Adónde nos llevará la generación "millennial". Barbara J. Risman

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Adónde nos llevará la generación


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pero también desventajas para la sociedad y para ella misma en caso de que la atención a sus propios sentimientos se convierta en narcisismo. Twenge entiende que la filosofía principal de la crianza de las familias de la generación millennial era la de «sé tú mismo/a». Esto ha derivado en la filosofía del vive y dejar vivir, puesto que todas las personas consideran que deberían ser fieles a sí mismas. Esta retórica es compatible con demandas de igualdad de derechos entre las minorías de género, raza o sexualidad. La generación millennial es mucho más propensa que las anteriores a apoyar diversos tipos de familias, con lo que respalda el derecho de las personas homosexuales a casarse y tener hijas/os y de las mujeres solteras a devenir madres, y acepta la convivencia como un tipo más de relación. Las relaciones interraciales ya no son inusuales o se estigmatizan, y cuando las parejas deciden casarse, se descartan por completo las reglas sobre cómo deben ser las bodas, ya que cada pareja elige su propio estilo para reflejar mejor quiénes son, con bodas de destino4 e invitaciones en línea que son tan aceptables como una boda tradicional en una iglesia con invitaciones impresas en color crema. Toda esta libertad de ser una misma no solo permite a las personas dar forma a sus propias vidas, sino también les exige que acepten las vidas que otras personas eligen.

      La libertad para centrarse en una misma también tiene un lado oscuro, o eso argumenta Twenge. Si la responsabilidad moral, y lo correcto, tiene que ver con ser fiel a una misma, ¿son las demás personas importantes? ¿Deriva esta generación en un relativismo moral en el que nadie tiene ninguna responsabilidad respecto a nadie más allá de que todas las personas tengan la responsabilidad principal de ser fieles a sí mismas? Twenge apoya este argumento sobre el narcisismo con información que muestra que la generación millennial (a quienes ella llama Gen Me, ‘generación yo’) es mucho menos propensa a seguir las reglas sociales, dado que no considera que haya una sola manera de hacer las cosas. Afirma que las consecuencias que se derivan de rechazar las reglas sociales son de largo alcance e incluyen todas las esferas, desde los malos modales, hasta hacer trampa en los exámenes o evitar el servicio militar.

      Los y las millennials simplemente no se preocupan por las demás personas tanto como lo hacen por sí mismos. Otras evidencias que respaldan esta afirmación sobre el egoísmo provienen de fuentes diversas. Para obtener una prueba directa que apuntalara el argumento que la considera la «próxima gran generación», Twenge utilizó una muestra representativa a escala nacional de estudiantado de secundaria y universidad para comparar su predisposición cívica (deseo de hacer del mundo un lugar mejor) en comparación con la generación de boomers cuando eran jóvenes. Ni un solo ítem (de 30) sobre predisposición cívica fue mayor entre la generación millennial que entre la de baby boomers. La autora cita también investigaciones de Christian Smith basadas en una encuesta y entrevistas en profundidad con las que pudo identificar que solo el 4 % de la generación millennial estaba comprometida cívica o políticamente, ello incluso durante el apogeo de la primera campaña presidencial de Obama, en el verano de 2008. De hecho, la gran mayoría de las personas encuestadas en el estudio de Smith (69 %) afirmaban no tener interés por la política. A partir de 2016, sin embargo, las personas blancas de la generación millennial parecían muy interesadas e involucradas en la candidatura de Bernie Sanders, lo cual debilita el argumento de la generación totalmente orientada a sí misma. O quizá la que mostró su apoyo a Bernie Sanders fue una generación motivada por la gratuidad de la matrícula universitaria y la condonación de préstamos.

      ¿Qué interesa entonces a la generación millennial? Twenge afirma que están más interesadas en sí mismas. La generación millennial es aficionada a los selfies y ha inventado el sexting, lo que la autora entiende como evidencia de un narcisismo generacional que ha surgido de la mentalidad de autoestima de «todo se trata de mí» con la que se criaron. La autora plantea también que se da una obsesión creciente por la apariencia física; de hecho, la decisión de recurrir a procedimientos médicos invasivos para mejorar el cuerpo se justifica con el propósito de aumentar la autoestima. Twenge argumenta que las personas adultas emergentes de hoy en día confían en sí mismas, pero no en mucho más. Ven un mundo en el que los acontecimientos externos, desde el 11 de septiembre y los ataques terroristas hasta la Gran Recesión, determinan el curso de sus vidas en lugar de hacerlo sus propios esfuerzos. Esta externalización puede considerarse un fenómeno adaptativo, de protección de su autoestima ante un mundo cruel, pero también puede conducir al cinismo y la alienación, e incluso a la depresión. La creencia de que las fuerzas externas determinan el curso de la vida de una no parece que motive a comprometerse plenamente con otra persona o incluso a cumplir las propias metas.

      La literatura académica que acabamos de exponer nos proporciona algunos hechos concretos y algunos análisis controvertidos. La generación millennial transita un momento de la historia en el que no es posible definir una trayectoria rápida o fácil hacia la edad adulta; de hecho, separa tanto tiempo la adolescencia de la edad adulta que la psicología la ha definido como una nueva etapa de la trayectoria vital, la adultez emergente. Se supone que los adultos jóvenes deben permanecer un tiempo en este momento de sus vidas, pensando en quién quieren ser, para encontrarse a sí mismos. La academia debate si la generación millennial es narcisista o cívica. Otras investigaciones podrían ayudar a arrojar luz sobre el tema, y he encontrado un tipo de investigación que merece la pena revisar, aunque no sea académica. Las personas que comercializan productos también investigan y han estudiado cómo venderlos a esta nueva generación; con los resultados de esas investigaciones pretenden obtener beneficios. Antes de finalizar este capítulo, echemos un vistazo a lo que las empresas de marketing han aprendido sobre la generación millennial.

      En 2010, el Informe Prosumer se centró en la transformación en cuanto al género en la generación millennial y preguntó: «¿Son las mujeres los hombres nuevos?». El siguiente resumen pretende dar una idea de sus hallazgos:

      La generación millennial es una generación como ninguna otra. Es más móvil, más multicultural y más adoptadora (y adaptadora) de nuevas tecnologías que cualquier generación anterior. Vive en un mundo sin hojas de ruta ni autoridades tradicionalmente reconocidas, creando su propio contenido, sus canales de comunicación e itinerarios de vida. También difiere de las generaciones anteriores en, al menos, otra cuestión importante: en gran parte de Occidente, han crecido en una era «posfeminista», con mujeres que son ampliamente reconocidas como iguales a los hombres, si bien no siempre tratadas como tales. Las protestas y manifestaciones por los derechos civiles que estos y estas jóvenes han presenciado en sus vidas no reivindicaban cuestiones de mujeres versus hombres, sino los derechos de migrantes o personas con orientaciones sexuales minoritarias. La idea de «liberación de la mujer» constituye un artificio polvoriento, sin relevancia para estos y estas jóvenes a no ser que no sea como fuente de humor o contextualización histórica (p. 1).

      Su investigación también sugiere que lo que todas las personas buscan es ser «felices», y casi las tres cuartas partes de la generación millennial que se estudian en este informe afirman que actualmente están contentas. Quizá esto se deba a un cambio en los objetivos, que han variado desde el éxito y el poder, en los que se centraron las generaciones anteriores, a otros más efímeros como el amor y la amistad. Se trata de metas que resulta más probable que se alcancen con esfuerzo personal y con mayor facilidad. Estos objetivos también responden a su temor declarado a «estar solos».

      Como parte de un gran estudio internacional, el Informe Prosumer incluía información descriptiva sobre las actitudes de género de 500 millennials estadounidenses. La mayoría de las mujeres no perciben que sus elecciones estén limitadas por el género y no creen que estas tengan implicaciones para las mujeres como grupo. La mayoría de las mujeres y los hombres no están de acuerdo con que los hombres sean los que dirijan e inicien las relaciones sen timentales, y menos del 20 % de las mujeres y del 30 % de los hombres piensan que el hombre debería ganar más que su pareja femenina. Mientras que un poco más de la mitad de los hombres creen que las mujeres deberían ser femeninas y los hombres masculinos, menos de la mitad de las mujeres manifiestan esto. Las mujeres se ven iguales a los hombres y, sin embargo, son mucho más propensas a priorizar el equilibrio entre la vida y el trabajo frente al salario cuando deben considerar las ventajas de centrarse en su carrera. Aunque tanto hombres


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