Universidades, colegios, poderes. AAVV

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–a través de Johannes-Michael Scholz– con el profesor Helmut Coing, fundador del Max Planck Institut für europäische Rechtsgeschichte de Frankfurt, un proyecto europeísta de gran alcance, sobre las universidades y el derecho común, la codificación liberal…6 Su intento se enmarcaba en el presente, por la consolidación de la comunidad europea; pero además abría amplias vías de cooperación a los historiadores del derecho, acantonados en sus reductos nacionalistas, y superaba la dicotomía entre germanistas y romanistas. Su análisis del derecho común –un sistema vivo durante siete siglos– destruía falsos esquemas e ideologías interesadas… Salvando las distancias, algo semejante hizo Savigny al revisar y reelaborar la historia del derecho romano, aunque para negarla y superarla mediante una dogmática nueva, que conduciría a la codificación del derecho civil alemán. Ahora se trataba de entender y reconstruir una historia europea conjunta…

      ***

      El profesor Rüegg vino a Valencia en 1999 a nuestro congreso «Aulas y saberes», donde habló sobre el auge de las universidades durante el siglo XIX. Suprimidas muchas a inicios de siglo en Francia, en Alemania o España, se multiplican sobre los modelos de Napoleón –centralizado– o de Humboldt, de autonomía y libertad de cátedra…7 Una primicia del tomo tercero de A History of the University in Europe que estaba terminando. Entonces había dinero para celebrar el quinto centenario de nuestra universidad y pudimos remunerar su asistencia, así como a otros tres ponentes –único caso en nuestros congresos, donde todos los investigadores somos iguales–.

      Salvador Albiñana coordinó una excelente exposición sobre el pretérito de nuestra universidad, que acompañó con un brillante catálogo, Cinc segles i un dia.8 También apareció el Procés a Joan Peset Aleixandre, con estudios de Marc Baldó, M.ª Fernanda Mancebo y Salvador Albiñana.9

      En la Col·lecció cinc segles se publicó –y siguen publicándose– libros y tesis dedicados a la universidad, aunque se ha colado alguno extraño. En ella se editó, a iniciativa del rector Pedro Ruiz, la Historia de la universidad de Valencia,10 en la que participaron numerosos especialistas, buenos conocedores de la materia. Eran profesores de distintas facultades y disciplinas, porque la historia de las universidades y las ciencias requiere distintas cronologías y campos del saber. Valencia, universidad municipal, posee un archivo histórico exiguo; hay que acudir a los fondos del ayuntamiento, que nombraba los rectores y profesores, promulgaba constituciones, la financiaba. También a la catedral, los fondos de pavordías o la renta de Orihuela…

      En aquellos años se defendieron varias tesis y aparecieron algunos trabajos sobre nuestra universidad, entonces viva y creciendo con fuerte anhelo de reforma. ¡Qué diferente la situación actual! Las tesis doctorales de Sebastián García Martínez,11 Amparo Felipo y José Seguí12 cubrían el siglo XVII; sobre los siguientes continuaban Salvador Albiñana y Marc Baldó.13 Yolanda Blasco Gil analizó la última etapa del ochocientos, la gloriosa revolución y la restauración,14 mientras Daniel Comas investigaba las primeras décadas del XX.15 María Fernanda Mancebo trazó la vida universitaria desde Primo de Rivera a la república y la guerra «incivil».16 La investigación básica estaba en las tesis, al tiempo que avanzaban otros trabajos sobre el estudi general.17 La investigación histórica es la consulta de fuentes documentales, interpretación y esfuerzo para entender la vida del pasado; la bibliografía facilita y completa… No es mera opinión ni una propuesta original, atrevida.

      El primer volumen de la Historia de la universidad de Valencia está dedicado a los siglos XVI y XVII, estudiados por Amparo Felipo, José Seguí, Mercedes Vico… Sobre facultades y saberes contábamos, entre otros, con André Gallego Barnés y Alfonso Esponera, José María López Piñero y José Luis Peset, Víctor Navarro, Antonio Mestre, Pablo Pérez García… Terminaba con una galería de universitarios destacados: Vives y Joan de Salaya por Enrique González; Pere Joan Olivar por Miquel Almenara y Manuel Vicente Febrer Romaguera,18 y sobre Miguel Jerónimo Ledesma y Pedro Juan Núñez escribía Ferrán Grau i Codina… El segundo tomo abordaba la ilustración, desde las penurias de la nueva planta a las reformas del rector Vicente Blasco, incluido el reinado de Fernando VII, aunque ya entonces había brotado la semilla liberal en Cádiz y en el trienio. M.ª Cruz Cabeza Sánchez-Albornoz estudiaba la biblioteca, que inició Pérez Bayer. Y el tercero estaba dedicado a la época liberal, centralizada y uniforme, a las ciencias y facultades: Marc Baldó la facultad de letras, Víctor Navarro Brotons y Jesús Catalá Gorgues la de ciencias, López Piñero medicina y Jorge Correa y Yolanda Blasco derecho. De la dictadura nacionalcatólica de Franco, solo fragmentos, apenas empezaba a ser estudiada. Vicente Salavert recuerda la ocupación en 1939, que estudió con Sebastián García Martínez.19 Luego los exilios, las depuraciones, movimientos estudiantiles… Daniel Benito Goerlich describe el patrimonio artístico, el jardín botánico Manuel Costa, Cristina Sendra y Jaime Güemes, M.ª Ascensión Lluch el archivo… Hace poco pudimos abordar con amplitud este periodo en La facultad de derecho de Valencia 1499-1975.20 Era posible reconstruir la vida reciente de nuestra facultad, las fuentes son abundantes, además vivimos aquellos años de desaliento y esperanza.

      Coincidía el centenario con Lleida –fundada dos siglos antes–, que supuso un avance en el conocimiento de aquella universidad, decana de la corona de Aragón: creada en 1300 por Jaume II –bula de Bonifacio VIII de 1297–. El rector Jaume Porta y el profesor Joan Josep Busqueta impulsaron su estudio, con la edición de los viejos estatutos que recogían la tradición boloñesa.21 Aunque calcaba la organización de Bolonia –la asamblea de escolares– fue modelo de las universidades municipales aragonesas, porque el rey la encomendó a los paers, hombres buenos del municipio, aunque se reservó la alta jurisdicción y el nombramiento de un canónigo como canciller…22

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      Más voluminosa es la reciente Historia de la universidad de Salamanca, coordinada por Luis Enrique Rodríguez-San Pedro Bezares, quien ha investigado sobre el estudio salmantino durante cerca de medio siglo. Es la universidad hispana más antigua –la primera, Palencia, desapareció pronto–. Fundada por Alfonso IX en torno a la escuela catedralicia y el obispo, se forma una corporación o asamblea de graduados y escolares, que acuerda estatutos y elige sus rectores, que serían escolares, por ser mayoría… Sin duda fue también la más notable en los reinos hispanos durante seiscientos años, por su dimensión, su prestigio y saber.

      En Bolonia se habían formado dos universidades de escolares juristas –cisalpinos y transalpinos o ultramontanos–, ayudadas por la comuna. En París acudían a la escuela catedralicia de Nôtre Dame, así como a la colegiata de Santa Genoveva y a San Víctor de los canónigos regulares, junto al Sena. En torno a 1200 los graduados de artes se organizaron en naciones, que elegían su rector, al que se sometieron las otras facultades… Dos modelos que –desde luego, con variantes– se extendieron por Europa. En Salamanca se unieron unos y otros en una asamblea colectiva, mixta de escolares y graduados.

      Los pontífices protegieron y favorecieron a las universidades. Honorio III nombró canciller para colacionar grados en Bolonia y en París; su sucesor Inocencio III intervino en París y en Oxford. En 1217 el papa Honorio había incitado a los maestros de París para que enseñasen religión en la Toulouse albigense, tierra desierta y llena de espinas y ortigas, cubil de dragones, tinieblas y sombras, concupiscencias y olvido de la justicia… Luis IX obliga al conde de Toulouse Raimundo VII, tras su derrota en la batalla de Muret, a crear un estudio, que confirmaron Gregorio IX e Inocencio IV. En Salamanca Alejandro IV resolvió conflictos, otorgó el sello común y confirmó el estudio general por bula de 6 de abril de 1255, que excluía sus grados solo respecto a París y Bolonia, más independientes, como Nápoles, fundada por Federico II Staufen en 1224. Las reformas de Benedicto XIII y Martín V restringieron la asamblea, para evitar tumultos estudiantiles, creando diputados: diez catedráticos de propiedad –elegidos entre ellos– y diez escolares, designados cada año por la asamblea congregada, en personas nobles, de dignidad, licenciados, bachilleres o escolares, que junto al rector y el maestrescuela decidían los asuntos ordinarios.23

      En la edad moderna intervinieron los reyes católicos, mediante


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