Espais i imatges de la Generalitat. AAVV

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en todo conflicto, bajo el pretexto armado se desató la furia. Parte de la población cristiana volcó su ira contra los mudéjares, a los que recurrentemente se les acusaba de todo tipo de males que afectaban a la comunidad cristiana, interpretados como castigo divino. Carlos I, que inicialmente autorizó algunas reivindicaciones agermanadas, cambió de parecer ante una radicalización que en buena medida forzó el bando señorial. Este último, que pasó a ser el bando real, se impuso con el apoyo de los vasallos mudéjares y de tropas externas aportadas por nobles y caballeros de Cataluña, Murcia, Moya… El rey dio validez a los bautismos forzosos de mudéjares por los agermanados, y en 1525 impuso la conversión forzosa de aquella comunidad, que pasó a ser morisca. Una parte se sublevó.

      La Germanía surgió entre épocas, en los inicios de una nueva dinastía, de una reordenación geopolítica y de un distinto panorama cultural, con la Casa de la Ciutat y el Palau de la Generalitat en plena actividad receptiva a los impulsos artísticos a la romana. En la primera, obra medieval más consolidada, trabajaban en su capilla Joan Marí en la pintura y dorado de los elementos arquitectónicos (septiembre de 1518),9 y Miguel Esteve (desde septiembre de 1518) con Miguel del Prado (desde abril de 1519) hasta septiembre de 1520 en los elementos figurativos al óleo sobre el muro. En el contexto de defensa de la actividad gremial del movimiento agermanado, los dos últimos participaron en la iniciativa de diciembre de ese mismo año de crear un colegio de pintores. También en junio de 1521 formaron parte del acto mediante el que más de una veintena de colegas de profesión solicitaron armas para la defensa de la Germanía en su vertiente moderada liderada por el confitero Joan Caro.10 De hecho, solo consta la muerte de un pintor en combate: Prado, que falleció el 18 de julio de 1521 en la batalla entre Sagunto y Almenara, donde fueron derrotados por las tropas comandadas por el duque de Segorbe.11

      En el caso de las obras de la sede de la Generalitat, estas se vieron afectadas por la epidemia de peste y por el citado conflicto. Luis Muñoz, que en 1518 debía ir a Génova para adquirir el mármol para los portales y ventanas, todavía no había partido a finales del siguiente año y a mediados de 1520 se le conminó para que atendiera las obras con mármol de una cantera de Pego, recientemente descubierta.12 Un cambio de criterio que es representativo del clima de proteccionismo imperante.

      Los contiguos edificios de la Ciutat y Diputació tuvieron desigual protagonismo durante la Germanía, consecuencia lógica del objetivo de las reivindicaciones agermanadas, del peso como autoridad efectiva que cada una de las instituciones tenía y de las diferencias en su composición. En el municipio, los oficios estaban representados en el consejo asesor. El propio Joan Corbera, maestro de las obras de cantería de la Diputación, fue el primero de su oficio, junto a Miquel Maganya, en ingresar en él en 1511. Este consejo, asesor y consultivo, tenía representación de las parroquias y los oficios, pero estos no podían acceder a las decisiones de poder que establecían los jurados: cuatro ciudadanos y dos caballeros. La casa municipal era donde menestrales y burguesía aspiraban a tener una mayor participación en la gestión de su política. Durante la Germanía se estableció que los seis jurados tuvieran una representación equitativa entre caballeros, ciudadanos y artesanos. En el clima agitado del momento, los agermanados asaltaron la sede municipal en julio de 1520 y el 4 de octubre de 1521. En las dos ocasiones quemaron, maltrataron y sustrajeron documentos, y en la última fecha, comandados por Bocanegra, se llevaron las armas y dos cañones al palacio del Real, donde estaba el líder Vicent Peris.13 En la institución regnícola, anclada en estructuras de raíz feudal con un peso nobiliario notable, la capacidad de acceder a uno de los seis cargos de diputado era menor, y también lo era su trascendencia en el gobierno efectivo.

      El papel de la Generalitat durante la gestación, desarrollo y consecuencias de la Germanía estuvo muy próximo al del estamento militar. Los diputados, siempre celosos de los fueros, rechazaron la petición del rey, formulada por el gobernador Cabanyelles en junio de 1519, de pagar las tropas que debían defender el reino. Los oficiales del rey reaccionaron, como se ha dicho, autorizando que se activase el adehenament de 1515 para que los gremios se organizasen y armasen para tal fin.14 La radicalización de posturas llevó a que la Generalitat se mantuviera fiel al monarca y al estamento militar. En 1520 los agermanados introdujeron personas afines para controlar o tener información de la gestión del municipio y la Generalitat, y el siguiente año suprimieron once impuestos en ambas instituciones entre el 21 de febrero y el 4 de marzo. Tras su restablecimiento, los líderes agermanados más radicales efectuaron una intimidatoria revisión de los libros de contabilidad en la Generalitat.15

      La Generalitat tenía una función financiera al servicio de las decisiones de las cortes, y la conformación de la misma institución era fiel reflejo de su origen feudal. El virrey y su familia se alojaron frente a la sede de la Generalitat. Los diputados denunciaron a la agermanada Junta dels Tretze de liberar a los responsables del asalto a la casa del virrey. Además, resistieron todo lo posible la revisión de la contabilidad de la institución que bajo amenazas y vejaciones impusieron los agermanados, aportaron fondos a la causa señorial, se opusieron en 1522 a la revocación del virrey, al que consideraban con los caballeros, artífice del éxito militar…16 La Generalitat se manifestó claramente partidaria del virrey y fue la imagen de la ciudad y reino ante la victoria: la entrada del 9 de noviembre de 1521 por el portal de Serranos y por el que los diputados ofrecieron un ágape con los dineros reservados de la festividad del 9 de octubre, fecha de la conquista de Valencia por Jaime I, que no habían empleado por estar todavía el líder agermanado Vicent Peris en la ciudad.17 La institución, que celebraba de manera regular tres festividades (el Corpus, la Navidad y el citado día de la conquista o de Sant Dionís), encontró en esta decisión la forma de mostrar su fidelidad con sumo efectismo, pues imbricaba emocionalmente las dos entradas triunfales.

      El edificio de la Generalitat después de la Germanía

      El quebranto de la Germanía dejó maltrecho el reino, y las obras interrumpidas quedaron como una herida más del citado conflicto. En repetidas ocasiones el humanismo erasmista criticó las discrepancias en el cristianismo y alentó la unidad para hacer frente a los turcos. Buen testimonio lo proporciona Juan Luis Vives en su diálogo sobre las disensiones de Europa y la guerra contra los otomanos, firmado en Brujas en octubre de 1526. En su repaso a los desacuerdos entre cristianos expone cómo ante la marcha del rey hacia Alemania para tomar posesión del imperio:

      se produjeron levantamientos en España, de la plebe contra la nobleza, de unas ciudades contra otras […]. Eso fue locura y no disensión, pues la multitud no sabía qué quería, por qué habían tomado las armas ni en favor de quién luchaba; los nobles no ignoraban cuál era su recompensa en la guerra.

      Por las comunidades y Germanías quedan «los reinos saqueados, la nobleza quebrantada y arruinada, las ciudades antes florecientes están igualadas con el suelo, los campos esquilmados y desiertos».18 Precisamente, de manera contemporánea a estas palabras, los mismos diputados, a finales de 1525, debatieron si vender el inacabado conjunto de su sede. Así quedó durante años, en opinión de José Martínez Aloy: «para demostrar que las conquistas y grandezas de Carlos I se realizaban á costa de muchos sacrificios por parte de sus pueblos».19

      La Germanía fue un lastre para la economía, y por ende para el desarrollo artístico que venía produciéndose. Con el tiempo, y a tenor de su papel en el conflicto, la Generalitat, como manifestación de la estructura estamental del reino, adquirió un mayor poder de representatividad, que puso de manifiesto durante el siglo a través de la arquitectura y el arte. Eso sí, adaptándose a las posibilidades financieras que en buena medida venían establecidas por la situación socio-político-militar. Testigo de ello es el proceso constructivo del edificio de su sede. Así, tras años de represión y compensación de la Germanía, una pandemia en 1523/24, el levantamiento morisco en las sierras de Espadán y Bernia en 1525/26 y la epidemia de 1530/31, los diputados decidieron reemprender las obras en 1533. Mosén Joan Baptista Corbera asumió la responsabilidad de la cantería del edificio, que en 1535 se acometía, principalmente en el studi nou y la escribanía, bajo el modelo de las obras iniciadas décadas atrás con especial protagonismo


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