Francisco, pastor y teólogo. Varios autores

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Francisco, pastor y teólogo - Varios autores


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el rayo de luz de su ser», «cuando soy tocado por su acción» 33. Esta categoría resulta un planteamiento esencial en el pensamiento bergogliano para entender su visión antropológica.

      9. El pueblo como sujeto pleno de la misión

      Para Francisco, «todo» el pueblo es sujeto de la acción y de la responsabilidad misionera. Una misión siempre llamada, obviamente, a la conversión. Misión y pastoral se buscan y se alimentan mutuamente. Nada más lejos, en el pensamiento de Francisco, que una misión sin pastoral o una pastoral que no sea misionera. Si existe la pastoral sin la misión, reducimos la pastoral a simples ejercicios de laboratorio; son solo preocupaciones abstractas, reflexiones sin significado. Al contrario, si existe una misión sin pastoral, el riesgo es el de perder el tono, el equilibrio, el sentido y la razón de nuestro cometido de anunciar el Evangelio a todo el mundo.

      Se hace importante descubrir el valor y el peso de «lo sentido». Los discursos y gestos de Francisco son muy significativos y muy buenos ejemplos, como el don de lágrimas, la conmoción por los emigrantes, la compasión por las víctimas de las guerras, esto es «el sentir interior». Sabemos, por tanto, que la experiencia espiritual así como «el sentir» han sido para el mundo códigos puestos a veces en el ámbito de la sospecha en el campo de la teología católica, criticados por su excesivo subjetivismo. Francisco, en la visión que tiene del pueblo de Dios, sujeto pleno del anuncio del Evangelio, une la ortodoxia, todo aquello que es creído, con la ortopraxis, con todo lo que conlleva de capacidad de concreción del Evangelio en la vida, y la ortopatía, esto es, la capacidad de apreciar al sujeto creyente con un corazón humano, una sensibilidad evangélica. Nos referimos al misterio de la comunicación, esto es, del «sentir» con «el otro», lo cual nos permite entender que el encuentro no solo se produce a nivel técnico, a nivel programático específico, sino que siempre hay algo que va más allá de un contenido concreto.

      La Iglesia se encuentra ante un gran reto, y no tenemos todas las respuestas 34. Por eso la pastoral significa que nos encontramos ante el arte del discernimiento de la acción de Dios, que se acerca y actúa en la vida de las personas y más allá de estas. Se trata de una presencia, la de Dios, que no debe ser fabricada, sino descubierta. Esta actitud es básica para nuestro enfoque de la misión y de la pastoral, y que dice mucho y bien del pueblo como sujeto misionero, otorgándole un gran protagonismo, no teórico, sino efectivo y sinodal. Este es el motivo por el cual el pueblo de Dios, con sus necesidades, sus heridas y sus esperanzas, afronta su horizonte propio, a saber, el deseo de desvelar la presencia de Dios en la historia de la humanidad como una referencia básica y esencial de la reflexión teológica de la visión de Francisco.

      La Iglesia se posiciona en la historia a partir de la imagen de Jesús, que se arrodilla ante sus discípulos para lavar sus pies 35. Esta imagen se manifiesta como un lugar teológico real y simbólico en el cual toda autoridad es reinterpretada como un servicio, esto es, como capacidad de entregar la vida y darla a favor de la humanidad. En esa actitud de servicio entendemos lo que significa la esencia del bien común. El pueblo es llamado a realizar una elección de servicio que le aporte valor y que permita sentir que, sea quien sea el «el otro», será al futuro a quien debemos anunciar el Evangelio.

      UNA IGLESIA MADRE DE MISERICORDIA

      Y SAMARITANA

      MARGARITA BOFARULL I BUÑUEL

      Barcelona

      1. La misericordia esencia del pontificado de Francisco

      En la bula de convocatoria del Jubileo extraordinario de la misericordia, Misericordiae vultus, hallamos la afirmación que centra y resume la esencia del pontificado de Francisco, un pontificado marcado por la misericordia, apasionado por la misericordia, deseoso de misericordia, impulsor de misericordia:

      La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia. Todo en su acción pastoral debería estar revestido por la ternura con la que se dirige a los creyentes; nada en su anuncio y en su testimonio hacia el mundo puede carecer de misericordia. La credibilidad de la Iglesia pasa a través del camino del amor misericordioso y compasivo 1.

      Es claro el deseo, la petición y la convicción de Francisco para la Iglesia, y así lo expresa en otras innumerables ocasiones al terminar el Jubileo extraordinario en la carta apostólica Misericordia et misera:

      La misericordia no puede ser un paréntesis en la vida de la Iglesia, sino que constituye su misma existencia, que manifiesta y hace tangible la verdad profunda del Evangelio. Todo se revela en la misericordia; todo se resuelve en el amor misericordioso del Padre 2.

      2. Lema papal. La misericordia y la biografía de Francisco

      Jorge Mario Bergoglio, el primer papa americano, jesuita argentino, nacido en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936, hijo de emigrantes piamonteses, invita a la Iglesia a lo que podríamos llamar «la gran revolución de la misericordia».

      En la breve biografía del papa que hay en la web del Vaticano se puede leer, en referencia a la época en la que era arzobispo de Buenos Aires: «A sus sacerdotes siempre les ha recomendado misericordia, valentía apostólica y puertas abiertas a todos». Lo peor que puede suceder en la Iglesia, explicó en algunas circunstancias, «es aquello que De Lubac llama mundanidad espiritual, que significa ponerse a sí mismo en el centro» 3.

      Misericordia y descentramiento del propio yo van íntimamente ligados, tanto conceptualmente como en la aportación teológica y pastoral del papa Francisco.

      a) Lema papal «Miserando atque elegendo». Experiencia amorosa de Dios en la vida del joven de 17 años Jorge Mario Bergoglio

      El escudo papal conserva a grandes rasgos el que era su escudo episcopal. El lema del papa Francisco, Miserando atque eligendo, proviene de las homilías de san Beda el Venerable, sacerdote que, comentando el episodio evangélico de la vocación de san Mateo, escribió: Vidit ergo Iesus publicanum et quia miserando atque eligendo vidit, ait illi: «Sequere me». En la web oficial vaticana se explica:

      Esta homilía es un homenaje a la misericordia divina y se reproduce en la Liturgia de las Horas de la fiesta de San Mateo. Reviste un significado particular en la vida y en el itinerario espiritual del papa. En efecto, en la fiesta de San Mateo del año 1953, el joven Jorge Bergoglio experimentó, a la edad de 17 años, de un modo del todo particular, la presencia amorosa de Dios en su vida. Después de una confesión, sintió su corazón tocado y advirtió la llegada de la misericordia de Dios, que, con mirada de tierno amor, le llamaba a la vida religiosa a ejemplo de san Ignacio de Loyola. Una vez elegido obispo, monseñor Bergoglio, en recuerdo de tal acontecimiento, que marcó los inicios de su total consagración a Dios en su Iglesia, decidió elegir, como lema y programa de vida, la expresión de san Beda Miserando atque eligendo, que también ha querido reproducir en su escudo pontificio 4.

      Jorge Mario Bergoglio experimentó el amor misericordioso de Dios de tal modo que transformó toda su vida. Podríamos ver una similitud entre esta experiencia del joven Bergoglio con la de san Ignacio cerca del río Cardener. Son experiencias fundacionales que iluminan y sostienen el resto de la vida. La misericordia no es fruto de un acto voluntarista, sino de un encuentro, un encuentro que trastorna la vida, el encuentro con el amor de Dios, el encuentro con Jesucristo. La Iglesia solo puede ser misericordiosa si entra continuamente en el dinamismo del amor trinitario. Podemos amar porque Dios nos amó primero 5. «En toda la vida de la Iglesia debe manifestarse siempre que la iniciativa es de Dios, que “nos amó primero” (1 Jn 4,19)» 6.

      b) Bergoglio jesuita. La espiritualidad ignaciana y la misericordia

      En 1958, Bergoglio entró en el noviciado de la Compañía de Jesús. La espiritualidad ignaciana que conforma su vocación incide en su experiencia de misericordia y la despliega. Al final del libro de los Ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola, en la «Contemplación para alcanzar amor»,


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