente, en los que se viene identificando un ánimo de participación y liderazgos que eran segregados por no encajar en los cánones establecidos de los imaginarios sociales. Así, a través de juegos emergen roles que estaban escondidos en los grupos, que regularmente obedecían a los cursos a los que pertenecían. Los juegos de roles permitieron evidenciar los imaginarios en torno a los temas sociales locales y nacionales. El conflicto armado colombiano, los Diálogos y el Plebiscito de Paz (resultados) se plantean como temas generales desde los que podrían revisarse las prácticas propias de diálogos, creación de consensos, dificultades y violencias permanentes que requerían un tratamiento más cercano por parte de las instituciones. Sin embargo, las condiciones en las que se trabajaban favorecían la identificación de esas situaciones que ameritan mayor profundización.
Cada taller tenía en promedio una a dos horas de duración, dependiendo de la edad, la intención, el contexto y la posibilidad de seguir el trabajo de acompañamiento o la articulación con procesos de la red de amigos tejida hasta ahora. Actualmente, hay alrededor de veinte propuestas de talleres que van desde la comunicación asertiva, pasando por la identificación de dificultades de convivencia, hasta formas de resistencia y derechos humanos en el escenario colombiano. Teniendo en cuenta que el reto era dejar capacidades instaladas en las comunidades, en especial para la escuela, se usaron materiales reciclados, trabajos a través del cuerpo y ejercicios de memoria desde las cartografías. Estos elementos fueron clave en el trabajo con jóvenes: la cartografía social sirve como un método y un lenguaje más cercano a las personas, para que pudieran replicar los talleres, incluso mejorarlos, en la medida de sus posibilidades.
En cada taller, había una herramienta; en cada herramienta, un signo; en cada ejercicio, una forma de acercarse a las necesidades propias y, desde allí, poder construir de forma colaborativa. La preocupación por los derechos intelectuales se desvanece en la medida en que los talleres no tienen autoría con una intención muy sencilla: que los y las jóvenes se apropien de ese tipo de dinámicas sin ocuparse de citar o referenciar, y con la posibilidad de dejar su propia impronta, sintiendo que hacen parte de un país que ha llegado a un nuevo hito en la historia, y que su aporte permitirá extender el concepto de la paz hasta donde se les permita en sus propias prácticas.
Discusión teórica
En el presente apartado se desarrolla conceptualmente cada una de las categorías de análisis que permiten comprender los diferentes contextos en que se desarrollan y las formas como se construye paz desde la escuela. Para este caso particular, se abordan las categorías de escuela, construcción de paz, pedagogías de paz y convivencia. Por tal motivo, el primer escenario analítico será la escuela.
De acuerdo con lo propuesto por el Centro de Estudios e Investigaciones Docentes (CEID, 2017), se comprende la escuela como un espacio donde hay una amplia representación del pensamiento analítico, crítico y reflexivo; donde se puede expresar la creatividad y originalidad del ser; donde se forjan esos primeros pasos hacia la comprensión activa de actuar y debatir a favor de las necesidades propias y ajenas, desde la concepción de igualdad, desarrollo y equidad, con el fin de reconocer quiénes han sufrido por tantos conflictos y violencia y, a partir de allí, reconstruir algo diferente y con miras a una mejor calidad de vida.
Desde esta perspectiva, González et al. (2018) afirman que la escuela permite la inclusión de las víctimas del conflicto armado mediante la plena pertenencia a la vida institucional, cultural y social de la institución educativa y su contexto. En el Plan Nacional Decenal de Educación (2006) también se plantea que uno de los desafíos de la educación para la paz