Yo soy la puerta. Osho

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Yo soy la puerta - Osho


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Y yo veo una mayor posibilidad de sannyas positivos, de renunciación positiva, en el mundo que está por venir. Ese concepto negativo de negarse a sí mismo era posible antes por muchas razones. Una es la forma en que estaba estructurada la sociedad. Todas las sociedades agrícolas podían permitir que hubiera algunas personas sin trabajo alguno. Pero entre más se industrializa la sociedad, menos existe la posibilidad de que existan familias unidas. Entre más individualidad exista, menos probabilidad habrá de que existan familias unidas. Una estructura económica suelta permitía la existencia de más familias unidas, pero entre más planeada sea la economía, menos probable será que existan familias unidas. Hoy en día, aquellos que eran sadhus y monjes parecen explotadores. Ahora no pueden ser respetados, ahora no pueden existir. Desde mi punto de vista, todos deben hacer lo que puedan hacer; uno debe contribuir a la sociedad en la que existe. Uno no debe permanecer siendo un explotador. Uno no debe ser —y la persona religiosa no puede ser— un explotador. Y si una persona religiosa puede explotar, no podemos esperar que otros no lo hagan.

      Para mí, un sannyasin no será un explotador. Se ganará la vida. Será un productor y no un consumidor. Un concepto productivo va de la mano con lo positivo. El viejo concepto de los monjes no productivos cabía dentro de la actitud negativa. La actitud positiva tendrá más implicaciones. Por ejemplo, el viejo concepto de sannyas negaba muchas cosas. Negaba la familia, negaba el sexo, negaba el amor. Negaba todo aquello que contribuye a la felicidad de una sociedad —todo aquello que contribuye a la felicidad de uno—. Negaba. Yo no niego.

      Eso no significa que permito. Cuando digo que no niego, sólo significa que un momento puede llegar cuando una persona se vuelva completamente trascendente en tomo a, por ejemplo, el sexo. Eso es otra cosa que no es un requisito, sino una consecuencia. No se necesita previo a sannyas, vendrá después de sannyas. Y uno no debe sentir culpa si no llega. El viejo concepto es muy cruel, era sádico y masoquista. El sexo se negaba porque el sexo parece brindar un poco de felicidad.

      Tantas religiones permitieron el sexo sin felicidad. Sólo se podía utilizar con fines de reproducción, pero no se debía obtener ninguna felicidad de ello. Sólo así, dejaba de ser un pecado. El sexo no es realmente un pecado. "Pero uno no debe de ser feliz. La felicidad es un pecado". Para mí, todo lo que se le da a los seres humanos no debe ser negado; no debe ser suprimido. Permite que el florecimiento llegue primero. Entonces, verás qué tantos canales de energía han cambiado su curso. Y la diferencia será enorme.

      Si se niega el sexo, también se niega el amor. Aquellos sannyasins que niegan, carecen de amor. Hablan de amor, pero carecen de amor. Hablan del "amor universal". Siempre es más fácil hablar del amor universal que amar a un individuo —eso es más difícil—. Amar a todo el universo es fácil; nada está involucrado. Y aquel que piensa en términos de la negación, hablará del amor universal y seguirá negando y desarraigando los sentimientos individuales.

      La religión que niega el sexo tendrá que negar el amor, porque con amor, existe toda posibilidad de que el sexo le siga. Pero desde mi punto de vista, si el sexo no se niega sino que se transforma con el crecimiento positivo, no existe ninguna necesidad de negar el amor. Uno puede ser amoroso. Y, a menos que uno sea amoroso, la energía que llegue a uno, que no transite a través del canal sexual, no puede ser utilizada. Se volverá destructiva. Desde mi punto de vista, un amor que crece es la única posibilidad de trascender el sexo.

      El amor debe crecer. Debe ascender hacia el universo, pero no debe comenzar ahí, jamás surge de lo lejano. Y aquel que piensa que uno debe de comenzar desde lo lejano, se está engañando. Toda trayectoria debe de comenzar de lo cercano. El primer paso que ha de ser tomado, no puede ser tomado desde lo lejano. Uno debe ser un individuo amoroso. Y entre más profundo se hace el amor, uno se vuelve menos sexual y más se extenderá el amor.

      Por lo tanto, yo no negaré nada, porque, ultimadamente, se busca la dicha. Todos buscamos la dicha. La felicidad no se ha de negar, pero cuando hay una explosión de dicha, uno sabrá que lo que había considerado como felicidad, es falso. Aunque no se puede desechar en ese momento. Permite que llegue la dicha primero. Eso es lo que significa el crecimiento positivo. Permite que algo se dé dentro de ti, algo mayor, sólo entonces se desechará lo menor. Y tu ego no se fortalecerá a causa de ello porque, cuando se desecha, se desecha algo sin uso, sin valor. Todos los que dicen haber renunciado hablan de haber dejado esto o aquello. De este modo, demuestran que nada extraordinario ha sido logrado. Cualquier cosa a la cual hayan renunciado sigue siendo importante. Existe en su memoria, sigue siendo parte de su mente, les sigue perteneciendo. Por supuesto que han renunciado, pero, ¿cómo puede uno renunciar a algo que no le pertenece? Si uno sigue pensando en la renunciación, sigue siendo dueño. En un sentido negativo, uno es dueño.

      Pero cuando uno conoce un fenómeno mayor —una mayor dicha, una mayor felicidad— entonces, no se está renunciando a las cosas. Simplemente caen por si solas, como las hojas secas de un árbol. Nadie se entera y nadie lo escucha, las hojas simplemente caen. El árbol no se inmuta ante la caída de sus hojas, ni queda herida alguna. Por lo tanto, para mí, todo tiene su momento para suceder, su momento de madurez —la madurez lo es todo—. Uno debe de madurar; de lo contrario, uno estará deambulando sin necesidad y acosándose a sí mismo sin necesidad y destruyéndose sin necesidad. Uno debe madurar y la oportunidad llegará por sí sola.

      La renunciación se logra a través del crecimiento positivo. Es eso lo que quiero decir a través de mis sannyas: la renunciación a través del crecimiento positivo. No existe negatividad alguna, negación alguna, supresión alguna.

      Acepto al ser humano tal y como es. Por supuesto que mucho es potencial, pero tal y como es, no se le ha de condenar. El es la semilla, y si se condena a la semilla, ¿cómo se puede aclamar al árbol? Acepto al ser humano tal y como es, completamente, sin negación alguna. Sólo que no digo que sea todo lo que puede ser, que este sea el final. Digo únicamente que este es el principio. El ser humano es sólo una semilla que puede desarrollarse en un gran árbol, mismo que puede crecer y convertirse en divinidad. Cada ser humano puede ser un dios. Pero ahora, tal y como es, únicamente es una semilla. La semilla ha de ser protegida, la semilla ha de ser amada y a la semilla ha de ser otorgada toda oportunidad de crecer.

      Sannyas significa que uno se ha dado cuenta que es una semilla, un potencial. Esto no es el final. Esto es sólo el principio, y ahora uno debe tomar la decisión de emprender ese crecimiento inicial. Ese crecimiento llega a través de la libertad, ese crecimiento llega a través de la inseguridad. Uno ve una semilla, parece muy segura. Un árbol no es tan seguro. La semilla está cerrada, completamente cerrada. En el momento en que muere la semilla y el árbol comienza a crecer, el potencial comienza a activarse. Existen peligros —habrá inseguridad, habrá toda posibilidad de destrucción, algo muy delicado luchando contra todo el universo—. Pero ahora uno es sólo una semilla, no hay ningún peligro.

      Ser un sannyasin significa que ahora, uno toma la decisión de crecer. Y esta es la última decisión. Ahora, uno tendrá que luchar, ahora tendrá inseguridad, tendrá peligro y tendrá que luchar y enfrentarlo momento a momento. Esta lucha de momento a momento, esta lucha dentro de lo desconocido, este vivir dentro de lo desconocido, es la verdadera renunciación.

      La decisión de crecer es una gran renunciación —una renundación a la seguridad que se le ha otorgado a la semilla, una renunciación a la integridad que se la ha otorgado a la semilla—. Pero esta seguridad es a cambio de algo muy grande. La semilla está muerta, sólo vive potencialmente. Puede vivir, o puede permanecer muerta. A menos que crezca, que se convierta en árbol, estará muerta. Y, según mi experiencia, los seres humanos, a menos que decidan crecer, a menos que den un salto hacia lo desconocido, serán como semillas: muertas, cerradas.

      Ser un sannyasin significa tomar la decisión de crecer, tomar la decisión de entrar en el peligro, tomar la decisión de vivir en la indecisión. Esto parece una paradoja pero no lo es. Uno tiene que comenzar por algo e incluso, para vivir en la indecisión, uno tiene que tomar una decisión en algún momento. Incluso entrar en la inseguridad significa ir hacia alguna parte y uno lo tiene que decidir. Yo auxilio tu decisión y creo una situación en la que puedas tomar una decisión. Neosannyas puede ir al núcleo mismo del mundo. Puede alcanzar a cualquier persona


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