Identidad y disidencia en la cultura estadounidense. AAVV

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Identidad y disidencia en la cultura estadounidense - AAVV


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establecer el hecho de manera categórica para, a continuación, y mediante una serie de interrogativas, demostrar el error del que parte el dogma racista. La violencia, el aislamiento, la censura y el miedo son las armas mencionadas empleadas para mantener al esclavo sometido y para robarle su dignidad.

      El intento de secesión y la reconstrucción del mito

      El Sur se enfrentaba desde un principio a la guerra civil en desventaja por la ausencia de un ejército suficientemente organizado, habiendo partido del erróneo principio de que conseguirían la secesión sin grandes dificultades. Sin embargo, sus tierras, su economía y su ánimo se vieron rápidamente mermados, añadiendo a esto los incontables daños colaterales. Por lo que en las narraciones del conflicto bélico los sureños expresan su sufrimiento pero siempre culpando a las manos armadas salvajes del Norte.

      Mary Boykin Chesnut, mujer de un oficial confederado, recoge en su diario su estancia refugiados en Carolina del Sur: “Estamos aquí encerrados, castigados mirando a paredes muertas, sin correo… Todos los ferrocarriles han sido destruidos y han desaparecido los puentes. Estamos desconectados del mundo aquí para morir de sufrimiento, consumiendo nuestros corazones” (542). Ante esta sensación de aislamiento, el sureño parece perder su alma y cae en la desesperanza ante un entorno en el que el progreso, simbolizado por el ferrocarril y el puente, ha sido destruido por una mano ajena. Al presentar el agente como pasivo, la estrategia de la redactora resulta efectiva al permitirle no incluir a los confederados como participantes activos en los destrozos.

      Bien por omisión o por crítica despectiva explícita, el relato de los hechos desde el otro bando se encauza con la intención clara de establecer equivalencias entre el Sur y lo salvaje y el Norte y el progreso y la razón. Incluso, simplemente a través de la diferencia en el ecosistema y paisaje, pues ésta llevaba a los soldados del Norte a un estado de ostracismo psicológico; estas connotaciones se atribuyen a la naturaleza del Sur ya en textos que relatan la Revolución:

      Las Carolinas y Georgia eran increíblemente salvajes en la época de la Revolución; exceptuando algunos tramos en los alrededores de las ciudades, que, en general, los partisanos Patriotas evitaban, la jungla quedaba siempre a tiro de mosquete [. . .] las montañas les obligaban a descartar todas las tácticas bélicas formales de la época, teniendo que ser adaptadas al entorno para que tuvieran éxito. (Weller, 123)

      Por otro lado, independientemente del carácter radical de las imágenes que ambas partes sostenían del enemigo, se debe tener en cuenta que una de las características principales de las crónicas y remembranzas sureñas de la guerra civil es la reevaluación de la validez de los principios que los llevaros a reclamar la secesión, debido a las pérdidas sufridas y a la confluencia de argumentos conflictivos incluso dentro de los estados del Sur, por más que pretendieran presentarse como una unidad indivisible (Channing, 219). La existencia de diferentes grupos raciales y clases sociales significa que no todos los segmentos de la población podían abanderar los mismos principios. El blanco pobre, el aristócrata dueño de plantaciones y esclavos de varias generaciones componían un frente forzado que inevitablemente presentaba fracturas que dejaban entrever dudas sobre la identidad sureña como ente sólido. Este conjunto desordenado de intereses resultó en una doble pérdida, ya que como dice el reconocido historiador C. Van Woodward: “cuando los objetivos ideológicos se encuentran en conflicto con fines egoístas y pragmáticos, son los ideales los que tienen más posibilidades de ser sacrificados” (552-3). Por lo que los daños materiales, naturales y humanos deberán sumarse al deterioro de la pureza de convicción en los discursos acerca del conflicto.

      Tanto en textos escritos por soldados de la Unión, como en la novela de la guerra civil de Stephen Crane, The Red Badge of Courage, como desde la perspectiva de sureños confederados como Gone with the Wind de Margaret Mitchell, se percibe la decepción, el terror y, sobre todo, el legado de tierras baldías, muertes e incertidumbre que las batallas dejaron en el país y, sobre todo en el Sur. Crane narra la experiencia traumática de la guerra en la que el joven soldado oscila de los espasmos de valor a una angustiosa catatonia; en ambos polos se imposibilita cualquier intento de contar la experiencia bélica con tonos generosos, soñadores o sentimentales:

      El muchacho se hallaba paralizado por el horror. Miraba fijamente, lleno de agonía y asombro. Se olvidó de que se hallaba ocupado combatiendo el universo. Arrojó a un lado sus folletos mentales sobre la filosofía de los que se retiran y sus reglas para guía de los condenados. La lucha se había perdido. Los dragones avanzaban con pasos invencibles y continuos. El ejército, sin fuerzas en los espesos matorrales y cegado por la noche inminente, iba a ser devorado. La guerra, aquella bestia roja; la guerra, aquel dios henchido de sangre, iba a saciarse hasta hartarse. Algo en su interior le obligó a gritar. Sintió el impulso de pronunciar un discurso de aliento, de cantar un himno de batalla, pero sólo pudo lograr que su voz preguntara al aire: —Pero..., pero..., ¿qué... qué sucede? (Trad. Micaela Misiego, 101-2)

      La inocencia del convencido inexperto se corrompe al experimentar la soledad, el pánico, la crueldad, el hastío, el agotamiento, el dolor y lo inhumano de la batalla.

      Por el contrario Walt Whitman en su colección de poemas publicada en 1865 bajo el título Drum-Taps, incluye el poema “The Wound-Dresser” que endulza en la voz de un anciano un periodo de fracaso casi absoluto, si no fuera por haber significado el primer paso hacia la libertad de los ciudadanos africano-americanos. El veterano cuenta a su audiencia sus recuerdos entre heridos:

      […]

      así en silencio, en proyecciones de sueños,

      vuelvo, comienzo de nuevo,

      me abro camino en el hospital,

      el dolorido, el herido,

      los calmo con mi mano que funciona como bálsamo.

      Me siento junto a los pacientes agitados en la noche oscura,

      algunos son tan jóvenes, otros sufren tanto.

      Recuerdo la experiencia dulce y triste.

      Muchos brazos afectuosos se han entrelazado alrededor de este cuello,

      descansando, muchos besos de soldados habitan en estos labios barbados. (229)

      El poeta es fiel en su retrato del padecimiento extremo y las condiciones pésimas, pero la comunión entre los participantes en el horror parece convertir ese capítulo del pasado en una experiencia merecedora de un relato. La participación de un proyecto común es una conocida táctica política y parte de la conciencia cívica de los Estados Unidos, que sigue presente en las reflexiones nacionales más recientes.

      Mitchell, por otro lado, nos describe de la siguiente manera a su protagonista tras ver destruida la que fue la plantación de su familia:

      Para Scarlett, el silencio de Tara era insoportable porque le recordaba demasiado vivamente el silencio mortal de toda la comarca que había tenido que atravesar aquel largo día de camino a casa desde Atlanta. La vaca y el ternero pasaban horas y horas sin exhalar un mugido. Los pájaros no piaban cerca de su ventana, e incluso la alborotada familia de estorninos que habían vivido entre el crujir constante de las hoja de los magnolios durante generaciones, no tenían canción aquel día. Scarlett arrastró una silla junto a la ventana abierta de su cuarto, que daba al camino principal de entrada, al césped y a los verdes pastos vacíos al otro lado del camino, y allí permaneció sentada, con la falda por encima de las rodillas y la barbilla apoyada en las manos sobre el alféizar de la ventana. Tenía junto a ella un cubo de agua del pozo, y de vez en cuando metía en él el pie ulcerado, haciendo una mueca de dolor cada vez que sentía la punzante sensación. (413)

      La imagen de la mujer herida que contempla la desolación y la falta de toda compañía reflejan el venidero Sur del periodo de la Reconstrucción (1865-1877).

      La intrusión del gobierno federal en el Sur durante este periodo, implicaba para los perdedores renegar de principios fundamentales. Por ejemplo, para poder ser aceptados en la Unión tenían que comprometerse a cumplir con la emancipación. La confusión de intereses contrarios, junto a la experiencia traumática de tener que redefinir su identidad política, social y cultural marcará dos caminos diferentes en la literatura del y sobre el Sur. Ciertos autores


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