Cristianismo Práctico. A. W. Pink
Читать онлайн книгу.para alumbrar un corazón lleno de inmundicia con la luz que conforta, así como la luz que trae convicción, se necesita un acto del Omnipotente. Dios puede sanar solamente el corazón que Él ha herido y al cual le ha calmado la tempestad furiosa dentro de él.
Los hombres podrían contar las promesas de Dios y los mensajes de paz hasta que sean tan ancianos como Matusalén, pero no será de provecho para ellos hasta que la mano Divina les coloque «el bálsamo de Galaad». El pecador no es capaz de aplicarse a sí mismo la Palabra de alivio cuando está bajo el horror de la ley de Dios, y retorciéndose bajo los golpes de convicción del Espíritu de Dios; así como tampoco es capaz de resucitar los cuerpos podridos en los cementerios. Volverlo al gozo de la salvación, era para David, un acto de poder soberano similar a crear en él un corazón limpio (Salmos 51:10). Si ponemos a todos los Doctores en Teología juntos, son tan incapaces de sanar un espíritu herido, como los médicos en reanimar un cadáver. El silenciar una tormenta tempestuosa de la consciencia es un acto mayor que hacer que los vientos y la lluvia obedezcan al Señor. Solo el poder infinito de Dios puede borrar la culpa del pecado. Solo el poder infinito de nuestro Señor puede eliminar la desesperación que trae esta culpabilidad.
7. En la conversión real de un alma
«¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas?» (Jeremías 13:23). No, así sean pintados o cubiertos de alguna pintura. Así, uno que no está en Cristo podría frenar los pecados externos, pero no puede mortificar los internos. Convertir el agua en vino fue un milagro, pero convertir el fuego en agua seria uno mucho mayor. Crear al hombre del polvo de la tierra fue una obra del poder Divino, pero recrear al hombre, para que un pecador se convierta en santo, un león sea transformado en cordero, un enemigo convertido en amigo, el odio se derrita en amor, es la maravilla más grande del Omnipotente. El milagro de la conversión el cual es realizado por el Espíritu Santo a través del evangelio, es descrito así:
«porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo» (2 Corintios 10:4–5).
Bien se ha dicho, «El despojar a un hombre de su autoestima y autosuficiencia, el construir una habitación para Dios en el corazón donde solo había pecado tan amado por él, el echar fuera el orgullo, el exponer todo pensamiento oscuro ante la cruz, el disipar todo deseo de auto promoción y colocar un deseo preponderante de glorificar a Dios, solo debe ser atribuido al brazo extendido que empuña la espada del Espíritu. El tener un corazón lleno del temor a Dios el cual antes solo estaba lleno de desprecio, el experimentar Su poder, contemplar Su gloria, admirando las obras de Su sabiduría; el tener un odio por los deseos lujuriosos que antes lo habían llevado a satisfacer sus placeres carnales; el aborrecerlos; el vivir por fe y en obediencia al Redentor; es un hecho de poder infinito y triunfante del que puede “someter todas las cosas” a Sí mismo» (Stephen Charnock).
8. En la perseverancia de su pueblo
«Que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe (...) preparada para ser manifestada en el tiempo postrero» (1 Pedro 1:5). ¿»Guardados» de qué? Ah, ¿qué mortal es capaz de dar una respuesta completa? Una sección entera podría ser dedicada a este aspecto de nuestro tema. Guardados del dominio del pecado que habita dentro de nosotros. Guardados de ser desviados del camino angosto por medio de las seducciones del mundo. Guardados de las herejías que atrapan a miles de personas por todos lados. Guardados de ser vencidos por Satanás, quien busca nuestra destrucción. Guardados de ser apartados del Dios Viviente para que no andemos náufragos en la fe. Guardados de convertir Su gracia en lascivia. «De parte de Jehová es esto, Y es cosa maravillosa a nuestros ojos» (Salmos 118:23).
El pecado es un monarca poderoso que ninguno de sus súbditos puede soportar. Había más facultad en Adán para resistir el pecado mientras era inocente, que en cualquier otro desde ese entonces porque el pecado tiene un aliado dentro de las criaturas caídas que está siempre listo para traicionarlas y hacerlas caer en la tentación. Pero el pecado no tenía dicha ventaja sobre Adán, sin embargo, lo venció. Los ángeles no elegidos estaban mejor y más preparados para soportar el pecado que Adán, teniendo una naturaleza mucho más excelente y más cerca de Dios, sin embargo, el pecado prevaleció contra ellos, los expulsó del cielo y los arrojó al infierno. Entonces, ¡Cuán grande y poderoso es el poder que se necesita para doblegarlo! Solo Aquel que «libera a los cautivos» puede convertir a Su pueblo en más que vencedores.
«Así como la providencia de Dios es la manifestación de Su poder en la Creación, así la preservación de gracia es una manifestación de Su poder en una regeneración continua. La fuerza de Dios suprime y modifica la violencia de las tentaciones, Él sostiene a Su pueblo, Su poder derrota el poder de Satanás. Los contrataques de las corrupciones internas, los ataques de la carne contra el espíritu, las falacias de los sentidos y las batallas de la mente, ahogarían y apagarían rápidamente la gracia, si ésta no estuviera sostenida por el mismo poder infinito de Dios. No un menor poder es visto en la perfección y sustento de nuestras vidas (2 Pedro 1:3); no menos poder vemos en el cumplimento de la obra de fe, que en la inserción de la palabra de fe (2 Tesalonicenses 1:11)». Stephen Charnock.
La preservación del pueblo de Dios en este mundo glorifica grandemente Su poder. Es mayor el poder incomparable que se usa para preservar a aquellos que están llenos de luchas y tentaciones internas, que el poder que se usaría en trasladados al cielo en el momento que creen. En un mundo de sufrimiento y tristeza, el preservar la fe de Su pueblo que está en medio de tantas pruebas, procesos, luchas, engaños, traiciones de sus amigos y falsos hermanos en Cristo; es definitivamente más maravilloso que si un hombre pudiera lograr mantener una vela encendida en medio de un huracán. Para la gloria de Dios, el escritor admite ser testigo de que, si no fuera por la gracia del Todopoderoso, él se hubiese convertido en un infiel muchos años atrás. Que Dios sostenga a Su débil pueblo, y nos habilite para que «retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio» (Hebreos 3:14), es más maravilloso que si El mantuviera un fuego encendido en medio del océano.
Cuán profunda debería ser nuestra confianza en el Señor al contemplar Su maravilloso poder: «Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos» (Isaías 26:4).
El poder de Dios fue la base de la esperanza de Abraham (Hebreos 11:19), de los tres Hebreos en Babilonia (Daniel 3:17), de Cristo (Hebreos 5:7). En nuestra mente debe habitar el pensamiento de que «poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia» (2 Corintios 9:8). Nada es tan efectivo para calmar nuestra mente, incluso de nuestros miedos, y al mismo tiempo llenarnos de paz, que el apropiarse de las promesas de Dios y descansar en Su suficiencia. «Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?» (Romanos 8:31). Su infalible promesa es, «No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia» (Isaías 41:10).
El que hizo pasar a una nación a través del Mar Rojo sin barcos, y los guio por medio del desierto por cuarenta años sin agua y sin comida, ¡Él todavía vive y reina!
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