Prietas las filas. José Ignacio Cruz Orozco
Читать онлайн книгу.del montañismo que llegaron al poco tiempo.14
Una referencia más que nos indica que los contactos entre el Frente de Juventudes y la Hitlerjugend no fueron algo reducido y ocasional. Se trata de alguna cifra parcial que manejan los investigadores. Morant nos indica al respecto que, según referencias oficiales de la propia Hitlerjugend, en 1936, el primer año de la Guerra Civil, entre los algo más de 51.000 jóvenes extranjeros que visitaron sus instalaciones se encontraban 259 españoles. Dichos intercambios se mantuvieron en años posteriores, mientras la evolución de la Guerra Mundial lo permitió. Así, diversas delegaciones de miembros y responsables de las organizaciones juveniles nazis visitaron en repetidas ocasiones la Academia de Mandos José Antonio, en donde se formaban los oficiales instructores del Frente de Juventudes. Todos esos contactos, como insisten los especialistas, tuvieron destacada trascendencia, de tal modo que fueron dejando un rastro que acabó impregnando a la organización en casi todas sus iniciativas, llegando a constituir un destacado rasgo de identidad propio.15
Debo insistir en la importancia de esos intercambios. Por un lado suponían una ayuda directa al facilitar el contacto con experiencias y materiales de todo tipo, entre los que ocupaban un lugar destacado los textos doctrinales y organizativos. Y de un modo más indirecto, dejaban toda una estela de influencia más difusa, difícil de aquilatar pero de indudable trascendencia entre los miembros y los cuadros de la Falanges Juveniles que participaban en ellos. Sobre este último aspecto debe tenerse en cuenta que en aquella época la salida fuera de las fronteras resultaba excepcional para cualquiera, y más todavía si se trataba de jóvenes muchachos.
Como ya ha quedado de manifiesto, dentro de esas miradas hacia el exterior, las juventudes hitlerianas acapararon la mayor atención. Independiente de la atracción que la Alemania de Hitler ejercía sobre amplios grupos falangistas por otros motivos, se trataba de la organización juvenil que había adquirido mayor desarrollo en cuanto a encuadramiento, infraestructuras, propuestas formativas e implicación en el proyecto político de su partido.16 A ello se sumaba otro dato especialmente relevante. A partir del verano de 1941, una unidad militar española, la División Azul, compuesta en gran parte por jóvenes voluntarios falangistas, se había integrado en el ejército alemán y combatía en el frente del este contra las tropas rusas. A partir de ese momento, la atención e interés por la situación alemana aumentó aún más en los grupos falangistas, que eran quienes habían alentado tal intervención. Entre ellos se extendió un cierto espíritu de camaradería, una de cuyas concreciones fue los numerosos reportajes que aparecieron en la prensa controlada por la Falange. Por su parte, el Frente de Juventudes otorgó especial atención a los jóvenes militantes que se habían alistado en la División Azul y destacó y tuvo muy presente en su imaginario sobre todo a aquellos que murieron en los combates.
EL NUEVO ORDEN EUROPEO
Pero no fueron solo los contactos, las visitas o las muestras de atención puntuales. El interés, e incluso el compromiso de las autoridades del Frente de Juventudes con la Hitlerjugend llegaron a algo más y de una manera formal, enmarcada en un serio compromiso institucional. Me estoy refiriendo en concreto a la participación de la entidad española en el Primer Congreso de las Juventudes Europeas, que se celebró en Viena en septiembre de 1942. El encuentro fue convocado conjuntamente por los responsables de las políticas juveniles de Alemania e Italia y no fue un acto puntual, sino que se trataba de un señalado eslabón dentro de una empresa de amplio calado. Buena muestra de ello es que para preparar la reunión se habían celebrado varias reuniones preparatorias en Weimar, Florencia y Roma. El objetivo final de todo el proceso consistía en organizar en el ámbito de la juventud el «orden nuevo», que las potencias del Eje estaban intentando instaurar en Europa a sangre y fuego.
En esa iniciativa se involucraron muy intensamente el Frente de Juventudes como organización y el propio José Antonio Elola-Olaso, que como delegado nacional del mismo era el máximo responsable de la política de juventud del franquismo. El congreso de Viena se celebró del 14 al 18 de septiembre de 1942 y contó con una nutrida representación española, con el citado Elola-Olaso a la cabeza. El objetivo formal de la reunión fue la creación de la Asociación de las Juventudes Europeas. Para ello se había realizado una amplia convocatoria a todos los regímenes que se situaban en la órbita del Eje, la cual fue ampliamente secundada ya que asistieron representaciones de España, Alemania, Italia, Hungría, Rumania, Croacia, Eslovaquia, Portugal, Bulgaria, Finlandia, Walonia, Flandes, Dinamarca y Noruega.17
De acuerdo con todas esas referencias, resulta evidente que el Primer Congreso de las Juventudes Europeas tuvo una destacada importancia. No se trató de una asamblea vacua de contenido, ni de una reunión más. Tanto por su orientación, como por el número de participantes, como por el nivel de las representaciones, se trató de una iniciativa señalada, destinada a poner en pie la coordinación efectiva de elementos significativos de las políticas de juventud de una serie de regímenes, los cuales contaban con bastantes puntos de contacto en sus idearios políticos y que eran aliados, con mayor o menor compromiso, en una guerra mundial. La dirección la ostentaron en todo momento los dirigentes juveniles de la Italia fascista y de la Alemania nazi. En este último caso, Von Schirach, responsable en aquellas fechas de la Hitlerjugend, tuvo una actuación especialmente destacada.
Sobre la participación de los falangistas en el congreso de Viena contamos con algunas opiniones de interés. Existe una interpretación que insiste en remarcar las distancias que existieron entre estos y los representantes alemanes, subrayando las diferencias doctrinales y programáticas entre la Falange y el nacionalsocialismo. Un buen ejemplo de esa postura la localizamos en la rememoración que realizó casi medio siglo después de los acontecimientos Jorge Jordana, uno de los más significados dirigentes del Frente de Juventudes y de las Falanges Juveniles de Franco.
Solo una vez recuerdo que José Antonio Elola asistió a una reunión con representantes de las Hitler-Jugend y otras organizaciones europeas similares. Fue en Viena y terminó, como vulgarmente se dice, como el rosario de la aurora, al hacer hincapié José Antonio Elola y sus acompañantes en la raíz católica de nuestro sistema político, incompatible con la defensa del panteísmo estatal.18
Como indica Jordana, es cierto que existieron discrepancias entre los falangistas y los dirigentes de la Hitlerjugend, sobre todo relacionadas con el papel que debían desempeñar las entidades religiosas y la familia en la formación de los jóvenes. Otras fuentes lo corroboran. Es el caso de Leopoldo Eijo-Garay, obispo de Madrid-Alcalá y asesor nacional de Moral y Religión del Frente de Juventudes, quien también recordaba ese congreso, aunque dejó testimonio de su rememoración en fecha más temprana, ya que las palabras que cito a continuación fueron pronunciadas en 1946.
El prelado recordó públicamente esos acontecimientos cuando intervino en el acto de clausura del curso en la Academia de Mandos José Antonio, en el transcurso del cual se le hizo entrega de la Gran Cruz de Cisneros. En el discurso de agradecimiento realizó un breve repaso de su trayectoria dentro de la organización. Entre los episodios más sobresalientes destacó su preocupación «en aquellos días de Viena… porque hasta España podían llegar esas doctrinas venidas del extranjero, que podían herir y arañar las creencias del alma española.» Y apostillaba: «Peligro hubo mucho…». Pero, gracias a Dios –nunca mejor dicho– la actuación de Elola fue la que se esperaba ya que, en opinión de Eijo-Garay, «nuestro Delegado Nacional demostró al mundo que España, en sus juventudes, era digna de una nación católica, y sus palabras conmovieron al Pontífice de Roma y nos trajeron la seguridad a los prelados españoles… Dio Dios al Frente de Juventudes un Delegado Nacional… tan limpiamente Católico, que todo el peligro de contagio desapareció».19
De acuerdo con estas fuentes, parece claro que existieron discrepancias