Postmodernismo y metaficción historiográfica. (2ª ed.). Santiago Juan Navarro

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Postmodernismo y metaficción historiográfica. (2ª ed.) - Santiago Juan Navarro


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los mismos nos llevaría a una reescritura de la novela. El presente esquema, por otra parte, no pretende tampoco reflejar con exactitud el contenido de la obra. Por ejemplo, se pone en forma cronológica lo que en la novela se presenta como una sucesión de flashbacks y narraciones entrecortadas y se establecen conexiones que la obra solo sugiere sutilmente. Mi intención es presentar inicialmente la síntesis de una posible interpretación sobre la cual se llevará a cabo el análisis de los motivos metaficticios e historiográficos de la novela de Fuentes. Dicho análisis se organizará en torno a las tres grandes partes en que aparece dividida la novela.

      En “El viejo mundo” se discuten las estructuras monolíticas del poder representadas en la figura del Señor y en el palacio-necrópolis del Escorial. El correlato historiográfico de esta primera parte lo constituye la España autoritaria, fúnebre y dogmática que abarca desde la expulsión de los judíos en 1492 hasta la muerte de Francisco Franco. El foco se sitúa en la España imperial y, en particular, en el reinado de Felipe II. En “El mundo nuevo” se analiza la reinvención que Fuentes lleva a cabo de los mitos prehispánicos y de las crónicas de la conquista. Finalmente, “El otro mundo” contempla todos aquellos movimientos de oposición presentes en Terra Nostra y, en especial, el poder herético de la imaginación representado en la figura del estamento intelectual (escritores, artistas, y científicos) y en la metáfora autorreflexiva del Teatro de la Memoria de Valerio Camillo. Cada una de estas tres partes se divide, asimismo, en tres secciones. La primera comenta la selección de motivos historiográficos en la novela a la luz de la obra total del propio Fuentes y en relación con las fuentes documentales empleadas por el novelista. En la segunda se lleva a cabo el análisis propiamente textual de los temas historiográficos escogidos, y en la tercera se comentan esos mismos temas a la luz de las metáforas autorreflexivas presentes en cada una de las partes y en relación con el proyecto general del autor.

      “El viejo mundo”

      En su ensayo sobre Cervantes, Fuentes especifica las tres grandes fechas que configuran las coordenadas temporales de Terra Nostra: 1492, 1521 y 1598 (1976: 36). La primera de estas fechas, 1492, hace alusión a cuatro acontecimientos que habrían de cambiar el panorama histórico y cultural de la España renacentista: la expulsión de los judíos, la caída de Granada, el “descubrimiento” del Nuevo Mundo y la publicación de la primera gramática castellana. La expulsión de los judíos y la persecución de los falsos conversos supuso el fin de una fructífera coexistencia multicultural de siete siglos. Pero, como señala Fuentes, dicha expulsión no solo significó un trauma cultural, sino que también tuvo graves implicaciones para el futuro económico de España. Los judíos estaban a la vanguardia del cambio económico del país. Ocupando puestos clave de la economía nacional (banqueros, prestamistas, comerciantes, administradores, recaudadores y embajadores), constituían, según Fuentes, “la cabeza de lanza de la naciente clase capitalista de España” (1976: 39). Su expulsión tuvo lugar en el momento en que más se habría de necesitar su ayuda: cuando, terminada la Reconquista de la península tras la caída del reino moro de Granada, el afán expansionista de los Reyes Católicos apuntó hacia nuevos horizontes. Las empresas transoceánicas de la monarquía española, aceleradas desde el descubrimiento del Nuevo Mundo ese mismo año, y su expansionismo europeo habrían de necesitar de un financiamiento permanente que se buscó paradójicamente en las potencias extranjeras que constituían sus rivales políticos y económicos. La publicación de la gramática de Antonio de Nebrija (primera gramática de una lengua europea) tuvo, asimismo, una importancia fundamental en el proyecto unificador de Isabel y Fernando, pues la lengua castellana era concebida por primera vez, no solo como vehículo de comunicación oficial en la península, sino también como instrumento de dominación imperial (Elliott 1963: 128). Los cuatro acontecimientos mencionados apuntan hacia un objetivo primordial del reinado de los Reyes Católicos: el afianzamiento de la unidad nacional y la creación de las bases para el futuro imperio español.

      El proyecto imperial de la monarquía no habría de consumarse hasta el reinado de Carlos V. Bajo su reinado, en 1521, se producen dos hechos simultáneos de interés especial para Fuentes: la conquista de México acaudillada por Hernán Cortés y la represión de la rebelión de las Comunidades de Castilla. La marcha de los conquistadores españoles sobre la capital del imperio azteca es uno de los temas centrales de la segunda parte de Terra Nostra. El alzamiento y represión del movimiento comunero, por su parte, es presentado por Fuentes en “El otro mundo” (tercera parte) y es objeto de análisis en sus ensayos, especialmente en Cervantes (CCL 53-60) y The Buried Mirror (BM 153-4). La fecha de 1598, por último, alude a la muerte de Felipe II y, por tanto, al ocaso del imperio español que habría de dar lugar a formas cada vez más degradadas de organización política. La forma en que, como veremos, Fuentes presenta estos acontecimientos históricos va configurando progresivamente su gran visión histórica del mundo hispánico. En concreto, subraya las dificultades de la modernidad para penetrar en suelo español y, por extensión, en Hispanoamérica. La entrada de la modernidad fue obstaculizada, pues, a varios niveles: económico, mediante la expulsión de los judíos; político, mediante la represión del movimiento comunero; y religioso, mediante la represión sistemática del pensamiento heterodoxo. La conquista de América supuso, por tanto, la exportación a nivel oficial de un modelo caduco y deficiente que se encontraba más cerca del oscurantismo medieval que de la apertura del pensamiento que supuso el Renacimiento europeo, pero también significó la entrada en América de una realidad tricultural que permaneció oculta y en oposición a la política oficial de persecución religiosa (BM 88).

      Contexto histórico

      Para entender la figura del Señor en Terra Nostra es necesario revisar la visión del reinado de los Austria que Fuentes presenta en sus ensayos. Según el novelista, Carlos V introdujo en España el ideal expansionista del Sacro Imperio Romano Germánico. Este concepto de un estado central de dimensiones continentales, unido al esfuerzo unificador de los Reyes Católicos, acabó con las tendencias pluralistas y democráticas de una España medieval en tránsito hacia la modernidad y en busca de un compromiso entre sus culturas y formas de gobierno autónomo (CCL 53).

      En su retrato de la personalidad de Carlos V, Fuentes ofrece detalles que ayudan a comprender la personalidad del Señor. En The Buried Mirror comenta la naturaleza dual del emperador, al que describe como seguro e inseguro, duro y gentil, divido por sus alianzas nacionales y atrapado entre su educación erasmista, que le llevaba a buscar la conciliación, y su inclinación imperial que le obligaba a presentar batalla a sus enemigos declarados (las naciones indígenas, el imperio otomano, Francia y el protestantismo alemán). Agotado por los problemas políticos de su reinado, Carlos V se retiró al monasterio de Yuste, donde, rodeado de relojes y tras ensayar su propio funeral, murió en 1558 (BM 155).25

      La subida al trono de Felipe II se produjo en un momento en que España se veía necesitada de cambios urgentes. No solo no se produjeron estos cambios, sino que se agravaron los problemas políticos y económicos. En lugar de modernizar las formas del poder Felipe II demostró a lo largo de su reinado una “voluntad suicida de mantener inmóvil la estructura orgánica del imperium medieval” (Fuentes 1976: 63). En lugar de abrirse a las reformas iniciadas en gran parte de Europa por el Renacimiento, España se aisló progresivamente del resto de Europa. De hecho, la orientación imperial de la corona dejó de ser europea (como al fin y al cabo lo había sido bajo Carlos V), para pasar a dirigir sus esfuerzos a la expansión transatlántica.26 En Europa se sucedieron, sin embargo, las campañas militares, pero el objetivo de las mismas era más estratégico y religioso (lucha contra las herejías y el protestantismo), que propiamente económico. La forma de financiación del imperio tampoco cambió sustancialmente. A las deudas contraídas por Carlos V con banqueros y prestamistas del norte de Europa se sumaron las de su hijo Felipe II, alcanzando niveles desproporcionados que solo pueden explicarse en función del oro y la plata que fluía constantemente del Nuevo Mundo y que servía para pagar tanto los intereses de los prestamos como los bienes manufacturados procedentes de los centros industriales de los Países Bajos. Como resultado se produjo una acumulación de capital sin precedentes en el norte de Europa, que habría de tener trágicas consecuencias para la economía española e hispanoamericana. España estaba financiando indirectamente la Europa protestante


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